Desencuentros en el cine Arenas




- Quieres hacer un trío?,- me preguntó Luis, pillándome la propuesta por sorpresa, pues apenas nos habíamos intercambiado un par de frases de saludo y un par de preguntas por mi relativa larga ausencia.
- Si quieres, podemos hacerlo con aquel de allí,- dio señalando con la cabeza hacia el chaval de piel morena, que se hallaba en el rincón, al límite entre los meaderos y el cuarto oscuro.
- Es amigo mío, y me trata bien,- continuó, para tratar de convencerme.

Hacía casi dos meses que no me había dejado caer por el cine Arenas, después del pensamiento, más que decisión en firme, que había tenido la última vez que fuí en aquella tarde extraña.
Y había pasado ya unos días de mi vuelta de mis días de perreo vacacionales.

A pesar de haber roto con la rutina, por lo demás nada había cambiado.
No sentía mucha motivación por hacer nada.

A pesar de que Luis es uno de mis habituales del cine Arenas, y que, a pesar de hacer casi dos meses que no pasaba, y algo más que no coincidía con él, no me convenció su propuesta.

El chico al que señalaba era uno que siempre me ha parecido que era chapero, y el comentario "... me trata bien", casi me lo confirmaba.

- No, gracias. Si acaso, en otra ocasión-, le contesté, finalmente, sin darle la explicación que no me apetecía en absoluto tener que pagar por hacer un trío, por mucha rebaja en sus tarifas que nos hiciera.
También pesaba y mucho, el hecho que el encuentro y conversación con Luis se producía cuando ya había apurado el tiempo y había decidido marcharme.

Apenas me despedí de Luis, que casi me choqué de bruces con Manolo, otro de mis habituales.

- Hombre, cuando tiempo sin verte!,- exclamó.
- Te ha pasado algo?, preguntó visiblemente interesado.

Esto me sorprendió, en tanto que era lo más parecido a una conversación que nunca había tenido nunca con él.

Le puse al corriente de mi poco tiempo disponible, temporalmente creía yo por entonces, y lo poco que, de últimas, iba al cine.

Supongo que se sorprendió de oir también mi voz tanto rato, un minuto de explicación, y mi prisa por irme.
De haber estado unos segundos más, a buen seguro me hubiera pillado del brazo y llevado a algún rincón.

Así fue mi primer día en el cine, tras la ausencia de dos meses, un rato perdido de una tarde de Julio, pues aparte de las dos conversaciones, nada ocurrió.

No creáis que el segundo día, un par de semanas después, fuera mucho más exitoso.
Nada mamé, y sólo me dejé mamar un rato por el chico gris, por aquello de darme un pequeño gusto y no tener la sensación de perder el tiempo y tirar el dinero.
Luego, un poco más tarde, el chico gris se la dejaba mamar al pajeador compulsivo.

Ambos entrarían en la categoría de "Los que nunca fueron".(Ver Habituales del Arenas 2013)

Y el tercer día en el cine, último del verano y previo a una larga pausa de dos meses más, de inactividad total, no solo de cine, sino de cualquier otro local y citas, ese último día solo hubo un roce de pezón y uno que me hizo una buena mamada, eso sí, pero sin más historia.



Comentarios

  1. ¿Y a qué se debe esa pausa de dos meses a la que haces referencia después del tercer día de cine? Debe de haber alguna razón importante más allá de la laboral o incompatibilidades de horarios...

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  2. La razón es la firme voluntad de hacerlo. Firmeza que para esta cuestión raramente se presenta.
    Aunque por un lado la disminución ya crónica de mi falta de tiempo disponible sea un fastidio para mis escarceos, por otro lado, me ayuda a controlarme y distribuir o planificar mejor este tiempo.
    De poder llegar a disponer tranquilamente de unas tres horas diarias, en laboral, a poco más e una y con prisas hay una diferencia considerable.
    La sensación de descontrol, que el deseo de perrear me domine, como si me entrara el "mono" no me gusta.
    La sensación de tirar el dinero de las entradas para no conseguir nada satisfactorio también influye.
    Asi que aprovechando las circunstancias "adversas", la poca afluencia de gente (certificada por años de experiencia) y poca actividad y a medio gas del verano en estos sitios que frecuento, bajé el ritmo, para luego intentar con cierta garantía estar al menos un par de meses "inactivo".
    También ayudó considerablemente que cogía vacaciones, tres semanas, entre septiembre y octubre, y marché fuera.
    Y que empezara regularmente a hacer una actividad en uno de los días criticos de la semana que normalmente siempre acababa perreando.
    Bueno, no sé si me he explicado un poco mejor ;-)

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