De las mamaditas en el Bears Bar a Casa de Jon.




Ya era buena hora para ir al Bears Bar.
Entre la poca gentre de arriba y abajo del local, al menos la de abajo, la de la zona de cruising, parecía más animada que la del día anterior, que realmente habían sido un muermazo.

Entre paseos y apretujones, me comí tres pollas de una sentada, o más bien dicho, de un momentito que me agaché.
De tres tiarrones que me sacaban más de un palmo de altura cada uno, cosa nada difícil por otra parte. Estaban todos prietos, quietos,sin hacer nada ni dejar pasar a nadie, en el último cruce de pasillos.
Palpé, me agaché y zasca, al momento, tres pilones a los que amorrarse.
Una de los propietarios de las susodichas pollas, angloparlante para ser más concreto, se me corrió en el cuello, pringándome hasta la camisa.
Gente más guarra, por Dios!.

Una minifollada de uno y una morbosa mamada de otro, en la jaula del medio, la más iluminada, completó la estancia de esa noche en el local.
Lo de mini, fue porque apenas fue un entrar y salir, sin gusto apenas, ni consecuencias, y lo de morbosa fue por el tipo al que se la mamé, fuertote, aspecto de bruto machote, semidesnudo, estética leather, con su arnés pectoral y sus cueros.
No llegó a mucho más, porque no era tan dominante como parecía.
Una lástima.

Me parecía curioso que aquel día que llevaba cuatro cervezas a esa altura de la noche, estuviera bastante más mareado que el día anterior que cuando llevaba cinco parecía que estaba como si solo me hubiera tomado dos.

Un mareo controlado, pero mareo al fin y al cabo.

Ya había decidido volver al hotel, me fui, pero no sin antes pasar por el copper 2. Me constaba que no había abierto a su hora oficial, supongo que por el puto fútbol, y dudaba que finalmente lo hubiera hecho.
Pero asomé el hocico por alli.

Habían dos clientes, vestidos, aunque uno de ellos, para colmo del atrevimiento, estaba descamisado.
Entré, saludé y al acto dispuesto, se la estuve chupando un rato a Jon, culillo incluido.
Los otros miraban, pero no se animaban. Y se fueron, minutos antes que cerrara el local.
Jon insistió en ir de nuevo a su casa con él y su marido, que también estaba allí, pero no lo contaba yo ya como cliente.
Aparte del mareo, me dolían las cervicales, cosa que quise dar como excusa para no ir y refugiarme en la habitación de mi hotel a buen resguardo, pero muy resuelto él, me hizo una imposición de manos, en nuca y hombros, y tanto se me fue, que doy fe en varios meses, no me han vuelto a doler en la misma medida.

Y accedí, tanto como agradecimiento por haberme aliviado, como por las seis cervezas ( Dos más habían volado, 1 sin alcohol ) y los dos chupitos que llevaba encima.

Espero que en su casa no me diera nada más, como así ya lo había insinuado, pues a diferencia del primer día, aquel día iba ya con el peíllo encima.
Pero eso, en gran medida, aceptarlo dependía de mí.

Su marido, grandullón de 2 metros, de barrigón cervecero y torpe andar, brusco, pesado con aparente tendencia a caer hacia adelante se encargó de llevarnos en coche hasta su casa.
Nada que ver con Jon, que a pesar de ser mayor, al menos en apariencia, tenia una figura grácil, juvenil de andar resuelto y alegre.
Jon se quedó a cinco minutos de casa, con la excusa de comprar algo, y yo subi con Alex, el marido, quien en lugar de invitarme a una copa, como suele pasar en las películas y en la vida real, se sentó en el sofá, a mi lado, y sin preámbulos ni palabras de por medio, se sacó y me ofreció su polla, obviamente para mamarla.

A eso le llamo yo saber cuidar y tener atenciones y deferencias con los invitados. Sí señor !!!
Para que mamar más alcohol, si lo que apetece es polla !.
Y uno que, evidentemente es muy agradecido, correspondí.

Al cabo de un ratillo, oi como Jon entraba en casa, trasteando algo, tal vez la compra.
Se quedó un rato en el quicio de la puerta mirando, hasta que Alex se corrió, cosa de minutos.
Y entonces me fui con Jon, que esta vez sin coca, ni chupitos, ni cervezas, y nos liamos al mismo estilo que la anterior vez, dos noches atrás, hasta que se corrió, mucho más rápidamente que entonces. (Ver post: "Sexo, Coca y Limoncello").

Yo no, para variar.
Pero esta vez no era por postponer el momento.
Simplemente estaba exhausto y no tenía fuerza alguna.

Al levantarme, el camino que me esperaba, no más de 20 minutos andando, se me antojaba, aquel dia, inabarcable, infinito.

No sospechaba yo que esto era indicativo de algo.

Y nada bueno.


Comentarios

  1. Joer perro, te pasas unas noches de auténtico escándalo... Me llama la atención que Jon se quedara simplemente mirando como se la mamabas a su marido, sin querer participar o buscar de aquello algo más morboso entre tres, te los hiciste a los dos por separado.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, no están mal.
    Aunque podría ser mejores, pero también peores. Así que tal cual vienen, bienvenidas sean.
    No se lió porque la mamada fue muy breve. Según me contó, el marido tampoco está mucho para fiestas, así que Jon se lo montó aquellas dos noches conmigo, mientras su marido dormía en la habitación de al lado.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares