El polvo indio (Última parte).




Mientras le comía el rabo, un pequeño grupo de personas se dispusieron a nuestro alrededor.
Un corrillo, que a cierta distancia, podían ver si llegar a poder tocar, ni yo distraerme con otros manjares.

En un momento concreto, mi mamado le hizo un gesto a uno para que se acercara un poco, cosa que no dudó ni un segundo en hacer, situándose detrás mío, rozando su polla sobre mis hombros.
Pero ahí se quedó.

Dos del corrillo comenzaron a liarse entre ellos.
El resto miraba.

- Sigueme- me susurró al oido, en un momento que me levanté para estirar las piernas.

-¿Quieres que deje la puerta abierta para que otro te trabaje el culito?- preguntó nada más cerrarla, volviéndola a abrir al responderle afirmativamente.
Pero al poco, y viendo que no pasaba nadie, optamos por un poco de intimidad.
-Ya te lo trabajaré yo, que a mi también me gusta follar- afirmó - así que si quieres...?- continuó dejando la pregunta en el aire.

Me mostré un tanto dudoso, pues el mozo disponía de un cipote de buen calibre, de aquellos que no entran enteros en la boca, como había podido previamente comprobar.
Sin embargo, y puesto que ya me había follado mi indito amazónico, debía tener mi, normalmente, estrecho culete suficientemente trabajado como para no que me resultara demasiado problemático un nuevo intento de follada.

Me puse a cuatro patas, y comenzó un toqueteo de nalgas muy suave, abriéndome poco a poco, sin prisas y parándose a juguetear en mi ano, su cálida y húmeda lengua.

No sé de donde sacó el condón y el lubricante, pero por lo visto iba bien preparado.
Sin mucha dilación se lo enfundó y preparó mi ansioso culo para recibir su hermosa hombría.

Ni que decir que follaba estupendamente.
Pero el tiempo comenzaba a apremiar.
Quería, o más bien, necesitaba correrme, y así se lo dije.
Y así lo hice.

Breve, pero todo un señor polvazo.

Y más guerra quería cuando nos reencontramos en las duchas.
Pero no podía ser.
Al salir, apareció de la nada, como siempre y al final de la tarde, Xavi, el eterno rechazado.
Esperando mi negativa, me cogió suavemente la cara con las dos manos y me besó dulcemente los labios, al tiempo que con una sonrisa decía: "Pues otro día será".

De camino a las taquillas, me encontré de nuevo con el indio
-Ya te vas?, No quieres seguir un rato?- preguntó, pareciendo que el mal rollo se le había ido a saber donde.
Hicimos un intercambio de impresiones y nos despedimos.

Dos polvazos en una tarde, y una rica comida de tres pollas, no estaba nada mal para celebrar el recién abandonado resfriado.

(19  mayo 2014)


Comentarios

  1. Un gran final. Me encantan estas historias, ya estoy esperando la siguiente.

    ResponderEliminar
  2. Oh pobre Xavi! Habías escrito ya antes sobre él? No recuerdo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Al pobre Xavi lo he mencionado varias veces en situaciones muy parecidas.
      Pero como nunca hemos tenido ni hecho nada, poco he podido contar.

      Eliminar
  3. Esas pollas que no caben en la boca son las que me gusta tener en el culo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares