Cervezas




Martes.
El día había sido muy tranquilo y relajado.
Después del día completo que había tenido, me apetecía sol, playa, leer y comer poco.
Pero llegó la hora, y pasando de cenar, salí a ver, de la misma guisa que el día anterior, que me deparaba de nuevo la noche.

Como buen animal de costumbres, comencé por el The Lovers.
No había nadie más que el joven y amable camarero.
Me pedí mi consabida cerveza, mientras esperaba.
Y esperar por esperar me fui a la salita donde ponían el video. Desde allí podía observar quien entraba, si es que entraba alguien al local, y si se atrevían a pasar más allá de las cortinillas en dirección a las cabinas, cuarto oscuro o lavabos.

Entraron un par de personas, que se quedaron en la barra.
Mientras, me entretenía viendo el video que tanto por la temática, de entrevistas con jovencitos y posterior pajilla, como por repetido, pues era el mismo que las dos noches anteriores tenían puesto a la misma hora, se me hacía tremendamente aburrido.

Aunque no me iba del todo mal, pues a fuerza de repetir entrevistas, iba memorizando los subtitulos en inglés.
Como te llamas?, Que edad tienes? A que te dedicas y cuales son tus aficiones?, eran básicamente las únicas preguntas que les hacían, para luego pasar a las manolas.
En algún momento entró alguien más, pero nadie pasaba más allá de la barra.
Aburrirme por aburrirme me encerré unos minutos en una de las cabinas con gloryhole, a esperar que apareciera alguna rica polla que llevarme a la boca.
Estas tenían un falso cristal, espejo del otro lado, para ir viendo pasar al personal.
Pero nadie pasaba, y mientras me contentaba con seguir apurando la birrilla.
Fue acabarla e irme.

Me dirigí al Pippermint, que por fin encontré abierto.
Muy pequeño, y con apenas la barra y el espacio para pasar.
Pedí una cerveza, como no podía ser de otra manera, a un morbazo de camarero, amable y muy simpático.
Decoración y ambiente me encantó, aunque el lugar parecía exclusivo para ingleses y afines, unidos en buena camaradería, parecía que casi todos se conocían.
Había leído no recordaba donde que había un sling, pero me fué imposible dar con él, ni ví puerta alguna que no diera al lavabo, al único sitio donde aparentemente se podía ir.
Fué detrás de esta puerta donde ví un poco de acción. Un tío mamándosela a otro.
Y aparte de otra cerveza y de una ronda de chupito que invitó a todo el personal el hermoso macho que hacía de camarero, no sucedió nada más, ni digno ni indigno de mención.

Así que mi siguiente parada fue el Bears Bar.
Era la hora sobre la que había ido los días anteriores, sin embargo había menos gente, tanto en la planta del bar como en la de abajo.
La semana iba claramente cuesta abajo, en cuanto a gente en los locales se refiere.
Me pedí una cerveza, por aquello del no mezclar, y era ya la cuarta de la noche.
Las que me había tomado durante el día, en la comida o para refrescarme en algún momento, no las había contabilizado.
Bajé a la zona de cruising y enseguida reconocí al tío de la camisa hortera del día anterior, básicamente porque no había cambiado de indumentaria, y al cual obsequié con una deliciosa mamada.
También me reconoció él, pues fue verme y seguirme.
Y allí, en el recoveco más alejado que era un pasillo que iba de las jaulas de madera al sling, tras unos breves toqueteos, le dediqué un nuevo trabajito oral.
Efectivamente era él. Su manera de cogerme la cabeza para imprimir ritmo y las pequeñas bofetadas que me iba arreando no dejaba duda.
Y al cabo de unos diez minutos, tal como el día anterior, tras separarse de mi boca, se perdió en una abundante cascada lechosa.

Otra vez sólo, me dediqué a deambulear por el local semidesierto.
Gente había, pero los espacios vacíos destacaban bastante más. Muchas veces, cuanto menos gente hay en un local, más decidida o atrevida se vuelve la gente.
Supongo que debe ser porque deben bajar el nivel de exigencia para comenzar a enrollarse con alguien.
Sin embargo, esto entonces y allí no ocurría.
Tal vez no se llegaba a la masa crítica necesaria.
La noche pasaba con apenas roces y más cervezas.

Entre uno de los ires y venires, al doblar una esquina, de repente me encontré con un pared que no estaba antes allí.
Aparte de la sorpresa, no lo entendía.
- A ver, céntrate,- me hice pensar a mí mismo. No es lógico que las paredes aparezcan así, de la nada, por lo que lo más probable es que, o no has hecho el giro completo, o has girado por el sitio equivocado, cosa a todas luces más posible que lo de la aparición espontánea.
Y lo que me vino al pensamiento como una revelación fue el descubrir que estaba traspasando mi umbral de tolerancia al alcohol y que no eran las paredes que se movían.

Aún así, insistí, y más mal que bien subí a por otra cervecita.
Botella en mano, me metí en el lavabo, y me puse a mear en uno de los urinarios, con un brazo alzado agarrándome de una cañería, la birra en la otra mano, tambaleándome ligeramente y con los pantalones bajados hasta las rodillas, la polla suelta y todo el culo al aire. Bien visible.
Hay que ver como se desinhibe uno cuando priva un poco más de la cuenta !.
El primer tío que entró, se colocó enseguida detrás mío, palpándome las posaderas.
Pero apenas duró la ilusión de un suspiro, pues entró otro, y rápidamente me dejó sólo y se metió (o escondió) en el lavabo.
Por lo visto, la desinhibición no estaba equitativamente distribuida entre los clientes.

No me preguntéis como, pero aún no había salido del lavabo, que el suelo se estrelló contra mi botella de cerveza, y me quedé sin poder acabármela.
Con los pantalones no bien subidos del todo, y dejando ver medio culillo me fué hacia el fondo del local.
Y allí tuve una follada express, que si bien controlé los prolegómenos, fué tan rápido que ni me enteré de la pinta del tipo que me folló.

Tras, según mis cuentas, seis cervezas, dí por terminada la, un tanto, lamentable noche.
Mientras la calle se balanceaba como un columbio en un incesante vaivén, el hotel a lo lejos, poco a poco se fue acercando.
Hasta que la vacía cama me encontró.



Comentarios

  1. chupapollasbcn: ahaha que bueno! :) un saludo

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  2. Con una cerveza ya estoy mareadillo y conventillo.
    Imagínate con las que llevabas tú. Me violan varios y ni me entero 🤣.

    (Bcn1972)

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    Respuestas
    1. Jajaja... En realidad depende de la graduación y de si llevas el estómago lleno o vacío. En general, y teniendo en cuenta que las cervezas que sirven en estos sitios no suelen tener una graduación muy alta, si quiero que no me afecte yo debería pasar de la segunda. Y en cualquier caso, no pasar de la quinta si no quiero verme seriamente perjudicado como fue el caso . Gracias por comentar ;-)

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    2. Gracias a tí x publicar y por hacerme pasar un buen rato leyendo y haciéndome la película en mi mente fantasiosa.

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