De repente, la última tarde



... Y no sabía por cuanto tiempo!.
Un acontecimiento inesperado me iba a reducir mi tiempo libre a la mínima expresión.
Al menos el tiempo libre que dedico a mi naturaleza perruna, y de rebote, al tiempo que puedo emplear en mantener el blog.
Por suerte, el golpe iba a ser, seguramente, menos brusco ya que, como comenté en el post "Semanas a otro ritmo", hacía un par de meses que había estado aminorando el ritmo.
En la distancia, sólo una semana aparecía como un oasis en medio del desierto.
O tal vez cabría pensar como un espejismo, pues no sabía si llegado el momento, iba a disponer de ese tiempo de vacaciones.
Y sentí la necesidad de aprovechar aquella última tarde.
Esta vez no fue, como muchas veces comento, una decisión casi espontánea, pero este hecho no tuvo mayor trascendencia,
Era miércoles, y fui al Arenas, y me sorprendió entre gratamente y fastidiosamente que estuviera tan concurrido, para ser en medio de semana, a media tarde y casi final de mes.
Hacía mucho tiempo que no lo veía así, y me recordó cuando me dejaba caer por allí algún sábado por la tarde.
Naturalmente no lo estaba tanto, pero en comparación con un día laboral normal, así me lo parecía.

Fui, como casi siempre, directo al pequeño cuarto oscuro.
Estaba muy concurrido, y casi se me saltan las lágrimas de la emoción.
Unas manos fueron directas a mis pezones y me dirigieron al fondo. Me imaginaba quién era, pues verlo, no lo veía, y en nada, ya estaba arrodillado entre tres tíos mamando a dos de ellos, alternativamente, según me iba dirigiendo el tercero, José, el que me había agarrado por mis tan sensibles partes.
Cuando ya cansado de aquella posición me incorporé, un cuarto tío se puso detrás mío a manejarme los pezones.
A decir verdad, no le ponía ninguna delicadeza, sino más bien todo lo contrario. Bruto y patán absoluto, realmente me hacía daño.
En este caso, el dolor no me resultaba placentero.
Con eso, no era lo que más me preocupaba, pues insistía en inclinarme hacia para penetrarme, pero visto tan poco tacto, no me apetecía en absoluto que me destrozara mi trasero.
Me costó un buen rato deshacerme de este individuo. Los otros, en vista que ya no estaba por la labor del mamoneo, siguieron a lo suyo, que no sé lo que era, pero vaya, que no se quedaron en su sitio. O se fueron o cambiaron de rincón.
Pero no había llegado a salir del cuarto oscuro cuando, de nuevo, un par de manos comenzaron a sobarme.
Me quedé quieto, y no tardaron en incorporarse otras dos manos.
Este rato fue especialmente intenso en toqueteos, magreos y juego de pezones.
Cuando salí, habían pasado más de cuarenta minutos.
40 minutos de excitación continúa. No estaba mal para empezar la que se preveía mi última tarde durante un tiempo indefinido.

Me dispuse a relajarme y descansar un rato. O sea, a dar vueltas por los distintos lugares del cine e ir mirando.
La concurrencia ya había disminuido, pero seguía siendo notable.
En esas idas y venidas me fui cruzando con un tío de aspecto fuertote y cara de pocos amigos. Me recordaba a alguien, pero no sabía a quién.
En algún momento me pareció que tuviera interés, pero sólo era una sensación.
No lograba adivinar cual era la señal que me lo indicaba, o si estaba en lo cierto. Así que decidí forzar la situación.
Bajando por el pasillo lateral del patio de butacas me lo volví a encontrar.Le fui mirando fijamente mientras llegaba a su altura, cuando lo tuve enfrente y cuando le pasé.
Me detuve un instante y continué mi camino. Por el rabillo del ojo ví como comenzó a seguirme.
Traspasé las puertas que separan la sala del cine del cuarto oscuro grande, y desacelerando el paso para que él tuviera tiempo de ver hacía donde me dirigía, me encaminé hacia el fondo.
No había llegado a la columna, cuando sus amplios y robustos brazos me rodearon, y literalmente fueron ellos que me llevaron al rincón de los escalones.
Y fue cuando me acordé de quién se trataba. La conexión había sido muy parecida a aquella ocasión.
Era aquel del post "Efectos secundarios", con cuyo encuentro me dejó para dos días ciertas dolorosas secuelas.
Esta vez intentaría ir con más cuidado.
Una vez sentado en las escalerillas, se sacó su notable cipote y me dió de mamar. Eché de menos, para bien, esta vez la ausencia de la hebilla del cinturón. Una cosa menos de la que preocuparse.
Un par de veces me pasó y acepté el poppers, que esta vez también traía. Pero sólo un par, ya que no sentía necesidad de sobreestimularme. Aquel rabaco no me iba a follar, así que no necesitaba relajación y dilatación anal.
Hacía calor y unas gotas de sudor suyas cayeron sobre mi cara. Un toque de frescor, y una nota amarga, o más bien ácida llegó a la comisura de mis labios.
Al cabo de un buen rato de tomar el biberón de aquel Brutus imberbe, sin vacilar ni un ápice me indicó de ir a uno de los lavabos.
Me sorprendió un poco, ya que en esta ocasión estábamos solos en aquel rincón. Algunos venían, miraban,  pero no participaban. Al contrario que la otra vez, y no pareció importarle.
Salí corriendo detrás suyo.
Se sentó en la taza y se la sacó de nuevo, ofreciéndomela como el exquisito manjar que era.
Una extraña posición para que se la mamara allí, pues la veo más apropiada para cuando uno está entre las butacas del cine.
Pero bueno, tenía su gracia estar arrodillado allí.
Y tenía su explicación, que enseguida supe.
Sacó de no se donde una tarjeta, un papelillo y unos polvitos blancos, que dispuso en linea, y que seguidamente me ofreció.
No me escandalice, pero no veía la necesidad de tomarse nada más para excitarse o relajarse, ni él ni yo.
Igualmente temía por tener luego, pasado el calentón, efectos no deseados.
Efectos que me son desconocidos, pues sólo una vez lo probé, en Madrid, y la sensaciones posteriores que tuve, agradables todo hay que decirlo, de desinhibición y relajo, no sé si fué a causa de ello, o por las cinco cervezas que previamente me había tomado.
Mi nivel de tolerencia al alcohol no es muy elevado, asi que bebo poco y más bien de baja graduación. Así que, si con la más común de las drogas, tengo una reacción relativamente rápida, no quiero pensar en los efectos de otras más duras.
Con un gesto, le rechacé amablemente, y continué mamando.
Una vez ya puesto, se incorporó y yo ya tuve también opción de variar de posición.
Estuvimos un buen rato más, hasta que el mocetón decidió correrse, mientras yo le pajeaba.
Pedazo de tío, Pollón, Poppers, Coca (supongo), y vete a saber si ya iba puesto con algo más, para un total cuatro gotillas !!!.
No me lo podía creer.


Comentarios

  1. Una tarde bien aprovechada, aunque a mí no me gusta demasiado meterme a mamar en un baño. Por los olores y eso. En cuanto a los tíos que te tocan en plan garrulo y te hacen daño en los pezones, yo los espanto en diez segundos. Son unos brutos.

    Me pregunto si en ese cine alguien se sienta para ver las películas. Y eso que siempre miro la cartelera y la programación que ponen no está nada mal xD

    Lametón en... bueno, donde tú quieras. :)

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    Respuestas
    1. E intensa !
      Si el olor ofende, se cambia uno de baño, y ya está. Falta que el siguiente sea uno de tu agrado.
      Diez segundos... puff, yo como minimo diez minutos, jejeje
      Y sí, hay gente que mira las peliculas...mientras se la maman.
      El lametón donde yo quiera? :-)

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  2. Magnifica narración, de una experiencia fantástica, como todas para envidia de todos nosotros que algún día intentaremos compartir.
    Siempre me ha cortado ir al Arenas, hasta la fecha me siento mas cómodo en Erotixx.

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  3. Gracias Bisex.
    Tanto como fantástica, no sé, pero como decía a Xavi, intensa sí.
    Desde luego que el Erotixx es cuanto menos, más intimo, tanto en dimensiones como en cantidad de gente, y hay más luz.

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