El polvo indio (1ª parte) - El antes



No se podría decir que hubiera ni más ni menos gente que cualquiera de esas últimas ocasiones que me había dado por ir a la sauna condal.
Casi como un ritual paso primero por el vestuario, luego el lavabo y ducha. Siempre el mismo orden.
Ya con el uniforme, toalla, paño y zapatillas, comienza el paseíllo de primer reconocimiento.
Que si hocico asomando a la sauna de vapor y luego a la seca, para comprobar si hay ambientillo, vistazo a los pasillos y cabinas junto al bar, luego el cine, cuarto oscuro, pasillo y más cabinas.
Era el recorrido habitual de observación de cambios en la sauna y del personal.
Un ver como tal estaba siendo aquella tarde y que me podía esperar.

Así de primeras no me suelo entretener en ninguno de los sitios, muchas veces porque no hay nadie, o si hay no suelen estar haciendo nada más que esperar.

Muchas esperas.
Muchas de ellas, desesperadas.

Y yo tan recién entrado, tampoco estoy por la labor de lanzarme sin previo calentamiento.
Si por aquella de esas casualidades ya hubiera un corrillo formado, como mucho me quedo a ver que pasa. Pero no suele ocurrir, hasta más tarde.
Continuo la visita por la planta de arriba, mirando a los que esperan en las cabinas abiertas, en sus diferentes posturas, y acabando en la playing room.

Ni mas ni menos gente que otras veces.

---

Y ahí estaba Antonio.
En la suave penumbra de la entrada del cuarto oscuro.
Apoyado en la pared, esperando. Confiado.
Sabiendo que su definido torso atrae miradas de deseo y manos lascivas.

Habitual del cine Arenas, cuando me lo encuentro no puedo evitar recordar un post llamado " Via Lactis", cuyos primeros versos le dediqué.

Él no lo sabe.

No hablamos.
Acaricio, toco, palpo
lamo y relamo,
chupo y mamo.

Algún gemido como única muestra del éxtasis en el que se sumerge, extasiado, sintiendo mi lengua recorrer su depilado cuerpo, buscando sus rincones secretos.

Y esta vez no fue distinto.
Excepto en el final.

Dos tipos se acercaron, ambos altos. Uno delgado y el otro de blanco pelaje.
El delgado toqueteaba al tentador Antonio. El peludo, al delgado.
Y yo seguía principalmente a lo mío, aunque de tanto en tanto, alguna de las manos se me escapaba ante semejantes ejemplares.
Tres torres.

Cuando se me comenzó a escapar algo más que dos manos, Antonio optó por marcharse.
Supongo que no ser el único foco de mi interés le desmotivó un poco.
Así que me quedé con los otros dos, mamándoles la polla a la vez, o cambiando de uno a otro.
En una de esas alternancias, el peludo albino aprovechó para agarrarme firme de la cabeza para follarme bien la boca, y acabar corriéndose abundantemente sobre mi pierna.

Ya entonces me quedé sólo con el tipo alto.
De piel finísma, pezones discretos y polla larga y fina.

- Chupa y sácame le leche de las tetas-, me requirió, al ver que me explayaba con sus pezones.
- Mama como un bebé-, prosiguió, aunque esta comparación me desmotivaba, sinceramente.
-Y luego me sacas la leche de la polla-, dijo, asintiendo yo más animado.

En el momento que decidí agacharme para mamarle, comentó que lo hiciera despacio, pues estaba a punto de correrse y no quería hacerlo ya.
- Pues te vas a correr antes que contar tres-, pensé.
Y así fue.
Aunque esta vez no gocé del privilegio de sentir su néctar derramarse sobre mi piel, pues lo arrojó todo sobre el afortunado suelo.

No estuvo mal el comienzo de aquella tarde

(Continuará)


Comentarios

  1. Me dejas expectante... Y caliente...

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  2. Me dejas expectante... Y caliente...

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    1. Otra vez mama mientras tomas un caramelo de menta... Los vas hacer flipar...

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    2. No creas que no lo he pensado alguna vez que, casualmente me he comido un caramelo de antes de entrar.
      Aunque siempre he esperado a haberlo acabado antes de empezar a mamar ;-)

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  3. Hola perro. Me gustaria preguntarte si en el cine Arenas has visto a alguien que se tape la cara de alguna manera, ya que me gustaria ir, pero por mi profesion conozco a muchisima gente y no me gustaria que me reconociesen, Gracias por tu blog.

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    1. Hombre, tanto como con la cara tapada no.
      Pero alguno si he visto disfrazado o con una una gorra de visera y cabizbajo, de manera que, a la que pasara por las zonas más sombrías era imposible verle la cara.
      Unas gafas ayudaría.
      Aunque no es lo habitual.

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