Putinoche gay en el Men's y en el Cuero cruising


A falta de Free Eagle, tristemente desaparecido, opté como primera parada en mi salida nocturna por el Men´s Bar.
Ya había estado allí la noche anterior, con poco éxito. 

-Hoy, siendo viernes, igual se me da mejor la noche o, cuanto menos, el rato que vaya a estar aquí – pensé mientras pagaba la entrada.

Otra novedad. Ahora, para entrar al Men's Bar, los viernes y sábado se tenía que pagar entrada que, eso sí, incluía dos cervezas o copa.

Y lo cierto es que había mucha ambientación. Funcionaba como disco, con su disjockey y todo 
Aquel día no quise apurar la cerveza, y tras los primeros tragos bajé a la zona de cruising que, obviamente respecto al jueves, tenía bastante más animación.
Enseguida y tras el breve palpeo de un tipo de mi honorable culo, me agarró con determinación del brazo y me hizo entrar dentro de una de las jaulas del cuarto oscuro, y allí, en menos que canta un gallo se bajó el pantalón.

¡Que suerte! - pensé - ¡Hoy me follan!.

Pero este grato y esperanzador pensamiento apenas unos segundos se convirtió en un temor profundo.

¡Tierra trágame!, porque eso no me cabe ni teniendo el culo bien trabajado, dilatado y ayudado de poppers – pensé – mientras muy probablemente se me dibujaba en la cara una mueca de espanto.

Tenía una polla XXL en grosor y longitud.
Aún así, mientras yo estaba medio paralizado por el horror se enfundó un preservativo y me puso mirando a Cuenca.

-¡Deja, deja!- le dije, casi suplicando - Es imposible para mí. Demasiado grande.

Por fortuna, el hombre lo entendió y no insistió.

Un rato más tarde, cuando nos estábamos toqueteando el paquete otro tío y yo, un inoportuno mirón nos iluminó la cara con su reloj.

No me llego a acostumbrar a este tipo de imbéciles. Ni cuando se hacía con un pitillo o un mechero, más modernamente con el móvil.

Si quieres saber con quien te lías, lo haces afuera con la iluminación ambiental del local en el que estés, o en la zona penumbrosa entre esta y el cuarto oscuro y si te interesa lo sigues.
Pero no iluminando el cuarto oscuro.
Me parece una absoluta falta de respeto hacia todo el mundo por una cuestión puramente egoísta.

Pero bueno, en esta ocasión creo que fue la primera vez que no llegó a molestar esa actitud, pues al iluminarnos vi que el tío con el que me estaba tocando llevaba una mascarilla negra, lo cual me dio una inesperada confianza para seguir.

Aunque habían desaparecido casi todas las restricciones al respecto de la pandemia, yo aún tenía mis temores y la certeza que, en estos días de la putisemana, iba a pillar el covid.

Así que en esta ocasión, el maleducado se libró de mi enfado y no le eché ninguna maldición gitana.

Tras el manoseo, pasamos al pezoneo y luego me agaché  a propinarle una larga y exquisita mamada.
En eso que se nos apuntó otro tipo de pollón gordo y jugoso, tal vez el 'Iluminator', quién sabe.
Yo, con dos pollas a las que mamar, ya me iba bien.
Pero esta última que se incorporó a la mamada, no tardó en correrse.

- ¿Quieres leche? - me avisó, eso sí, previamente.

- Sí. En la cara - contesté... y fue un dicho y hecho.

Aún con la cara y barba goteando el cálido semen seguí con la mamada de la polla del de la mascarilla.
Pero ninguno de los dos nos corrimos.
Cuando lo dejamos y después de esperar para limpiarme en la puerta del lavabo con el rostro lechoso subí al bar a por mi segunda cerveza.

Al igual que el día anterior, no encontré un hueco libre para descansar un rato, así que volví a la zona de cruising que, al menos, siempre se encuentra un trozo de pared libre donde apoyarse.

Casi al final, de hecho ya marchaba, vi que un tipo bajito y con barbita que me echaba el ojo.

Estaba hablando con otro tío, este grandote, posiblemente algún amigo con el que sale de caza por las cálidas noches del verano. Mantenían una cierta cercanía entre ellos, pero no sin llegar a tocarse ni cortejar. Cuando pasé junto a ellos, unos pasos más para allá, mi como el barbitas se acercaba y me metía mano a mi peluda pechera.

Al proceder yo del mismo modo, aunque con manoseo de paquete incluido, el grandote también se acercó para intervenir en el sobeo. Pronto, el barbas me hizo bajar a mamar al grandote que ya la tenía sacada tomando el aire.

Fue breve, como de aceptación, y cuando me incorporé vi que había un tío mayor detrás del grandote.

Este cogiéndole del brazo lo interpuso en medio de, quedando yo desplazado a un lado del nuevo bocadillo, al alcance del pan, pero no de los chorizos.

Una palabra del grandote al tio mayor, y estos junto al barbitas se fueron a una cabina.

Me quedé un poco sorprendido, pero no me acabó de molestar el como se había desarrollado la escena. No esperaba nada ya a esas horas y, de hecho, ya me estaba yendo.

Otra cosa hubiera sido que esto me ocurriera a principios de la noche. Posiblemente me hubiera dejado cierto escozor en mi autoestima y un regusto amargo.

No tenía ni idea de la hora que era, pero calculé a ojo que tal vez habría estado entre una hora y hora y media, el tiempo de dos cervezas y el puteo, y teniendo en cuenta que había llegado sobre las 11 bien pasadas, debían ser entre doce y media y una de la madrugada.

Aquella noche sólo tenia intención de hacer una visita, pero recordé que no había visitado el cuero cruising (Anteriormente Qüero gay bar), y era buena hora para ello.

El pico de asistencia solía ser sobre las doce, así que, puesto que el local es pequeño, no estaría a petar.

Y así era, pues no había más que una docena de tíos aproximadamente.

Del rato que estuve, tuve la sensación de mamar un montón de pollas, pero lo cierto era que casi siempre era la del mismo tipo, fuerte, distante y dominante, pero en diferentes rincones, y fueron mamadas más bien largas, no de la del tipo churrupadita ( segundos ) o mamada breve.

En los ratos que descansaba y no estaba con él, veía como tenía otro tipo mamándole bien el rabo y lamiéndole el culo.
Este me hacía repetidamente señales de acercarme y compartir.
Sólo en una de las ocasiones me acerqué y compartí la verga de aquel macho.

Salí satisfecho.

No eran aún las tres cuando volví al hotel. 
Podia haber ido al Exxxtreme Cruising, que siendo viernes y a esas horas estaría en pleno apogeo. 

Mi Ángel Monkey-paranoico me dijo que me fuera a descansar que, ya que había salido satisfecho de los locales visitados en esa noche, no tentara más al diablo.

(Julio 2022)




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