Reencuentros


Animado por las dos experiencias que tuve en las dos semanas anteriores, decidí volver de nuevo a la sauna condal. Dicen que no hay dos, sin tres. Pues he aquí un ejemplo.
La primera sensación fue de mucha afluencia de gente, pues al llegar habían varios por pagar y entrar delante de mí, y los vestuarios estaban muy concurridos.
Pero resultó ser un momento de cruce. Los que entraban y los que ya se iban. Y el resultado, bastante parecido al de la semana anterior. Poca gente, poco movimiento.
A ver, reconozco que es una hora un poco tonta, las cuatro y media de la tarde, pues la gente o está haciendo todavía la digestión, o está haciendo la siesta o aún no han salido del trabajo.
Pero aún así con poca gente, anduve a ratos entretenido y a ratos paseando, aburrido.
La sauna de vapor, la seca y el cuarto oscuro de la primera planta todo el rato estuvieron muy poco concurridos.
Así como el cuarto semioscuro de arriba, el de los slings.
Ah! pensábais que no iba a hablar de ellos, eh?, jejeje..
Pues sí, pero poco.
Visto lo sufrido la última vez (Post: A pesar de todo... 2ª Parte), decidí que, de subirme a uno de ellos, no estaría más de diez o quince minutos inactivo.
Y pasado ese tiempo sin conseguir nada, bajaría, y a otra cosa, mariposa.
Y así fué como ocurrió. No pasó nada, así que no insistí.

Y yendo de un sitio para otro estuve las dos primeras horas.
Sólo en la sala de los slings me entretuve un buen rato largo mamando pollas de varios tíos.
Comenzó en un recién formado grupito de tres al que hice intento de incorporarme, bien acariciando el culillo de uno, bien morquisqueando el pezón del otro o sobando la polla a cualquiera de ellos, pero sin llegar a implicarme decididamente.
Aunque en estas situaciones, muchas veces acabas siendo aceptado, siempre uno se arriesga a recibir un manotazo o el desprecio de alguno de ellos. En esos casos, mejor no insistir.
Pero no fue el caso.
Un cuarto tío que se acercó y decidió por mí. Tras presionarme los pezones, me agarró de la nuca y sin más preámbulos me empujó hacia abajo con su mano y me dió de mamar.
El tío no era excesivamente de mi gusto, en tanto que se salía un poco de carnes, pero esa actitud decidida hizo que dejara aparte mis reparos.
El grupillo se acabó deshaciendo, y nosotros nos quedamos allí, junto a la cruz de San Andrés.
Venía uno, se paraba, miraba y si al que me daba de mamar le parecía bien, este le cogía de su rabo y me lo ofrecía.
No penséis que se organizo un desfile. Ya me hubiera gustado, pero no.
Apenas tres o cuatro, uno de ellos realmente con una polla espectacular, dura y larga, y encima con una actitud igual de dominante que el que primeramente me alimentaba de su rico biberón.
Duró lo que duró, tal vez quince o veinte minutillos.

Comenzaba a hacerse tarde, pues ya llevaba unas dos horas por allí, rondando y lo único que finalmente había valido la pena había sido esto.
De bajada, camino de las duchas, me metí a modo de despedida, en el otro cuarto oscuro y nada más entrar, unas manos fueron directamente a mis pezones.
En la penumbra pude bien reconocer que se trataba del follador de la semana anterior.
- Anda, hola!,- le saludé.
- Veo que me has reconocido, -continuó él-, vamos a una cabina y te follo como la última vez?.
Como era de suponer, accedí, esta vez más gustoso que la anterior, pues ya sabía de antemano que la tarde iba a tener otro final, más feliz que como se presentaba unos minutos antes.
El ritual fue el mismo. Toqueteo de pezones, mamada, sesenta y nueve, culito en pompa, gel lubricante, condón y pa' dentro.
Sólo que esta vez la follada fue más intensa y duradera.
La sacó varias veces y me la metió otras tantas, cambiando a diferentes posturas y dejándome cada vez más abierto el ojete.
Esta vez pude apreciar su musculatura que se le marcaba cuando lo tenía de frente en sus envites. Para la edad que se le podía suponer, se conservaba en forma.
- Venga, vete a duchar y luego si quieres continuamos,- interrumpió en un momento -, y así descansamos un rato.
Me pareció estupendo, y así lo hice.

En el paseíllo de vuelta no lo encontré. Igual se había quedado en las duchas o metido en alguna cabina a descansar o habría pasado por el bar a tomar algo. No sé.
Yo me fuí para arriba del todo, a hacer el último recorrido por la sauna. Esta vez sí, porque si antes ya me parecía que era tarde, ahora, evidentemente más.
Al llegar al cuarto oscuro, me quedé junto a la Cruz de S. Andrés mirándome las agarraderas de cuero, y de espaldas a un tío que sentado en la grada, cabizbajo, se apoyaba sus codos sobre sus rodillas.
- Ostia, cuanto tiempo sin verte!,- sonó una vez a mis espaldas.
Me giré y de inmediato le reconocí.
- Ostras, pues es verdad !, respondí a Tomás. (Ver relatos del Erotixx).
Me acerqué el par de pasos que nos separaban, y sin dudarlo un instante ni mediar más palabras, me cogió de la nuca y me arrimó a su polla para que se la mamara.
Caramba !, - pensé, - sabe lo que quiere, lo que me gusta y no se ha olvidado de como tratarme.
Tras mamar unos instantes, ví que con la mano tanteaba el tubo que había dejado a su lado, junto con las toallas.
No, no, No es poppers, sólo gel lubricante,- le dije-, hoy no he traido. A su extrañeza sólo pude contestarle que sólo de vez en cuando lo usaba, ya que de nuevo me bajó la cabeza para seguir trabajándole.
Al cabo de un rato, me propuso de ir a una cabina, dejar la puerta abierta, como haciamos en el Erotixx, y dejar que la gente entrara por si se quería apuntar.
Y recién sentado sobre la colchoneta de una de las cabinas, entró un tío que se puso a mirar como se la comía. 
De aspecto joven, delgado, latinoamericano para más señas, de momento sólo miraba y comentaba: Qué bueno!. No sé a que se refería.
A Tomás le vinieron ganas de follar, y me hizo una seña para que me colocara sobre la colchoneta en posición apropiada.
Con poco lubricante, el enculamiento fue muy rápido, a pesar de las buenas dimensiones de su polla, ya que el esfinter aún estaba bien dado de la anterior follada.
Tras unos cuantos envites, se sacó el condón, se medio tumbó y me dió de mamar.
Aprovechando mi desprotegida posición, el otro tío se enfundó el chubasquero y me enculó.
Lo gracioso es que no me dí cuenta hasta que ya me la había metido, entre otras cosas, por lo relajado que tenía el ojete y de las discretas, pero suficientes dimensiones para una buena enculada, de su moreno miembro.   
A diferencia de Tomás, que me enculó estando él de pie y yo a cuatro patas sobre la tarima acolchada, el latino se puso todo él sobre esta, agarrándose todo a mí, como muy perro, vaya!.
Aunque a veces se distanciaba y seguía follándome de rodillas.
Con todo, este momento no fue eterno. Unos diez o quince minutos en total.
Muy bien servido por delante y por detrás no me costó nada correrme enseguida.
El tío se fué, y me quedé unos minutos, ahora sí, hablando con Tomás.
Tras despedirnos y ducharme, camino de las taquillas, me volví a encontrar con el chico latino que me invitaba a seguir follándome.
Ufff, gracias tío, pero lo siento,- le contesté -, he cubierto el cupo por hoy.
Tres folladas, y todas en apenas media hora !. Y ya es demasiado tarde.

Al día siguiente recibí un email de Tomás, en que me invitaba un día a quedar en el Erotixx.
Pero eso es ya otra historia. 

Comentarios

  1. Que envidia perro. Ya me gustaria que me follara un cincuenton, como el que te folló a ti.

    Un besazo, el griego

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    Respuestas
    1. No me puedo creer que donde vives no haya un lugar donde encontrarlos ! ;-)

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  2. Si que los hay, y muy buenos. Sin embargo, tus cuentos me recuerdan momentos viciosos que he vivido en la bruc y en la condal, y ya que se trata de sitios donde mas o menos hemos vivido experiencias comunes...pues me traen recuerdos humedos y me animan a volver a vivirlos de nuevo.

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  3. Tomás apareció??? Oleeeeee, me gustan tus actores secundarios.

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