Espontáneo



Dos personas, un hombre mayor sentado en las butacas y un treintañero de pie en la salita de video eran el único público que había aquel viernes, a aquellas horas de la tarde en el BlueBox de la Gran Vía.
Entrar yo, y al par de minutos irse el más joven, todo fue una.
Así pues, me senté a ver el aburrido video que ponían en ese momento.
Al menos allí estaba bien protegido del gélido frío que azotaba aquellos días la ciudad.
Entre el contraste de temperatura, ahora calorcito, la letanía de gemidos que se escuchaba entre las dos diferentes peliculas que emitían en los diferentes pantallas y la soledad que se respiraba en el ambiente, me quedé tranquilo y relajado.
El sopor me invadía.

No sé si me había llegado a quedar dormido, o sólo ligeramente atontado, ni siquiera si pasó mucho tiempo, cuando de improviso apareció aquel tío preguntando si allí había lavabo y, en su caso, donde estaba.
- Justo en el otro lado del local, junto a la entrada,- le indiqué.
Con tan poca luz, no acertaba a ver la hora.
A los pocos minutos volvió a aparecer, y todo decidido me preguntó si podía sentarme a mi lado.
- Sí, claro,- le contesté escuetamente.
- Sabes... es la primera vez que vengo a un local de estos,- me dijo-, con una naturalidad pasmosa.
- Ah!,- le volví a contestar más escuetamente si cabe.
- Oye... y te puedes... (gesticulando con una mano haciendo el movimiento de pajearse)... sin problemas?.
- Pues sí, claro - dije- ya en un alarde de desparpajo por mi parte.
Y el tío, ni corto ni perezoso, sentado a mi lado, se bajó los pantalones hasta la rodilla, se desabrochó la camisa, y comenzó a pajearse.
Yo no salía de mi asombro ante tanta, tantísima espontaneidad.
Es una característica de algunas personas que me fascina, pues yo soy todo lo contrario, a mi pesar.
Le iba mirando por el rabillo del ojo, y al poco, se dió cuenta.
- La quieres probar ?- soltó con al misma frescura y alegría.
- Vale !- contesté- agarrándole del nabo para comenzar a apreciar su consistencia y calidez.
Segundos más tarde, me quitaba el abrigo, bajaba los pantalones, para de paso ir tocándome, y me puse a mamársela.
Era normalita, pero estaba rica.
- Te gusta?, preguntó,- y yo contestando afirmativamente con la cabeza.
Estuvimos un buen rato. De tanto en tanto se acariciaba el pecho o me cogía muy suavemente de la cabeza.
Y lo que no cesó un instante fue un constante movimiento de pelvis hacia adelante y hacia atrás, follándome la boca. No era de los que se quedan inerte, sólo recibiendo. Y sin brusquedades.
Quieres follar? ,- fue la siguiente pregunta.
Mi dedo indice de la mano derecha le indicó que no. No sé porqué... !!! ( Desde entonces lo tengo castigado ).
Al poco, me apartó ligeramente y sacó la leche que hasta ese momento le estaba bombeando.
Se arregló, vistió y marchó.
Yo hice lo mismo.

---x---
Nota: Cuando me preguntó si quería follar, yo estaba en plena acción, e interpreté si era yo el que quería follarle a él. Me pareció extraño que fuera así, pero por no interrumpir la mamada no pregunté para aclarar la cuestión y me limité a contestar negativamente con el dedo al sentido de la pregunta que me había parecido.
Fue al acabar del todo cuando le pregunté, y me aclaró que se refería a lo contrario. Que si yo quería que él me follara.
Con un poco de pena y fastidio le tuve que decir que tendría que ser la próxima vez. 

Comentarios

  1. Joer, que mal te planteó la pregunta.....
    Claro, en el caso que fuera yo quien se la mamara, tampoco hubiera sabido a que se refería.

    Que mala suerte.....

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    Respuestas
    1. Y a saber la de veces que uno contesta malinterpretando las preguntas. Aquí porque me dí cuenta de que me sonaba raro y, aunque tarde, lo aclaré.

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