Hacer cositas a deshoras relaja los esfínteres




Sauna Bruc, 19 diciembre 2017.
Martes entre las 13.45 y las 14.15.

Repetía el horario de mediodía, pero esta vez en la sauna Bruc.
Había poca gente, y esta era predominantemente de edad media-alta, y claramente pasiva.
Casi todos estaban concentrados en la zona húmeda de la Bruc, o sea, piscina, jacuzzi y sala de vapor. Aquel día, la sauna seca no funcionaba.

Una escena en el cuarto vapor, la de un tío que con el culo al aire, inclinado hacia adelante sobre los asientos, al que nadie le hacía caso, fue lo que me dio la pauta de pensar que había mucha pasividad en el ambiente.

Después de varios toqueteos, aproveché una polla que por allí despuntaba, para hacerle una buena mamada.

Poco más tarde, una vez ya fuera del tórrido y húmedo vapor de la sala, como no me apetecía en absoluto putivoltear en una búsqueda, a buen seguro infructuosa, me decidí por fin, tumbarme en el sling de la sauna, cosa que hacía meses que no se me ocurría, para descansar o más bien relajarme.
Si tenia que aparecer algo, ya lo haría.
Me encontraba en modo muy zen.

Apenas me había acomodado, un tipo grandullón, mayor, barrigón, muy estilo papá noël, se paró en el quicio de la puerta a ver como terminaba de colocarme sobre el columpio

Y no tardó en entrar, me puso lubricante sin dejar ni un instante de mirarme el ojete, y una vez listo comenzó a juguetear con mi culo.
Fueron dos dedos, pero poco rato. Dedos no excesivamente juguetones, pues parecía como si solo quisieran dilatar, pero tampoco esforzándose mucho. Fueron bastante estáticos.
No creía que se fuera, pero así no ocurrió.
Se fué, no sé si porque yo tampoco ponía excesivo entusiasmo, aunque no sé tipo de entusiasmo debía de mostrar si lo que quisiera era hacerme un fistfucking en toda regla.
Lo mejor quedarse quietito, y que fuera haciendo, no?
O a lo mejor era que no dilataba lo suficiente para un fistfucking express.
¿Sería eso?.

Me daba un poco igual.
Me quede disfrutando de mi estado Zen, disfrutando con la sensación física que me había dejado en el ano, como si aún sintiera el tacto de sus dedos, la música que en ese momento sonaba y el leve balanceo del sling ante cualquier ínfimo movimiento por mi parte, magreándome suavemente los huevos y la polla con una mano, y los pezones con la otra, sin hacer mucho caso de la gente que iba pasando por delante de la puerta.
Si alguno se detenía, entonces si que le miraba, pero sin parar ni acelerar mis movimientos, con calculada indiferencia.

No tardó en aparecer un tipo de unos cuarenta, fofisano de buen cuerpo, pelo lacio, cano y e impagable cara de vicio.
No titubeó demasiado, entró se puso lubricante y, seguidamente, a juguetear con mi culo, pero sobre todo a mamar, tarea que casi no la dejaría en todo el rato, si no fue para echarme un buen polvo.

La acción siempre llama la atención y con ello a los mirones.
Entro uno, alto y bastante mayor que pretendió follar a mi mamador, pero en vista de la cierta dificultad, se conformó tocando, y acabaron magreándose y besándose ante y entre mis patas abiertas, sin desatender manualmente mi polla.
Cuando este intruso se marchó, el cual apenas había parado atención en mí, el primer tipo me siguió mamando y de nuevo inicio un buen polvo.
Si, ya era el segundo que me hacía, entre mamada, interrupción y mamada.

Y mientras me follaban así en público, a patas abiertas sobre el sling, un buen rato después de miradas indecisas, algunas furtivas y de paso, y otras con espectación, entró un tío bien decidido, que comenzó un buen magreo de mi curvas y un pezoneo que me calentó más si cabe.
Mi follador le cedió el ocupado espacio de mi ojete al 'nouvingut', tal vez largo cincuentañero, delgado que, sin dudarlo, me metió su tranca bien hasta el fondo y comenzó a follarme bien a saco.

Mi anterior follador, el de pelo cano, se situó al lado, desde donde aún continuaba con sus toqueteos, mientras miraba como este otro se me cepillaba.
Mientras, por la puerta apareció un bello ejemplar de macho, peludo, treintañero, con cierto volumen pero carnes prietas, que en ningún momento miró otra cosa que no fuera el mete-saca de mi culo, o este mismo, cuando quedaba libre y seguían con mamadas o tocamientos.
Todo el rato mantuvo la fijada fija y lasciva en mi entrepierna, mientras se palpaba la suya por encima de la toalla.
Fue el único momento de expreso deseo que tuve para que cambiara la escena y se incorporara e involucrara tomando este buen mozo el protagonismo, con algo de temor por su pollón, si bien hasta cierto punto, pues ya me habían bien trabajado el culete como para recibir buenos calibres.

Pero no se incorporó, ni hizo movimiento alguno de intentarlo, ni su mirada se llegó a cruzar con la mía para poderle hacerle llegar el mensaje.

Mi segundo follador acabo marchándose y el primero continuó con la mamada.
Pero al cabo de un rato ya me quedé solo, columpiándome en el sling en un lento vaivén aún de las últimas acometidas.

Sólo, con mis pensamientos.
Disfrutando aún de las sensaciones que me habían dejado por toda mi piel.

Al cabo de un buen rato, volvió mi primer follador y se puso de nuevo a mamar viciosamente.

- ¡ Es que me encanta tu polla, tío ! - Exclamó a modo de excusa, como si tuviera que justificarse.

En esta ocasión, solo fuimos interrumpidos por un tipo mayor gordete y velludo, al que también cedió su posición, pero aparte de restregarse unos segundos en mi entrepierna, nos invitó a una cabina para que nos lo folláramos los dos.
Pero ninguno de los dos estábamos por la labor.
Se marchó y mi macho follador continuo su mamada.

Cuando se cansó, se marchó con un sencillo 'hasta luego'.
Pero ya no hubo un luego, pues la postura sobre el sling comenzaba a pasar factura y se me estaban durmiendo las piernas de tanto tenerlas hacia arriba.

Me fui.

Acabé corriéndome en la big sex room, con un tiarrón tumbado de pollón ganchudo, que mame un ratillo mientras me pajeaba.




Comentarios

  1. Chuuulo, el relato. A veces el lenguaje de las miradas es equívoco y no siempre intuyes si la otra persona está por la labor o no. Y la mayoría siempre vamos con el miedo al rechazo encima...

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    1. Totalmente cierto.
      Siempre tiene que ir reforzado con algún tipo de gestualidad para adivinar, con un poco más de certeza, las intenciones.
      Pero como bien dices, el temor al rechazo siempre se interpone a dar un paso más.
      Gracias por comentar :-)

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  2. ¡Qué buen relato! ¡Cualquier cosa puede pasar cuando uno 'reposa' en un sling. A veces decepciona, otras veces no.

    ¡Un gusto leerte!

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    1. Uff... digamos que decepciona el 50% de las veces.
      Que desesperante es que no ocurra nada, jejeje
      Pero este no fue el caso
      Gracias por leer y comentar.
      un besote.

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  3. Que éxito! Y eso que estabas en modo zen... A veces, cuando menos se busca es cuando más se encuentra.
    A seguir disfrutando, perrete!
    Un abrazo,
    Hotdardo 🎯

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    1. Ya te digo.
      Ni descansar puede uno cuando quiere, jajaja

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  4. Modo zen, horario de mediodía y un panorama que no prometía mucho.
    Ya ves !
    Gracias por comentar :-*

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  5. Me ha encantado el relato como siempre. Quien no busca encuentra y quien busca no encuentra. Eso es lo que pasa en las saunas donde te mueves. El lenguaje de las miradas y el de los gestos me encanta.... En tus relatos está lleno de él...
    Un beso.
    Feisamigo

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  6. Que relato morboso. Me has puesto a cien, y eso lo necesito.... gracias!!!

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