Puteando en la rocas ( 3er.día - 1ªparte )




Pues si, en las rocas resulté ser más puta !.

Recién había tenido una breve conversación con un amigo por el feis y tuiter.

- Que no te creas, en la playa soy un santo- decía yo.
- Pero seguro que en las rocas no - me replicaba.

Y es que, ciertamente, nunca he ligado en la playa.
Normalmente siempre voy acompañado, y obviamente no estoy por la labor.
Pero cuando he ido sólo, tampoco me lo he propuesto. Siempre he preferido disfrutar del agua, el sol, la lectura, las vistas.
Y todo hay que decirlo, dado mi poco don de gentes, entre tanto público hetero, con tanta luz y poca intimidad y que no me resulta especialmente morboso, pues ni lo intento.

Otra cosa son las rocas próximas de las calas o los bosquecillos anexos de las playas en cuestión.
Entre rocas, experiencias cero y en bosquecillo, el de la Cala de l'home mort en Sitges, una sola vez.

Pero esta vez, que iba sólo y después de aquella breve conversación, me atreví cuanto menos a intentarlo, no en la playa, sino en las rocas.
Y para ello tenía que vencer un pequeño miedo.

Así pues me dispuse a investigar los puntos de apoyo y agarraderos de las rocas, buscar la manera de ir un poco más allá de las primeras que a pie suelto eran fácilmente transitables, y por ende, muy visibles desde la playa y relativamente de paso común a quién se aventura por ellas.

Si habían tíos que lo hacía, no veía porque yo no.
Y las traspasé.

No somos nosotros, pero bien pudiera haberlo sido.
Al otro lado solo había un tipo tumbado, tomando el sol y leyendo.
Pero al poco, un tipo de aproximadamente mi edad apareció por detrás como si me hubiera seguido.
Aunque eso no era garantía de nada.

Nos seguimos las miradas y los pasos, y poco a poco ambos nos fuimos aproximando hacia la pared del acantilado que,  quieras o no, era la zona más recogida e intima, pero aún así, expuesta a miradas desde algún punto de rocas o del mar.
La privacidad no era total.
Nuestras pieles se rozaron, como quien no quiere la cosa, de ahí claramente nos agarramos las pollas y comenzamos a pajearnos.
El tío tenía la respiración más agitada que yo.
Parecía más nervioso.

Sin demorarme mucho, acabé bajando a comerle el rabo, y unos segundos más tarde, se apartaba advirtiéndome que se corría, cosa que no llegó a producirse hasta unos minutos después, tras unas cuantas manolas más.
Con buen reguero de leche desperdiciado por las rocas, dió las gracias y nada más, y se sofocó las calores y los ardores chapuzándose en el agua. De paso se limpió.

Deshice el camino y volví a mi toalla, abandonada en la playa.
Retomando el sol me di cuenta que, ciertamente, mi amigo tenía razón y las rocas me volvían más puta.

No había sido una gran aventura, pero comenzar así el tercer día resultaba prometedor.

(Continuará)



Comentarios

  1. Doncs veritablement això promet... Ara cal esperar com continua l'estada a les roques... EM TENS SEMPRE AMB UN NEGUIT SENSUAL... SEMPRE A L'ESPERA DEL TEU EROTISME
    BESADES NEN.
    Jaume

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    1. L'estada a les roques s'acaba aquí.
      El següent post ja es per la nit als clubs nocturns de Torroles ;-)

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  2. Respuestas
    1. Si, jeje... sentir como el sol te acariciaba el culo mientras mamaba, no tenía precio ;-)

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  3. ¡Ay! ¡Pues que gusto cuando uno mama o le maman al aire libre! Sobre todo con ese punto de tensión cuando mencionas que "la privacidad no era total".

    Buen escrito

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    1. Sentir la brisa o los rayos del sol sobre la piel mientras perreas es una de las sensaciones que más me gustan, pero como apenas me da por hacer cruising al aire libre pues apenas lo disfruto. Y la falta de privacidad, también me pone muy perro, cuando en esta, los terceros tiene la oportunidad de incorporarse a la acción, sin embargo, si es para increpar y molestar, desde luego que no ;-)

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