Quien me sigue, me consigue.

El día que nos ocupa había decidido ir a la sauna, dentro de la habitual rutina, sin más pretensiones que la de estar un rato relajado, ya fuera meditando o haciendo algunos estiramientos, que buena falta me hacía, dentro de una de las cabinas, y como mucho, si en alguna de las putivueltas me cruzaba con alguien interesante, pues tal vez se llegara a alguna mamadita.

Tenía descartado cualquier esfuerzo anal, tanto por darme una tregua, como por las almorranas que había tenido la semana anterior y tras el recorte de pelillos, que de nuevo ya salían, con el consiguiente picor y escozor.

Tras el ritual de rigor, vestuario, lavabo y ducha, nada más iniciar la primera putivuelta,  y justo antes de meterme en la sauna de vapor me cruce con la mirada de interés o deseo de un treintañero, de aspecto joven y delgado que, sin haberme fijado con detalle, además parecía majete.

Tal vez fuera producto de mi imaginación y fuera simple casualidad, pero tras el cruce de miradas, el tío pareció que se apresuraba, no sólo a entrar detrás mío, sino a adelantarse y sentarse en el asiento hacia el que me dirigía.
Como siempre hago, en la primera putivuelta, las entradas en las diferentes estancias es más que nada para mirar la cantidad de gente y tantear el ambiente, en tanto que echar un vistazo para ver si a priori, si algo bueno podrá surgir o no.
También, y muy importante, en el caso de las saunas de vapor y seca, me sirve para atemperarme.

Salí pues a los pocos segundos, y el mozo me siguió a la sauna seca procediendo exactamente de la misma manera.
Entró, me adelantó y se sentó enfrente mío.
Esto ya no me parecía tanta casualidad. Parecía ser que el muchacho tenía un vivo interés en mí.
A saber lo que habría visto.

Yo me hacía el despistado, que no es lo mismo que hacerse el interesante, eh!
No cruzaba la mirada con él a fin de evitar que pensara que lo rechazaba, y dar la impresión, que así era realmente, que estaba de inspección.
De nuevo el tío salió detrás mío y me siguió hasta el minicine, donde hubo el segundo cruce de miradas.

Y ahora sí ya me fijé un poco más.
Treintañero, de aspecto juvenil, delgado, con abdominales marcadas, pero sin llegar a estar duro, corte de pelo moderno, rapado de lados y pelillos más largo en la parte superior de la cabeza.
El tío realmente era majete, y con un punto bastante morboso en la mirada.

Pero yo seguí con la vuelta hasta la sex room, luego de vuelta a zona de relax carpe diem, cruzando de nuevo la zona de cabinas y  de vuelta a la zona de las piscinas y saunas.
Vamos que hice la putivuelta de reconocimiento completa.

Fue entonces cuando nos cruzamos la tercera mirada, me siguió dentro de la sauna de vapor, se colocó esta vez junto a mi, y yo ya me puse en plan caza.
Me quité la paño e hizo lo mismo, le agarré del buen cipote que lucía, y que no había podido observar ni palpar hasta ese momento y comencé a mordisquearle los pezones.
Seguidamente bajé a mamarle un rato la polla y, tras un buen rato de toqueteos entre porno y eróticos, en un momento que me levanté, hizo un gesto con la cabeza como de salir y que le siguiera.
Le hice repetir el gesto, y a la pregunta si lo que quería era salir, respondió con la palabra 'cabina'.
Solo eso, y supuse que era extranjero.

Salimos y nos metimos en la primera cabina libre más cercana. La Lisboa.
Dejamos la puerta entornada, y comenzamos a comernos mutuamente la boca, pezones, axilas, polla y huevos, con alguna que otra lamida mía por el cuerpo que separaba estos extremos.

Gemidos por su parte. Gemidos por la mía. Alguna exclamacion 'fuck' por la suya, algún joder por la mía.
Cuando yo decía cuatro palabrillas más, el tío se sobreexcitaba.
No se si me comprendía, o era que le ponía cachondo el idioma y mi acento.

Largo rato, el de pie, luego sentado, luego medio recostando, y yo comiendo sin parar.
Después de mucho rato de frenesí, con un cierto aire de querer un descanso, dijo ¿ducha?. 
Accedí, si bien pensaba que era ya la excusa para dejarlo.
Fuimos juntos, nos duchamos juntos y volvimos de nuevo a la sauna de vapor.
Con el calentamiento interno que había acumulado no aguante más que unos minutos, después de mamársela de nuevo, el sentado en el estrado de obra y yo medio inclinado, medio con el culillo en pompa, por si algún tercero le apetecía intervenir.

-Tengo que salir, que me mareo - Le dije, sin saber muy bien si me entendía.

Y me siguió, así que me dirigí hacia la cabina, la que en un principio pensaba yo a meterme a meditar.
- Menuda meditación estaba teniendo! -pensé.
Seguimos con el mismo plan que en la Lisboa.

Después de otro mucho rato de dale que te pego, me hizo levantarme y seguirle.
Nos fuimos esta vez detrás del minicine, en el pequeño pasillo sin salida.
Y allí seguimos a los nuestro, con más visitantes ocasionales, que si bien dos se metieron en el pasillo, el mozo los despacho con la mano.
No se si esperaba alguien en concreto, o solo le daba morbo simplemente el que nos vieran.
Ambas cosas me parecían bien.

Al final, me corrí por su pecho y espalda.
Y segundos más tarde hacía lo mismo sobre mi pecho.
Ambas, más que abundantes y simples corridas.
Después de tanto rato de excitación era lo más previsible.

Nos fuimos por separado a las duchas, pero coincidimos en el vestuario cuando cada cual decidió marchar, e intercambiamos cuatro palabras.

Era inglés se llamaba Victor.
Algo de castellano sabía.

¿Estábamos quedando para la siguiente semana? 


(Diciembre 2018)