Sauna Condal


El poco poppers que aún quedaba, prácticamente habia perdido sus propiedades. También me estaba quedando sin gel lubricante, por lo que empezaba a ser urgente abastecerme de ambos.
Así que al levantar el día tenía decidido pasar por el sexshop y comprar, pero ya a mediodía me habia venido la mandra de tener que desplazarme hasta allí,  y además, sabía que si iba, acabaría en la trastienda haciendo vete a saber qué.
Lo que me apetecía de veras era volver a sentir el calorcito de una sauna, y a ver si podía repetir una mamada como la de la última experiencia en Bruc, que tan grato recuerdo me había dejado.
Harto difícil, porque toda experiencia es irrepetible en su totalidad, pero sí, vagamente se le puede asemejar o incluso superar.
Me dirijía ya hacia la sauna cuando un inesperado encuentro se interpuso en mi camino. Llevaba en un buen tramo la misma ruta que la mía, lo sabía, así que al primer cambio de dirección que pude, me excusé y despedí. cambiando ruta y destino.
Lo decidí en menos de lo que estoy tardando de escribir esta linea. Iría a la Condal.

Realmente es una de las que más me gustan, pero de las que menos voy. Céntrica, grande, bien acondicionada y muy concurrida.
Y ahí está el problema. Que siempre temo encontrarme a alguien al que tuviera que dar explicaciones, o que se fuera de la lengua con terceras personas.
Así que muy pocas veces voy. Un par de veces al año, curiosamente ambas suelen ser en el mes de diciembre, y al mediodía, primeras horas de la tarde.
Y porqué? Bueno, suelen ser días que me cojo libre en el trabajo y aprovecho para hacer compras en el centro de la ciudad. De paso, me dejo caer por la sauna.
Sólo muy excepcionalmente, como la ocasión presente, voy otro día.
Llegué, pagué la entrada, subí a los vestuarios, me cambié y me dispuse a inspeccionar el local, como siempre hago lo primero allá a donde voy, para ver como está de ambiente y, en su caso, que novedades tiene el lugar.

De ambiente me pareció que estaba bien, ni poca ni mucha gente, al menos para mi gusto. Y de novedades, desde la última vez que había ido 10 meses atrás, era la sala de cine, que ha cambiado de orientación y es un poco más pequeña, aunque más intima, y la supresión de unas tres cabinas que se han convertido en un bastante acertado cuarto oscuro.
Lo demás estaba igual. La planta principal donde se encuentra en un extremo la sauna de vapor, la sauna seca, el jacuzzi y las duchas, a continuación una sala de TV o sala de tortura porque en todo el rato que estuve esa tarde tenían sintonizada Telecirco, luego el bar y de ahí el resto, pasillos y cabinas, salita de cine y cuarto oscuro.
En la planta superior, pasillo con cabinas a ambos lados, salita de masaje, cuarto con video para fumadores, evidentente ya no, cuartito oscuro, y una muy interesante sala, poco pero suficientemente iluminada para distinguir dos slings, una cruz de san Andrés, un tabique con gloryholes, una jaula de barrotes y una tarima con colchoneta.
Esta es para mi una de las partes más morbosas de la sauna. Antes, cuando era un simple cuarto semioscuro estaba bastante concurrido, pero desde que existe así tal cual está ahora, siempre lo he encontrado un poco desangelado. Una pena. De todas maneras, es una opinión muy parcial ya que, como he comentado antes, en los últimos años he ido muy pocas veces y a horas no muy frecuentadas.

Así, durante la primera hora o un poco más, anduve por los pasillos, piso arriba, piso abajo, metiéndome de tanto en tanto en la sauna de vapor, pasándome a la seca y de ahí a la ducha, o  entrando en los cuartos oscuros de una u otra planta.
No paraba quieto, más que para mamar cuando se presentaba la ocasión. Media docena, tal vez, en toda la tarde, a ratitos sin llegar nunca al final. A pares, mamando alternativamente una y otra. Puntualmente las dos a la vez. Jugueteando con la mano con una tercera, siempre agachado o arrodillado.  Nada especialmente destacable ya que mis partenaires ocasionales no eran precisamente muy activos. Se dejaban mamar, y como mucho, mantenían sus manos sobre mi cabeza.
A excepción de un espectacular polvazo de dos tíos en la sauna de vapor, todo lo que se veía, o se intuía, era mucho mirar, paseo, algún roce o magreo, y alguna que otra mamada.

Eran casi las siete y me quería ir no mucho más tarde, pero visto lo visto, no había mucho que hacer más que seguir mamando, en ausencia de dominantes.
Como estaba cansado de pasear y de estar en cuclillas, decidí descansar haciendo uso por segunda vez en mi vida de un sling.
Y así, bien puesto, a la vez que descansaba, me ofrecía a los escasos paseantes que se aventuraban hasta aquella sala.
Tal vez, durante media hora, iban pasando alguno que otro cerca de mí. Los más, sólo miraban de lejos sin detenerse. Los menos, se acercaban, paraban y durante unos segundos observaban. Alguno rozaba mis posaderas.
Pero yo, mientras, al menos descansaba.
Reconozco que un sling no es para tímidos, cortados ni mojigatos. Simplemente con la pose que uno adopta es una invitación casi descarada a algo de más acción que a una felación o magreo entre vapores o penumbras. Además que no impide la participación de más personas.

Ya estaba cansado de descansar y se agotaba la cuenta atrás para decidirme a marcharme, cuando se acercó un señor entrado en años, pero con cierto porte y apostura, no del todo perdidas, y en kilos, pero en carnes no del todo decaídas, sino que aún se le notaba cierto vigor y firmeza.
Me tocó las posaderas, acarició las piernas, tanteo el ojete, magreó la polla y acercándose sobre mí me dijo al oído - Tienes preservativos?.
Sí, le contesté, mientras le indicaba con el dedo donde los tenía.
Lo cogió y abrió. Se separó un poco, acercándose a la luz para ponérselo.
Y tanteando de nuevo, comenzó a penetrarme suavemente, afortunadamente.
Evidentemente me dolió un poco de tantos meses de desentreno, pero no se retiró ni le dí señales que lo hiciera. Sólo paró unos segundos, y con repetida suavidad y firmeza continuó haciendo sus labores.
Notó cuando pasó el dolor inicial, y comenzó un buen bombeo, que después de varias horas de excitación en la sauna, no pude contenerme mucho más y avisándole de una inminente corrida, aceleró el ritmo y yo me salí de mi mismo en un explosivo chorro que me llegó más allá de la cara, y que me dejó también bien pringaíto el pecho.
No fue un polvo espléndido en sí, pero sí tuvo su morbo, hacerlo en un sling.           

Comentarios

  1. Hola, yo vivo fuera de la comunidad, pero siempre que he ido a bcn, he ido a Condal y tengo buenas experiecias de alli. Me gustaria que me recomendaras un local donde ser una crossdresser, ya que es una fantasia que tengo. He pensado ir al cine arenas, pero ya me diras si hay algun lugar mejor. Gracias y enhorabuena por tu blog. milano501@hotmail.es

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  2. Pues siento no poder ayudarte con esa información que me pides. No conozco ningún local especialmente apropiado.

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  3. Wuau, me he puesto cachondo a reventar.
    Ese sling también tengo gratos recuerdos, algo similar a tu experiencia.
    Y sí, a veces me pongo en el sling a descansar y sin buscar que me follen, muchas veces me pone más el morbo de estar tumbado allí y descansar, con la toalla puesto tapando polla y ojete para que sepan que está "cerrado", a veces hay que descansar para seguir, eh?

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    1. Si, para seguir, muchas veces conviene descansar un poco. Esta fue, por lo que leo, pues no la recuerdo especialmente, una de las veces que me han llegado a follar en un sling. Hay unas cuantas que nada de nada, sin embargo también han habido de folladas memorables, de las que uno no se olvida.

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