Sauna Condal, un mes más tarde.




Otra vez de rebote, me veía caminando hacia la sauna Condal de Barcelona.
No iba con el ánimo tan fastidiado, como cuando ocurre las otras veces que debo cambiar de plan en el último instante.
Recordaba el último día que había estado en esa sauna ( Aperitivo de pollas y El hombre perfecto ) e iba bastante ilusionado, incluso diría que emocionado ante las perspectiva de repetir una experiencia similar.

Desde entonces, no había tenido realmente nada destacable para merecer aunque fuera unas pocas lineas de este blog. Mucho paseo, algún roce y poca cosa que llevarse a la boca.
Aunque no tanto poca cosa, sino pocas ganas.
No había tenido un mes muy mamón.

Poco rato después de haber entrado, me metí en el cuarto oscuro de la primera planta.
No había nadie, y al intentar salir, un tío con los brazos en jarras me lo impedía.
Estaba claro que algo quería de mí, y enseguida lo supe cuando con mano en mi nuca me empujó hacía abajo, para que, arrollidándome, le mamara la polla que ya tenía enhiesta y todo lo visible que dejaba verse en la penumbra.

Confieso, por si alguien no lo sabe, que esta determinación me fascina.
Que sin mediar palabras, ni perder el rato en tonterías, me pongan a mamar o mirando a Cuenca.
A lo primero no suelo poner problemas, me agacho y mamo. Luego, si continúo, es otra historia.
Lo segundo, que casi nunca se da así tal cual, ya pongo más reparos.

Y en este caso, no tarde en darle largas, pues si bien la polla no estaba mal, el tío no se dejaba tocar, y no ya digo en caricias o pezoneo, sino tan siquiera agarrarle la polla para poder disfrutarla un poco más a mi rollo, o simplemente más cómodamente.

Así que me incorporé y lo dejé allí, mandándole a paseo.
Aunque en sentido estricto el que se fué de paseo fui yo.

Y este fue largo y aburrido.
Sólo un señor bastante mayor, que no me gustaba, me perseguía.
Aprovechaba cualquier estrechez para pasar, rozando unas veces, tocando claramente otras.
Me resultaba pesado, hasta que finalmente me dejé tocar un poquillo más.
Junto al estrado del cine, se me puso detrás y le dejé hacer algún toque y caricias.
Pero no le dejé pasar de ahí.
Cuando le quedó claro que no quería más, ya me dejó para el resto de la tarde.

El caso es que pasó mucho rato, tanto que estaba por lo que se dice "tirar la toalla", en el sentido propio de dejar de intentar nada y abandonar, aunque en una sauna bien podría llegar a significar lo contrario, ponerme bien en faena.

Solo se me había medio empinado con el tío en jarras y el viejete, y a los dos les abandoné por falta de motivación.

Y así fue, que en la fase de 'la última vuelta y me voy' me topé en la playing room con un osote, de discreta envergadura, pero un poco más grande que yo que me propuso, apenas pellizcarme los pezones de ir a una cabina.

Acepté como con resignación.
Era el último cartucho, así que no había nada que perder, después de tan triste tarde.

Un breve toqueteo de pollas y dos minimamadas dieron paso a un besuqueo, que rápidamente se convirtió en morreo, afortunadamente sin babas, continuando seguidamente con el pezoneo que momentos antes ya había iniciado.
Era un juego de pezones continuo, firme, pero a la vez suave, sin ninguna pretensión de buscar el límite entre el placer y el dolor.
Sin brusquedades.
Nos tumbamos y el juego continuo.
Comenzó a masajearme la nuca, para poco a poco ascender a la cabeza.
No tenía nada de excitante, sino todo lo contrario. Me tranquilizaba, y no es que estuviera nervioso, en absoluto.
De la misma manera que muchas veces me toca hacer todo el trabajo yo, también sé abandonarme totalmente, y dejar que me hagan.
Me relajó como hacía tiempo que nadie lo conseguía.

Finalmente, sentados frente a frente sobre la colchoneta, con las piernas entrelazadas, y acariciándonos mútuamente disfrutando del tacto de nuestras pieles, comenzamos cada uno a autopajearnos al mismo ritmo, coordinadamente hasta el final de una espléndida doble corrida.

La tarde acabó, sin apenas palabras, de una manera bonita.


Comentarios

  1. Que envidia perro!!! Tengo pensado ir el próximo viernes a esta sauna....pero será muy pronto, a las 06,00 de la mañana...Hay alguien que haya estado tan pronto? Suele haber maduros cincuentos a estas horas?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que como no sea en un sábado o domingo, para contar con los que se han quedado por la noche del viernes o sábado respectivamente, no creo que encuentres a mucha gente a esa hora, pero la verdad es que no he estado nunca tan pronto. Aunque ahora que empieza la temporada turística igual hay más afluencia. Si hay gente, creo que más de uno será de esa franja de edad que te interesa.
      Ya nos dirás, estoy seguro de que cualquier información detallada y de primera mano será muy apreciada por todos.

      Eliminar
  2. Pues nada, anónimo... Ya te ha contestado Maresme.
    Gracias Maresme ;-)

    ResponderEliminar
  3. Hay que saber disfrutar de ambas opciones, tanto de momentos en los que es más apropiado dejarse hacer, como de los momentos en los que toca hacer todo el trabajo, pero éste es satisfactorio. Y veo que sabes sacar provecho de cada uno ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, claro.
      Por supuesto que sé disfrutar, pero lo que pasa es que al principio de estos encuentros que me toca no hacer nada, o muy poco, me suelo sentir bastante confuso y algo incómodo.
      Pero sólo es al inicio.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares