Tres machos pollones y folladores




-¿Quieres que te traiga pollas?,-me susurró un par de veces, una vocecilla ansiosa de una respuesta afirmativa.
- Sí, vale- respondí.
-¿Como las quieres?- Que no sean muy gordas, contesté precavido, pensando en mi tradicional estrechez.

Allí estaba yo con el culo en pompa, sobre la colchoneta del camastro de una de las salas del cuarto oscuro de la Termo Sauna Miguel, a la espera de la llegada y entrada de alguna polla samaritana.
Estaba más que convencido que aquello no iba a ocurrir, y tal vez fuera por ello, que por fin me hubiera atrevido a esperar en tan descarada y explicita posición y exposición.

Siempre he admirado la gente atrevida y desinhibida, por aquello de ser lo opuesto a mí, que aunque os sorprenda, así es.
Si bien es cierto que, poco a poco, voy progresando en el arte del desvergonzamiento.

El caso es, que por primera vez, me había atrevido con la postura, pero rondaba en mi cabeza el temor a una entrada incontrolada.
Siempre me gusta previamente palpar el instrumento para asegurarme, no ya tanto de la consistencia, sino del grosor y largura de la herramienta que ha de realizar tal primorosa labor, así como su adecuada equipación protectora.
Y de aquella guisa... no lo veía yo tan claro que pudiera cuidar de todos los detalles, sin llegar a romper el morbo o la magia.
A la vez de excitado, me sentía un tanto angustiado.

Pero tal como en parte me esperaba, nada ocurrió que no fuera un roce, casual o no.
Excepto magreos y tocamientos, y alguna ocasional mamada en el cuarto oscuro, en aquella sauna no se follaba si no era en una cabina y a puerta cerrada.

Después de un rato deambulando por el local, estaba por irme, pues esta vez no tenía intención de alcanzar ningún récord de permanencia, pero decidí darme un último garbeo por la zona más entre penumbras.

La zona más concurrida del cuarto oscuro en ese momento eran dos de los rincones con más claridad, al punto que se podían apreciar sin problemas todo los rasgos de los tíos que allí se apretaban.
Y digo apretaban porque en uno ellos, literalmente casi no se podía entrar, y salir resultaba igual de complicado. Todo el mundo tieso y estirado, comprimido, y si hacían algo, bien poco sería, más que toqueteos y sobeos, porque ni agachar para mamar nada se podía.

En el otro, se podía entrar al paso, sin problemas, ni aprietos ni empujones.
Tal vez habrían siete u ocho personas de buen ver, expectantes todas, excepto un tío que sentando en el banquillo se la mamaba a otro tranquilamente.
Hice lo mismo. Me senté junto a ellos, y un tipo enseguida me dió de mamar su rico pollón.
Tampoco tardó mucho en ofrecerme poppers, cosa que me sorprendió bastante, pues hasta ese momento y durante los días anteriores siempre me preguntaban si yo tenía, con respuesta negativa por mi parte, pero que nunca nadie ofrecía.

Pocos minutos después de estar disfrutando de aquel manjar me puse en pie para seguir lamiendo, aunque esta vez sus pezones, y dar un poco de tregua a mis mandíbulas.
Es lo que tiene los pollones, buenos son, cierto, pero mucho rato acaba cansando y desencajándolas.

De pie, el hombretón tenía mi culito más cerca de sus manos, y pronto comenzó a palpar e inspeccionar con sus ágiles dedos, la cálida y húmeda abertura de mi ano.

Tal vez fuera el pronunciar casi en un susurro, con acento marcadamente extranjero, esa única palabra "follar", mientras me mostraba un preservativo, unido a su aspecto de tío duro que se entreveía en los claroscuros del rincón, que le asigné nacionalidad polaca.
Mientras se colocaba el condón, me entretuve esnifando un poco más del poppers que me ofrecía.
Si me iba a follar, a buen seguro que necesitaba una dilatación más o menos rápida, que me relajara el esfínter y para este caso y situación, la sustancia en cuestión resultaría, a buen seguro, efectiva.

Entró bien, sin dolor, y pensé que la folladas de los días anteriores también habrían tenido su efecto positivo.
Comenzó y continuó con un ritmo decidido y cambiante lo cual, único a sus jadeos y gruñidos, aumentaba considerablemente la excitación.
Me tenía bien sujeto de las caderas mientras me follaba allí de pie, cuando apareció delante mío el tío alto, guapo y pollón al que una hora antes me la había comido un par de veces frente a las cabinas de los glory holes ( ver: Calentando motores en la Sauna Miguel ), el Apolo o estatua de mármol del que hablaba en los comentarios con un seguidor.
Y fue él, en esta ocasión, que me ofreció su imponente verga para que se la fuera trabajando, mientras se me cepillaban por detrás.

Por delante y por detrás, con ritmo dinámico, bien acompasados y sabiéndote observado por otros amantes, aunque no tan activos, de la lujuria es uno de los placeres que recomiendo probar.
Cuando el polaco comenzó a aumentar la cadencia de la penetración, el vaivén más violento originó cierta dificultad en el seguimiento rítmico de la mamada, pero era la señal que el éxtasis del follador estaba próximo.
Cuando estalló, enfundado en mis entrañas, comenzó literalmente a gritar tal cual hubiera conseguido una meta y victoria inalcanzable.
Me pareció un poco exagerado y hasta sentí casi un poco de vergüenza ajena.
Pero oye, cada uno se expresa en esos momentos de explosión sexual como le sale... del alma.

Mientras se deshacía del condón, aún entre bufidos y gruñidos, y yo pretendía recuperar el aliento de la enérgica follada, sentí como se me insertaba, sin previo aviso, sin dificultad ni consideración alguna, hasta casi tocar las amígdalas, el pollón del Apolo.

Supongo que, debido a su talante un tanto perezoso, del conseguir las cosas con el mínimo esfuerzo, aprovechó que tenía el culito abierto y bien trabajado para no gastar excesiva energía en penetrarme.

Tonto no era, desde luego.
Sabía de mi disposición cuando le había mamado anteriormente, y mi receptividad de ahora mientras me follaba el polaco.
Culito hambriento y boca dispuesta, que más se puede pedir !

En cierta manera me sentí halagado que se hubiera decidido follarme, y más por el hecho de haberme cogido para tal menester sin preguntar. Sentirme como objeto sexual de uso público me pone como una moto.
Otra cosa diferente es que me preste a ello.

El polvo, si bien contundente, duró menos, fue rítmicamente más estable, más estudiado, menos "animal" e institivo que el del polaco, y acabó corriéndose con ayuda de una automanola, desparramando su leche por el suelo de la sala.

Aún estaba resollando cuando literalmente, y no exagero, vi que mis pies se alzaban del suelo empujado de manera inesperada, contundente y brusca por un impulso violento que venía de detrás mío y con sentido ascendente.
Y cuando apenas toque suelo, de nuevo sentí la nueva embestida.

No daba crédito a lo que me estaba pasando.
Alguien me estaba follando de manera enérgica y poco considerada, pillándome totalmente desprevenido, sin consentimiento previo, pero eso sí, con el culo bien dispuesto y abierto.
No podía ser el Apolo, pues aún estaba allí, limpiándose y recuperándose, ni el polaco, que ya había desaparecido.
Fue cuando trataba de zafarme de él cuando me dí cuenta que se trataba de un tío joven, treintañero como mucho, guapo, moreno, una delicia sin dudarlo, pero me sentía, en ese momento, un tanto violado.

Si bien hizo algún atisbo de retenerme, le quedó claro con  mis gestos de despegue y quitarme sus brazos de encima que lo que quería era librarme de él a toda costa.

Sali patiabierto del cuarto , con las 'idems' temblando, sorprendido y, hasta cierto punto, desconcertado de lo que me había pasado.

Tres tíos, a cual más bueno y machorro, en unos pocos minutos se me habían cepillado, cada cual con su estilo diferente, pero todos contundentes, en un recodo relativamente clareado del laberíntico cuarto oscuro de la termo sauna Miguel de Torremolinos, cuando me quejaba precisamente que, en caso de follar, solo se hacía a puerta cerrada, ya que era lo único que había experimentado y puesto que no había visto lo contrario.

Si quería demostrar lo contrario, aquí tenía tres tazas.

Era viernes por la tarde, aproximadamente debían ser las siete, y estaba totalmente exhausto y saciado de sexo.

Aquella noche no salí.
Preferí saborear la dulce miel del recuerdo... y descansar.

El sábado sería otro día.


Comentarios

  1. Joder!!!! No tengo palabras

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    1. Pero te quedan bufidos, susurros, gemidos, ronroneos... ;-)

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  2. Buena tarde y buenas parejas todas ellas.
    Debe ser una gran experiencia verte (aunque solo sea eso) en tan lujuriosos trances. ¡No digamos experimentarlos en primera persona! ¡Sobre todo el último, que te levanta del suelo a pollazos!
    Con eso seguro que has generado muchas (sanas y calientes) envidias.
    Ha valido la pena la espera por este relato, pero ahora ya estamos ansiosos por leer el siguiente.
    Es el problema de las adicciones ;-)

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    1. Si, acabo siendo una gran tarde de la que me acuerdo numerosas veces, jajaja
      Dado que soy más bien chiquito, no resulta tan raro que se pueda dar esa circunstancia, que un buen macho, con fuerza y poca delicadeza me eleve de los suelos. Me ha ocurrido en un par de ocasiones.
      La que relato aquí fue la primera.
      Fue una experiencia extraña, por un momento alucine, por otro me molestó.

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  3. Tal cual dice maresme, me ha dado envidia, y más por el hecho final que fueron 3 tus amantes uno detrás del otro ¿quién tuviera esa dicha o ese inconveniente? Realmente muy excitante relato.

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    1. Más dicha que inconveniente, sin duda, pues el último, a pesar de lo "violento", lo disfruté, al menos visto con perspectiva.

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  4. Vaya, plof el principio. Yo me imaginé que habría mas rabos samaritanos. Yo te estaba imaginando a cuatro patas, culo en pompa, en una colchoneta. Y con los ojos tapados. Y pasando esos tres machos pollones jeje, pero eso queda para mi imaginación.

    Lo que desarrollas despues tambien esta genial!

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    1. Yo también lo imaginaba, jaja... pero ya ve ;-)
      Así tal cual, o sobre un sling, con los ojos tapados como dice, y junto a un amigo de confianza o Amo conocido que controle quien me folla y quien no, mientras me susurra como es el empotrador que permite que me folle, es una de mis fantasías incumplidas.
      Pero ni pasó lo que pretendía, ni mi fantasía, sino otra cosa que lo arreglo la tarde de sobra, jeje...

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  5. Me ha gustado mucho, qué envidia no estar así una tarde.

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    1. Muchas gracias.
      Hay de todo. No siempre es así ;-)

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