Una tarde aburrida


Casi todos los días paso por delante, pero aquella tarde tenía que estar un rato más por la zona. El motivo no era otro que la entretenida y no demasiado gratificante tarea de buscar y comprar algún regalo que me faltaba para el día de Reyes, así que aprovechando que estaba instalada la feria de artesanía en la Gran vía, me daría una vuelta por allí, por la feria y por el boyberry.
Religiosamente pagué los 6,5 € de la entrada a la zona de cruising, y tras dejar bolsa y abrigo en la taquilla, allí me metí.
No había mucha gente a la vista, 10/12 personas, entre los 20 y 40 años, aproximádamente, pero todas las cabinas estaban ocupadas.
Lo que me sorprendió fue la variedad racial que encontré. Un par de negros, un mulato, un par de sudamericanos, un oriental y el resto, supuestamente, locales.
Casi todos apoyados en la pared o en los tabiques de las cabinas. Pocos paseando. Dos en los ordenadores.
Para acostumbrarme la vista a la luz ambiental, después de darme un par de vueltas rápidas por el local, me fuí a la zona de ordenadores para consultar varias páginas webs y mi correo.
Pero mi gozo quedó en un pozo, pues excepto en una de las direcciones, en el resto daba error.
Pues vaya mierda de conexión, pensé.
Así que volví a la zona de paseo. Tal vez pasó 20 minutos y comenzaba a aburrirme, pues poco o nada ocurría. Pocos se movían, parecían maniquíes de escaparate, y las cabinas seguían en su mayoría cerradas.
De tanto en tanto quedaba alguna libre, entraba, miraba, me asomaba por los glory holes y podía ver, por aquellos que se podía, más gente esperando que alguien hiciera algo, que gente haciendo algo.
No fué hasta bastante rato después que tuve mi primer roce. Un chaval me había seguido hasta el laberinto. Tenía su morbillo, pero resultó extremadamente pasivo, su cuerpo no me era especialmente grato al tacto y si al menos su polla me hubiera parecido interesante, pues aún, pero era del tipo “cónica”, o sea, muy ancha de base y estrecha de punta. No me apetecía mamarla. No me obligó. No lo hice. Apenas estuvimos 5 minutos y lo dejamos.
El segundo roce fue aún más breve. Un tío alto se situó a una distancia prudencial de mí, pero sin mucho pudor se la sacó y comenzó a pajearse y sobarse los huevos.
Bueno,- pensé, - este quiere rollo.
Me acerqué y le sobé los huevos, y le sobé los hue... y sólo parecía que quisiera eso. Le dejé.
Cuando ya no sabía si estaba más cansado que aburrido, o viceversa, logré meterme en una cabina con dos glory holes.
Por uno se veía a un tipo leather, delgado, morbosísimo, sentado en el taburete con la polla en la mano, pajeándose suavemente y viendo un video. Pero no hacia nada más.
Por el otro no tardó en asomarse uno que parecía querer mamar, y visto el panorama se la dejé para que se entretuviera y de paso me animara un poco.
Mamar se le daba bien, es verdad, pero cuando comenzó a pajearme manualmente, lo hacía tan brusca y compulsivamente que parecía que tuviera cierta premura en que me corriera... Y no me apetecía todavía. Me salí.
Pero me siguió.
En la zona del laberinto me vino por detrás, me sobó y arrinconó sin yo querer evitarlo. Así pues nos sobamos un rato hasta que quiso ir a una discreta cabina para poder desvestirnos con más intimidad.
Me pareció un poco absurdo, pues nadie aparecía por allí como para sentirse cohibido. Y aunque personalmente hubiera preferido más participación, acepté ir a una cabina.
Tal vez se despendolara entre cuatro paredes.
Pero no fué así. Cerró la puerta y las ventanillas de los Glory holes. Nos quedamos desnudos de tobillos para arriba. Él sobaba moderamente el pecho, con más voluntad que fortuna porque los pezones parecía querer evitarlos. Y ya no mamaba. Yo mordisqueaba sus discretos pezones, y hacía breves lamidas. Su piel tenía un olor "áspero", no sabría como definirlo con más precisión, pero no me gustaba.
Intenté pajearle, pero enseguida me dijo que no le tocara, pues sino se correría muy rápido.
Impensable, pues, pretender mamar su discreta polla.
Pues vaya plan,- pensé.
Decidí acabar rápido, me esmeré brevemente en los pezones mientras toqueteaba sus huevos y se corrió en un periquete.
Cuatro palabras de despedida y salió.
Y yo también marché, sin correrme, sin haber mamado ni una sola polla, sin haber podido consultar el correo y un par de webs, y llegué a casa sin haber comprado nada.
Vaya mierda de tarde (con perdón).



Comentarios

  1. ese sitio se ha vuelto muy aburrido tanto que hay que tener mucha suerte para pillar algo bueno

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  2. Si me tengo que basar en las dos últimas veces que he ido, (marzo2011 y enero 2012)tengo que darte la razón.
    Gracias por comentar.

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