Chema. El Alfa y el Omega.




No estaba muy seguro, por varios motivos, de querer escribir este post sobre Chema.
Primero es que no pertenece al tiempo en el que transcurre las historias de este blog; luego porque realmente tengo recuerdos muy difusos sobre las veces que me lo encontré y estuve con él, y luego porque en realidad tampoco es un personaje relevante en mi vida pasada ni actual.

Sin embargo, los tres argumentos son rebatibles.
Cierto que su historia se remonta a hace ventilargos años, pero en este blog ya he contado alguna historia “antigua”, como por ejemplo, la del psicópata y la de la orgia en Madrid, aunque estas lindan en los confusos limites de la penumbra.
Luego, la mayoría de las cosas no me acuerdo, tal vez porque no fuera nada especial.
Sin embargo, lo que recuerdo son escenas o comentarios muy precisos ligados a momentos decisivos en mi vida, en las que él, sin ser parte activa ni directa, coincidía como inicio o fin de algunas historias.

Lo conocí la víspera de una fecha señalada por partida doble en mi vida, entre las butacas de platea del cine Arenas, al principio de frecuentarlo en mi segunda etapa, cuando este aún tenía su entrada principal por la calle Creu Coberta y una capacidad por lo menos cuatro veces superior a la actual.
Incluso puede que me quede corto.

Y si lo conocí ahí en concreto es porque en aquella época yo no hacía nada más que llegar, sentarme y esperar a ver lo que pasaba. Y de ahí sólo me movía para ir a mear, entre las miradas curiosas, libidinosas o indiferentes de los tipos que flanqueaban el pasillo.

No recuerdo que hicimos, posiblemente un toqueteo y poco más, ya que entonces como digo, yo era extremadamente cortado, si bien, en alguna ocasión ya me atrevía a mamársela a alguien entre butacas.

Y me invitó a ir a su casa, cosa muy poco habitual que me ocurriera entonces, ni nunca a posteriori.

El tipo, una vez visto a la luz de la calle no me pareció nada atractivo.
Lo veía mayor respecto a mí, cuando él pasaba de poco la cuarentena, no tenía un cuerpo muy atractivo, sin nada de vello, serio, de pocas palabras e imposible sonrisa (nunca lo vi sonreír) y una cara constante de "pomes agres".
No es que estuviera amargado o enfadado. Simplemente era ( y es) su cara.

El como se desarrollo la noche, pues no lo recuerdo.
Lo que sí me acuerdo es de su  grueso cipotón achampiñonado, que me folló antes de dormir y nada más despertar, o más bien, mientras me despertaba, que me obsequió con una frase que aunque era una constatación de mi actitud en la cama, yo lo tomé por todo un piropazo, y el comentario, en un momento de la noche de su deseo de tenerme siempre allí, con un butt plug en el culo, que sacaría siempre en el momento que quisiera follarme, cosa que solo mencionarlo consiguió mantenerla tiesa toda la noche y muchos días posteriores.

Al marcharme a la mañana siguiente, me dió su tarjeta con su teléfono (fijo, pues por aquel entonces aún no existían los móviles).
-Ah, te llamas Chema-.
-Yo, Albert – Le dije no sé muy bien porque.

Al sábado siguiente nos vimos ya directamente en su casa, pero lo único que recuerdo fue comentar sobre su colección de películas en video (no existían ni DVD ni BlueRay ) que tenía en una estantería.

Días después de este encuentro retomaba mi relación con la que había sido mi primera pareja.
Fue la última vez que lo ví hasta pasados varios años.

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La segunda vez que apareció en mi vida fue justo después enrollarnos en la mítica discoteca Martin's, en una época de nueva soltería en la que, entre otros pocos locales frecuentaba los fines de semana.
Aquella noche me había vestido de gala.
A saber, botas de piel, tejanos, chaleco y chupa de cuero.

Si digo que apareció después de enrollarnos es porque ocurrió en el gran cuarto oscuro de la primera planta, y fue al salir a tomar algo y descansar, cuando vi quien se trataba.
Le comenté que creía que lo conocía, aunque estaba convencido de ello.
Él no me reconoció para nada.
No insistí, ya que, con el hecho de que me invitara a pasar la noche en su casa, por mi parte quedaría confirmado.

Iba del palo Amo dominante, cosa que me sorprendió, pero me fue como anillo al dedo, pues estaba yo en una época de descubrimientos, en la que perro se gestaba.

Realmente no pasó nada que ni siquiera en aquella época me sorprendiera ni me escandalizara, en tanto que, supongo simplemente me folló, con algún 'si señor', 'si Amo', 'soy su putita' y poco más.
Recuerdo haber pensado que me llegó dar más morbo aquella primera vez, simplemente con aquel comentario del butt plug.

Y aún así, llegamos a quedar tres veces más, en las semanas siguientes, eso sí, estas veces por la tarde entre semana.
Y aparte de un rosario de bolitas que me metió por el culo un día y una escueta lamida del empeine, tal vez ese mismo día, aparte del consabido polvo que doy por supuesto que hicimos, más que yo lo recuerde, no paso nada a destacar.
Como curiosidad, la tercera vez que quedamos se le olvidó de acudir a su propia casa, que es donde nos encontrábamos.

Muy, muy pocos días después conocí a quien sería mi segunda pareja.

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Y de ahí saltamos al encuentro en el cine que relaté en el post Los últimos días del Arenas (II),  hace unos días.
Días más tarde, el cine cerraba para siempre.

Pero curiosamente, esa no fue la última vez que lo ví.
Y de momento, nada ha comenzado ni terminado...




Comentarios

  1. Chema en tu vida, Perrete, se parece al rio Guadiana, que en su recorrido hacia el mar desaparece y aparece. Lo curioso que sin que te haya marcado en nada, por lo que se lee en tu relato, si que ha aparecido en momentos clave de tu relato vital. Y de leerte también se desprende que fue poco a poco el que te hizo ser lo que hoy eres a nivel de gustos sexuales y de roles: un verdadero perrazo, sumiso y muy morboso. Como lector de tus relatos doy las gracias a Chema.
    Un dia tendremos que quedar para vivir contigo algunas de tus expereciencias sexuales ya sea en una sauna, sexchop ...
    Te imagino a cuatro patas con un collar y con la correa de paseo de mi perra Nina...

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    1. No, no.
      Para nada influyó en nada en mis gustos ni roles.
      Sólo fue curioso el hecho que cuando yo estaba en ese proceso, me lo volví a encontrar digamos que en un proceso similar.
      La primera vez simplemente era activo, la segunda iba de dominante, pero un tanto titubeante en rol de Amo.
      Si quedaremos, si... aunque igual me da la vena tímida, jajaja... ;-)

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  2. Interesante que Chema aparezca y se vaya de tu vida pasados los años y que, en parte, fuera gracias a las experiencias vividas con el que fueras descubriendo el perrete morboso en el que te convertiste ;) Me choca también la costumbre que tenemos en estos ambientes de fingir nuestro verdadero nombre, lo digo cuando te presentas como Albert. Es algo muy común, lo malo es cuando algunas personas no se acuerdan de haber estado contigo antes y tan pronto te dicen Albert, como meses después te dicen Rodrigo.

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    1. Como le decía a Pere en el anterior comentario, lo que pude hacer con él fue casi anecdótico, pero que coincidió en una época en que yo iba descubriendo parte de mi naturaleza más "canalla".
      Cuando a media tarde he leido tu comentario, caí en la cuenta que aquella vez no fue la única vez que use ese nombre. Hubo una otra vez, por aquel entonces también que me hice llamar así con un tipo que encontré varias veces en la antigua sauna bruc.
      Pero no recuerdo el porque de ese nombre.
      Siempre suelo usar uno, y muy concreto.
      Como siempre, muchas gracias por comentar ;-)

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