Día en blanco




Exhausto.

Sin fuerza alguna para dar ni tan siquiera un paso, y menos, obviamente para caminar los 20 minutos que me separaban desde casa de Jon a la habitación de mi hotel, donde quería caer rendido, ya!.

Coger un taxi era la única alternativa que podía imaginar, algo que en la vida se me ocurriría hacer para tan poca distancia.
Así lo hice y, en poco más de cinco minutos caía totalmente consumido en la cama de mi habitación del hotel.

El sueño duró apenas un par o tres de horas.
Eran las 10 de la mañana y poco animosamente me levanté camino de la playa. Sin desayunar.
Tumbado en la hamaca, hacía lo imposible por acurrucarme bajo la sombrilla para no notar el suave toque del sol a esas aún tempranas horas apenas si llegaba a acariciar la piel. Pero me molestaba sobremanera !
Y bajo la sombra, notaba en mi cuerpo unos leves escalofríos.
Con todo, lo que me hizo advertir de manera definitiva que no estaba nada bien era que no me apetecía leer absolutamente nada. Increíble.

- Recoge la toalla y demás bartulos y vuélvete al hotel, - me dije a mi mismo.

Ocho euros tirados.(Sombrilla y hamaca).

Y así lo hice.

Volví y me metí en cama, solo para salir cuando me entraba un apretón y corriendo tenía que ir al lavabo.
A echar agua , porque por el color no era otra cosa !!!


No me dolía nada.

Comí dos galletas.
En todo el día.
Por tener algo en el estómago.

Todo en día en letargo. En duermevela.
Morfeo no se esmeraba.

Cena exigua.
Hambre tenía, pero no quería tentar la suerte.

Aquella noche no salí.

Día negro.
Día en blanco.
En cualquier caso, día perdido.


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