En la Sauna Galilea ( Un año más tarde ).




Toc, toc, toc...
Estaba ya claro que alguien pretendía llamar mi atención.
La primera vez que lo oí, no le presté la mayor importancia. La segunda miré de donde venía, sin ver a nadie.
Y esta, la tercera vez, recorrí con la vista toda la estancia hasta que me pareció ver a Hugo saludar con la mano, en el otro extremo y lado opuesto de las mamparas de las duchas.
Y digo que me pareció ver porque fue un visto y no visto, y porque de hecho a Hugo apenas lo había visto en tres ocasiones; en Cambio de planes (Febrero 2011), Flashback (Marzo 2011) y en un breve encuentro no relatado en la sauna Nova Bruc, hace unos pocos meses, en el que no llegó a pasar más que unos roces y caricias.
Por lo visto, me reconoció o al menos yo le sonaba, y decidí bautizarle en ese momento, por si tenía que volver a contar algo de él en este blog.
Hugo me pareció un buen nombre.

Acabé de cambiarme, me enfundé el paño en la cintura y la toalla al hombro, y comencé el repaso al local, por si había habido algún cambio desde la última vez que vine, y para ver como estaba de personal.

Apenas cinco personas, y a Hugo no lo ví.
Así que me dirigí al Jacuzzi, que era lo que más me apetecía en ese momento.
Estuve un buen rato sólo, disfrutando de agua caliente y del borboteo de las burbujas, hasta que vino a hacerme compañia durante 15 minutos una auténtica reinona de las que ni te dirigen la palabra, ni un saludo, ni mucho menos una mirada, ni por equivocación.

Tras media horita de estar en burburjeante remojo, me fui a la sauna de vapor, donde tuve unos roces con otro de los cinco tíos que deambulaban aquella tarde por allí-
Pero fue breve, pues aunque guapete, era excesivamente pasivo para mi gusto.
Y fue entonces cuando vi aparecer de nuevo a Hugo.

Comenzamos un juego de toqueteos, lamidas y comidas varias, pero sin mucha entrega.
Más bien contenidos, mecánicos o rutinarios si se prefiere, como si por el hecho de "conocernos" nos obligara a tener que hacer algo.
Y lo dejamos.

Hugo salió, quedándome yo un rato más, alternando el vapor con las duchas. Una delicia.
Cuando salí, me lo encontré charlando tranquilamente con el pasivote, que nos dejó al minuto, volviendo éste a la sauna de vapor, y Hugo aprovechó para decirme que el tío me seguía.
- Ya. Eso me parecía, pero no hay mucho que hacer-, le contesté. Demasiado pasivo, le recalqué.
Cosa rara en mí, pero comenzamos una breve conversación, hasta que el otro chaval salió, y se puso a charlar con nosotros.
Me sentía extraño hablando, así que, al poco me fuí de nuevo al jacuzzi.

Cinco minutos más tarde, entraba en las cálidas aguas 'El Melenas', el quinto visitante.
Me rozó con la pierna, como por lo visto se suele hacer siempre en los jacuzzis cuando alguien quiere algo de otro,  y se dió la vuelta, apoyando brazos sobre el borde del jacuzzi, la cabeza ligeramente  ladeada sobre los brazos, y el culillo bien visible, flotando y sobresaliente sobre las aguas.
Era bonito, todo hay que decirlo,  anduve toqueteándolo desde mi posición con el pie, a la par que también toqueteaba su sumergida polla y huevos.
En algún momento que me acercaba, hacía lo propio también con la mano.
Él no se movía, no tocaba nada. Se dejaba hacer.

Llevábamos un rato así, y yo, aunque me gustaba tocarle, me aburría un poco pues no correspondía con nada, cuando entró el pasivote de antes, situándose a mi izquierda y comenzando a rozarse con conmigo, tocándome e iniciando un suave y plácido pajeo.
Pasivo por pasivo, prefería este segundo, y tal vez porque dejé de prestar mucha atención al 'Melenas', o porque no le gustara perder la exclusividad de mis atenciones, acabó yéndose a los pocos minutos.

Nos quedamos solos, y nos dimos sin muchos apuros ni vergüenza el uno al otro.
Tenía una bonita polla y un culo la mar de apetitoso, y no dudé en agenciarme un poquito de ambos.
Mientras, mantenía la mitad del cuerpo por encima del agua, lo suficiente para que su verga quedara por encima del nivel del agua y pudiera mamar sin problemas, y con una  manos bien agarrada a su trasero, con los dedos de la otra inspeccionaba la oscura abertura.
No pensaba follarle, no os penséis, solo trabajarle un rato el ojete.

En un momento que deje de mamar, se reclinó hacia afuera del jacuzzi para alcanzar un sobrecito de lubricante que había dejado junto a las zapatillas.
Lo abríó, no con dificultad con sus resbalosos dedos, y se untó bien el orificio anal.
Si antes el dedo se quedaba justo en la entrada, y apenas entraba la puntita lo suficiente para realizar un suave masajeo, ahora no uno, sino dos, penetraban hasta lo más profundo que podían.

Con la mano derecha le pajeaba, y con los dedos indice y corazón de la izquierda le follé su hambriento culo hasta que acabó echando un buen chorro de leche más allá de los límites del jacuzzi.

Antes de irme de la sauna me despedí de Hugo.


Comentarios

  1. las dos ultimas veces que he estado en Galilea me han resultado muy gratificantes. No se si había mucha gente o no, la verdad es que no me moví de la planta inferior, sauna seca, sauna de vapor, cabina, y vuelta a empezar ..... Hace tiempo que no subo a las plantas superiores ni entro en el jacuzzi, me pasan las tres horas volando.
    Haber si puedo ir mañana, ya hace tres semanas que no voy .....
    Luis

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  2. Eso va como va. A veces de fábula. Otras sales sin comerte un rosco. Y otras, bueno, medio satisfecho.
    Ufff... creo que nunca he estado tres horas seguidas en una sauna. Dos horas, si, pocas pero si, y dos horas y pico, puede que también.
    Lo normal en mí suele rondar la hora/hora y media.

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