El chupanarices del Bears Bar



 

Siguiendo la costumbre, la segunda visita obligada de la noche tras el paso por el Lovers, y a tiro de piedra, era el Bears Bar, local que por el nombre se puede deducir que es para osos y gente afín. 

Durante la noche la ocupación fue más bien discreta, pero pasable.
Y en el sótano, en la zona de cruising prácticamente sólo hubo algo de rollo propio y ajeno durante la noche, en el último tramo, en la zona de jaulas de madera, 
Una mamada breve sin historia y una doble mamada a dos tipos que estaban ya enrollados entre sí, podría haber sido lo más destacado de mi paso por el Bears aquella noche. 
Al meterme en la oscuridad de la jaula, con decisión, uno de ellos me agarro de la nuca y me puso de rodillas a mamársela, para luego pasarme la de su compañero. Y un intento de estirar las patas apenas duró unos segundos, pues el decidido me puso de nuevo en la posición que me antes me había asignado.
La mamada en sí no fue nada del otro mundo, pero si tuvo su punto morboso de tener dos a mi disposición y no me dieran alternativa de posición.

Pero fue un tío inglés de media edad quien hizo que no olvidara fácilmente aquel paso nocturno por el local.

En la zona de cruising, a media luz, o media sombra, pues en cualquier caso mal no se veía, se me acercó aquel tipo que después de sobarme el paquete comenzó a besarme la boca.

Hasta ahí nada raro, si no es porque tampoco me gusta besar a cualquiera que se me acerque con intenciones lujuriosas.
Antes soy más propenso a chuparle la polla que a besarle la boca. Llamadme raro, jaja...

Pero allí puestos ya con mi segunda cerveza de la noche, tuve ese momento tonto.
Mi sorpresa fue cuando fue subiendo y sacando la lengua para comenzar suavemente a lamerme la cara, para luego chuparme la nariz e introducir la sinhueso y sus babillas por los orificios nasales.
El tío se puso a chupármela con la misma fruición como si fuera una polla.

Tardé unos segundos en ponerme en situación y reaccionar a lo que estaba haciendo.
Me dio un poco de asquito pensar que, si eso lo hacía con todos, a saber por donde narices, y nunca mejor dicho, había estado paseando su lengua.
Así que opté por dejarlo.

Claro que lo mismo uno puede pensar cuando alguien se te pone a besar, mamar la polla o lamer el culo.

Subí a la zona del bar y me tomé otra cerveza.
Con todo, salí relativamente satisfecho, si bien más por el tema de las cervezas que las mamadas del cuarto oscuro o lo del chupanarices, que no creía que se me fuera a olvidar fácilmente.

Siempre siguiendo el guion de la primera noche, la tercera visita fue al Peppermint.
Me chocó encontrarlo más pequeño todavía.
Una modificación en la entrada había reducido el espacio a la mínima expresión la zona de barra.

Pero el ambiente era el mismo que le caracterizaba, animado (a pesar que se notaba que no era temporada alta, ruidoso y con su simpático camarero de siempre.

Normalmente no suelo estar mucho rato en este bar. Soy de poco hablar y me cuesta relacionarme. Y allí, al ser tan pequeño y no disponer de zona de cruising, si no vas ya con alguien o tienes el suficiente desparpajo para comenzar a hablar con un desconocido, que casi fijo y para colmo se te van a dirigir en inglés, pues uno no tiene mucho que hacer. 

Pero el ambiente es agradable y lo frecuentan hombres de aspecto interesante. Así que con el tiempo de tomar una cerveza y disfrutar del ambiente sin más también está bien. Y ese fue el caso.

Ojo! Que también puede uno ligar, eh!

De hecho, la primera noche del segundo año que lo visité, al poco de entrar un chaval relativamente joven comenzó a hablarme, y al cabo de un rato, ya estaba en su cama. Una de esas escasas ocasiones que salgo a ligar y acabo en la cama de alguien. Post: El mundo al revés.

Y también el segundo año, en un par de visitas posteriores, también uno se me acercó, y al poco salíamos dirección al barranco de Xixo, paso subterráneo en el paseo marítimo donde pasaron cosas más que interesantes. Post: Al barranco de Xixo y Bajo el túnel del barracno de Xixo.

Pero en esta ocasión mis pies se dirigieron al Copper, la cuarta visita de la noche.

(Continuará)

(Octubre 2015)



Comentarios

  1. ¡Qué bueno que estás compartiendo estas experiencias! Después de todo, sí habían cosillas por contar.

    Lo de chupar nariz nunca me ha pasado. Pero sí el caso de un tío que enloquecía cuando me chupaba el dedo gordo del pie derecho, era ese, no el otro. Se volvía como una gata en celo y me ponía el culo para que lo empotrara, pero solo mientras me chupaba el dedo gordo del pie.

    Gracias por escribir. Abrazos

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    Respuestas
    1. Por poco que pase, siempre hay algo que contar. Depende de como uno lo viva y lo transmita. Aquella última putisemana en Benidorm fue la más sosa y floja de las que allí estuve, aunque sí, pasaron cosillas ;-)
      Gracias por comentar

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