En la Sauna Galilea ( Días después ).




No resulta nada habitual que vaya a la sauna dos días seguidos, y mucho menos, que sea la misma.
De hecho, no recuerdo haberlo hecho nunca. Aunque sí alguna vez en días alternos.
Así que podríamos considerar que esta vez fue la primera.

La principal motivación era que nunca había coincidido el día del cliente con mi visita a la sauna Galilea, y tenía curiosidad de ver si realmente había más gente que esos cinco visitantes o seis, obviamente cada vez distintos, que me encontraba cada vez que había ido en las últimas ocaciones.

También, y todo hay que decirlo, habían reducido los precios, haciéndolos más asequibles.

Así que al día siguiente volví, y fue grata la sorpresa de encontrarme entre 20 y 25 tíos disfrutando de las instalaciones.
Y hasta ahí llegó la buenaventura.
No es que pasara nada malo, sino que pasó poco, o más bien, muy poco.

Entré varias veces en la sauna de vapor. Cada vez solía estar bien concurrida, cosa de 8 o 10 personas, al menos, con lo que la posibilidad de roces aumentaba, como así fue, pero de menos intensidad que en otras ocasiones.
Y una cosa curiosa que ocurría era que, cada vez que entraba para perderme entre los vapores, acaba comiéndosela siempre al mismo. Estuviera donde estuviese.
Pero ahí se quedaba el asunto. Una vez me pillaba, se dejaba hacer, sin apenas interactuar. Y las otras anónimas sombras andaban a lo suyo, si es que hacían algo.

Fuera, en la zona del pasillo con cabinas, un tío ligeramente mayor que yo, aunque solo fuera en aparencia, y más o menos de buen ver, se situó en el quicio de una de la puertas, invitándome a entrar en la cabina.
Siempre soy muy reticente a meterme en cabinas si previamente no ha habido roces y feeling, y muchas veces, ni aún así quiero pues, como ya he mencionado en otras ocasiones, se priva a terceros que puedan intervenir o simplemente mirar, cosa que en ambos casos, para mí aumenta exponencialmente el morbo.

Pero entré, siendo acompañado por su mano puesta en mi cabeza, que mejor podría haberme dado un par de cachetitos en el culete para hacerme entrar, pero bueno...
- Quieres de esto?,- dice, mientras me enseña un botellita de poppers.
Curiosa manera de llamarlo, "esto", como si no supiera el nombre, o tal vez le diera corte decirlo.
- Toma, yo no sé abrirlo-, continuó. Me quedé muy extrañado, pues aunque tenga por motivos de seguridad una forma peculiar de abrirlo, no resulta ni difícil ni complicado.
Lo abrí, enseñándole como se hacía.
- Ves, aprietas hacia abajo el tapón, y es cuando entonces lo puedes girar para que se desenrosque,- le dije.
Tomé, y se lo devolví. El no quiso esnifar.

Me agaché y comencé a comerle el buen rabo que tenía, durante un buen rato. Mientras, con las manos, acariciaba su pecho, mientras el se dejaba hacer.
Como mucho, me tocaba la cabeza. Algo es algo, más que el de la sauna de vapor, por lo menos.
Cuando me incorporé por aquello de estirar un poco las entumecidas piernas, me preguntó por mi edad.
Tal como bien supuse, era un pelín mayor que yo.
- Qué curioso, hoy todos tienen la misma edad !, - soltó, tan pancho.
- Todos ?, contesté incrédulo de mí,- Y quienes son todos?, le pregunté porque no me lo creía.
- Bueno, sólo los dos con los que he estado antes, y les he preguntado. Bueno, y tampoco la misma edad, sino que somos de la misma década.
Supongo que me vería la cara de pasmado que se me había quedado porque volvió al tema del poppers y como abrir la botellita.
Y si  bien se lo volví a explicar y abrirle la misma unas cuantas veces, fué incapaz de conseguirlo.

Y se fué.

Ahora comprendéis cuando decía que muy poco había ocurrido.

...

Una semana más tarde volví, aprovechando también el día del cliente.
No había tanta gente esta vez, entre 15 y 20 tíos.
Y si la vez anterior pasaron pocas cosas, en esta menos.

Una eterna espera en la sauna de vapor para ducharme, porque habían dos tíos jadeando y follando como locos en las mismas, cosa que me parece estupenda, menos para el que tiene que esperar, jejeje...
A ver, si por la ducha fuera, hay otras repartidas por los diferentes pisos, pero no me apetecía tener que entrar y salir, sino quedarme entre los vapores, y alternarlo con duchas.

Y aún doy las gracias, porque al final las pude utilizar, porque con el jacuzzi me pasó tres cuartos de lo mismo, aunque esta vez los ocupantes no follaban, ni hacían cochinadas, sino que se habían montado la tertulia de las cinco entre las burbujas del jacuzzi.
Sólo les faltaba el té y las galletitas.

Y cansado de esperar a que se fueran o me hicieran sitio yéndose alguno, el que finalmente se fue fui yo.

Este tercer día no daba para un post, así que lo he incluido en este.


Comentarios

  1. Bueno, no todo sale cómo uno quiere. En esos casos hay que disfrutar de los vapores, como bien explicas y veo que también los disfrutas. Ya te comenté que yo también voy muchas veces a la sauna y me tiro horas y horas entre jacuzzi, duchas, sauna húmeda, duchas, jacuzzi, duchas, sauna húmeda, duchas, etc.....

    Bcn1972

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  2. Como en la vida misma, hay que aprender a disfrutar con lo que la ocasión te ofrece

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  3. Siiiiiii, y hace medio mes que disfruté mucho de una cosa muy simple, pero vaya....... 🤪

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