De meditaciones y leches





... Y tras esto comenzó la fase del aburrimiento.
Ese momento que muchas veces se vuelve eterno, que tras un pico de excitación y morbo, caes en un paréntesis de tedio y paseos perdidos que no llevan a nada más que a maldecir el no haber aprovechado al límite lo que anteriormente se te había dado.

Pero estos trances también tienen su fin ...

(Continuación de "barrigas y leches")

Así pues, cansado de dar vueltas, me tumbé boca arriba en la camilla de la oscura habitación abierta, sin más separación que una cortinilla de tiras plásticas.

No tardó nada en entrar un tipo bajito, encorvado, dubitativo, de lento y renqueante andar, canoso, muy, muy entrado en años.

Un anciano. Que bonita palabra para designar una época en la vida. El invierno de la vida. Una palabra que, personalmente me inspira ternura, sabiduría. respeto, longevidad, experiencia.
Un vocablo tristemente en desuso. Hoy se opta más por el término anodino de "persona mayor", o "viejo".
Viejos son los trastos, no las personas.
El cambio de los valores se refleja en el habla.
El poder de las palabras.

Me vi reflejado en él, a treinta o incluso cuarenta años vista, deambulando por la sauna, esta u otra, que Dios sabe cuales habrán por aquel entonces, con las cuatro perrillas ahorradas de una exigua pensión, en busca de una sincera caricia, una sonrisa de afecto o un algo más que me acercara a un pasado casi olvidado.

Nada ocurrió más allá de un breve y tímido roce que apenas se le podría llamar caricia.

En un instante volví a estar solo, apenas acompañado de un solitario punto de luz de led azul y la música de "Love theme" de Vangelis, de la banda sonora de Blade Runner que en ese momento sonaba.

En cuerpo físico, el anciano en su cuarta edad y en la etereidad de la música, el replicante Roy Batty, el personaje que interpretaba Rutger Hauer, ambos en los límites de la vida, se hacían presentes allí en la sauna.

Curiosa coincidencia.

En medio de mis reflexiones fui interrumpido por la aparición de un "joven", que sin dudarlo mucho, a diferencia del ancianito, se puso a palpar mi polla que en ese momento se mostraba morcillona, la cual no dudo mucho es serle agradecida y adoptar la compostura debida.

Fue entonces cuando ya se acercó lo suficiente para poder yo, desde mi tumbada posición, ayudarle a quitarse su toalla y intentar hacerle una mamada, mientras él seguía tocándome.
Me parecía lo más apropiado, que ponerme a divagar reflexionar sobre la vida y la muerte, a lo que minutos antes, estaba a punto de hacer cuando me quedé sólo y me envolvió aquel ambiente de paz que invitaba a la meditación.

Pero por un momento me dio la impresión que me rehuía, al apartar su polla y con ella, sus ricos huevos que le colgaban.

Lo que realmente hizo fue posicionarse mejor, para pasar su pierna izquierda por encima de mi, apoyándola de rodillas en la colchoneta, al otro lado de mi cabeza, y su otra pierna apoyada en el suelo.
Lentamente, sin dejar en momento alguno de pajearme, descendió su culo sobre mi cara, a prudente distancia, sin llegar a sentarse en ella, pero a la suficiente mínima distancia para poder lamerle el ojete.

Y así lo hice.

El momento me excitó sobremanera al punto que tardé muy poco en dejarme ir, abandonando todo control por resistir, y me corrí abundantemente sobre mi barriga y pecho.
Fue entonces cuando dejó de tocarme para comenzar a restregar su cuerpo sobre mi leche.
Aceleré el movimiento de lengua y mientras se pajeaba, acabó corriéndose sobre mi, mezclando sus fluidos con la lefa que un momento antes me había pringado.

Era la segunda vez en aquella tarde que me sentí como un bote abierto de leche condensada

Estaba tan pringado que no me sequé ni con paño, ni con la toalla, ambos casi igual de mojados como yo.
Sali así tal cual, empapado de leche y en bolas, por la sauna camino de las duchas.

Veinte minutos más tarde, a punto de llegar a casa, mientras me rascaba la oreja note algo,
- Que es esto que tengo en la oreja?-, me pregunté.

Todavía tenía un rastro de leche seca !!!



Comentarios

  1. Esta muy bien tu reflexión sobre la vejez, la ancianidad, y como la trataba R Scott en su película. Es triste y, quizás, no tendría que serlo pero cuesta mantener el tipo cuando todo se disuelve como lagrimas en la lluvia, Al fin y al cabo todos somos replicantes.
    Mientras tanto, rebozarse en semen puede ser un buen antídoto, es la fuente de la vida del placer, de la alegría.
    Felicidades, te ha salido bordado.

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    1. Muchas gracias por tu comentario.
      Efectivamente, todos somos replicantes con fecha de caducidad que ignoramos.
      Por ello es mejor vivir disfrutando mientras se pueda.

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  2. Un relato precioso y emocionante. Me ha entusiasmado.

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