Manos presas




Ambos cuartos estaban muy poco concurridos, así que opté por quedarme un rato en el pequeño, por aquello que, con la misma cantidad gente, resulta más acogedor.
Me quedé junto a la columna, equidistante de los tres tíos que se allí había; uno muy mayor, otro un poco menos y otro, tal vez de mediana edad, alto.

No tardó en acercarse el más mayor de todos que, cogiéndome la mano, se la acercó hacia su polla, supongo que con intención para que se la meneara, o cuanto menos, tocársela.
Me solté, sin brusquedades, y le hice ver con un gesto de cabeza y mano que no me apetecía.
No insistió, afortunadamente, y salió.
Y pidió turno el que le seguía en edad, pero este solo se puso a mi alcance, esperando que tomara yo la iniciativa.
Pero no me motivaba, por lo que me mostré pasivo ante su proximidad.
Unos segundos más tarde también se marchó.

El tío alto observaba discretamente la escena desde enfrente, junto al tabique.
Mientras tanto había entrado más gente, pero no acababa de mostrar mucho interés por quien se me acercaba.
Algún toqueteo no correspondido, y si lo era, con apenas entusiasmo. No sabría decir el porque, tal vez porque eran entradas muy pasivas, y al ver que no interrelacionaba, no persistían en el intento.
Resultaba curioso que ninguno adoptara el rol del insistente y pesado de turno, cosa muy de agradecer.

En un momento que quedé sólo, el grandullón se me acercó.
Me sacaba una cabeza de alto.
Objetivamente no es mucho, pero siempre me achico más de lo que es cotidiano en mí cuando esto ocurre.
No obstante, como muestra de receptividad, con una mano le acaricié el pecho por encima de la camisa, y con la otra, osadamente, la entrepierna.
Su reacción fue suave, pero decidida. Me cogió ambas muñecas, y poniéndomelas a la espalda, me dió la vuelta encarándome hacia la pared, y apoyando su cuerpo contra el mío comenzó a mordisquear el cuello; a respirar sobre él, y mientras me mantenía las muñecas sujetas con una mano, con la otra apretaba uno de mis pezones.
Al poco, decidió liberarme un poco de la presión a la que me mantenía, con mi cara ladeada tocando la pared, de espaldas a él, su aliento sobre mi cuello y rodeado de su cuerpo.
Sin soltarme, me dió la vuelta y me posicionó de cara al centro, él apoyado sobre la columna y yo totalmente expuesto en la zona más luminosa del pequeño cuarto.
Tenía la camisa totalmente abierta, y los pantalones que tenía medio bajados, acabaron a la altura de los tobillos.
Tal cual, parecía un trozo de carne inmovilizado, en exposición al alcance de cualquiera que quisiera palpar la mercancía, como ofrenda a manos lujuriosas y lascivas lenguas que quisieran probar de mis expuestas vergüenzas.
Y algunas manos de varios tíos me toquetearon, pellizcaron, pajearon y sobaron. Y alguna osada boca se atrevió a mamar mi polla y lamerme las tetillas.

Pero eras acciones breves.
Muchas veces, y resulta paradójico, cuanto más fácil y clara es la intencionalidad de una acción, posición o situación, más tímida, cortada o acomplejada se comporta la gente.
Yo, entrecerraba los ojos y me concentraba en el sentir de los diferentes y ocasionales tactos.

Con mis manos a la espalda, tenía a mi alcance su paquete, pero cada vez que intentaba palparse, se retiraba un poco hacia atrás.
No se dejaba tocar.

Cuando se cansó de tenerme así, me cambió de posición, de espaldas a la columna, y agarrándome esta vez las muñecas con su mano izquierda, por encima de mi cabeza, mientras que con la otra me agarraba en cuello y con el pulgar bajo la barbilla, manteniendo mi cabeza inmóvil y alzada, mirándome fijamente.

El bien podía.
Al contrario que yo, puesi antes no le había llegado a ver la cara, ahora la tenía a contraluz, y apenas si se le iluminaba un lado.
Qué edad tendría? Unos cuarenta?,-pensaba.
Como te llamas?,- me preguntó de repente, con una varonil y seductora voz de baritono.
Y durante un buen rato, estuvo susurrando mi nombre al oído, y lo cabrón que yo era, .

Sin previo aviso, se fue, dejándome libre, descamisado y con los pantalones en el suelo.

Pero no marchó muy lejos, pues tras adecentarme un poco, al salir del cuarto oscuro y dirigirme al otro, vi de reojo que me seguía.

Una vez allí, se me puso delante, apenas a un palmo de distancia mirándome fijamente a los ojos y con una pervesa media sonrisa que se dibuja en sus labios.
Visto que antes no se dejaba meter mano, comencé a desabrochar los botones de su camisa, a ver si al menos, podría llevarme algo a la boca.
Se mostró receptivo y dejó que mi lengua lamiera y besara sus duros pezones, mientras con mis manos, de momento libres, acariciaba su varonil y bien formado torso.
A pesar de temblar de placer y soltar tímidos gemidos, parecía que no quería perder el control.
Volvió a agarrar de la muñecas y sujetarlas por mi espalda con sólo una de sus fuertes manos, en posición de ofrenda a los despistados, ocasionales y escasamente participativos paseantes que se acercaban por allí.
Esta vez no tenía todo en exhibición, pues aunque los pantalones los tenía a la altura de las rodillas; polla y huevos estaban todavía a buen recaudo.
Iba alternando la posición, con la de los brazos cogidos en alto, y de cara a mi, y yo apoyado en la pared.
Con su manaza libre me apretaba polla y huevos, o bien me subía el calzoncillo por detrás, ciñiéndome bien el paquete y metiéndoseme en la raja del culo.

Me susurraba al oido, con su voz, grave y seductora.
- cabrón, cabrón... te gusta?.
- Te gusta ser dominado, esclavito?.

Seguía sin dejarse tocar sus partes en los escasos momentos que me liberaba.
Comenzó a lamer y morderme los pezones, y de tanto en tanto, paseaba su cálida y húmeda lengua por mi sobaco.
Aprisionado entre la pared y su poderoso cuerpo, e inmovilizado de manos, sólo tenía la lengua libre para darle placer, y sus pezones los tenía a la altura de mi boca.
Pasó mucho rato, entre sus penetrantes y fijas miradas, sus apretones de huevos y polla, mordiscos y lamidas, y mis quejidos de placer, y alguno de dolor.

- Esclavito, esclavito que se queja,- me susurraba, con una maliciosa, pero encantadora e hipnótica media sonrisa.

Y posiblemente hubiera seguido mucho rato así.

- Va siendo hora de marchar, me deja?, le pregunté educada y sumisamente.
Y me dejó.

Salí del cine más tarde que nunca, sin haber mamado, follado, ni disfrutado de ninguna polla en modo alguno, sin embargo, plenamente satisfecho.



Comentarios

  1. ESPECTACULAR!!!
    Soy súper adicto a tus experiencias. Igual que otros, por tu culpa -o mejor- gracias a ti- he ido a varios sitios de los que relatas. Tengo que hacer un blog, aunque seguro que no lo escribiré y detallaré tan bien como tu, pero joder, qué morbazo (todos tus post) y este en concreto.

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    1. La tarde fue un ejemplo de que se puede pasar estupendamente con mucho morbo sin sexo estricto.
      Ánimo en tu blog. Sólo se necesita voluntad, paciencia y constancia. Lo demás viene casi sólo.
      Avisa cuando lo empieces ;-)

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    2. Holaaa buena historia!!! Mañana ire a erotixx a las 17h! Quiero comerme muchas pollas! Estare en la sala del columpio con vaqueros,camiseta roja y bandolera negra! Entras me dices q eres del foro y te la chupo! Cuantos mas seais mejor! Contestadme x aqui si vais a venir ok o por mail!!!

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    3. Gracias Oscar.
      Bueno, pase lo que pase, ya nos contarás como te fue.
      Ah, Y hasta que hora vas a estar?

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  2. Estare de 17 a 18h!!!! Te pasaras??

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  3. Aún no lo sé. Pero antes de las 18:20/18:30 me es imposible :-(

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  4. Hoy volvere a erotixx! De 12.20 a 13.20 y de 17h a 18h!!! Quien se apunta a q le coma la polla??

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    1. Si dices que volveré, es que fuiste el dia anterior. Y como fue ? Cuéntate algo.
      Aquí se comparten experiencias !!! ;-)

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  5. Fue geniiiial!! El primer dia me comi 3 pollas y el segundo 4,una de ellas immensa!!!! De las 7 q me comi 4 fueron por el gloryhole!!! Estuvo genial!!!!

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  6. Coñooooo, que morbazo, cómo tú dices: Se puede pasar bien sin correrse, aunque yo hubiera tenido que correr me, no puedo volver a casa cargado, tienen que deslecharme.

    Lo que hubiera dado x estar ahí y verte en esa situación, seguro que de la excitación de ver a alguien sometido, me hubiera aprovechado de la situación.

    Bcn1972

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    1. Caray! Me he vuelto a poner cachondo al leer el relato.
      Nunca tengo por objetivo correrme, y muchas veces, ha sido ya en casa que he caido en la cuenta que no me he corrido. Alguna vez ocurre que si, antes de volver, lo fuerzo.

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    2. Jó, mira si es bueno, que al volverlo a leer, tú mismo te pones a cien de algo que te ha pasado a tí.

      Pero cuándo fuerzas el correr te ahí, no lo disfrutas como si te hacen correr te sin forzar te, no?

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    3. Ya ves... jaja ;-) ... No, no lo disfruto tanto, evidentemente. Es más una liberación de la tensión acumulada. Pero bueno, solo a veces necesito liberarme. Disfruto más del viaje que del destino.

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    4. Por lo que puedo leer, sí que me he dado cuenta que disfrutas mucho de toda la acción llevada a cabo que de los pocos segundos de corrida en sí. Y nosotros nos gusta leer cómo te lo pasas genial. Que nos hagas partícipes cómo si estuviéramos ahí 😋.

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