Caricias en Galilea



Lo que tenía que hacer por allí lo había resuelto en cinco minutos.
Algo tan fácil y rápido como entrar en una tienda,  e ir directo al estante donde estaba el producto deseado.
Cogerlo, pagar y salir.
Y ahora qué?. Volver a casa tan rápidamente o dejarme caer un rato por alguno de los dos locales que más tenía a mano: Boyberry o la sauna Galilea.
En el primero no hacía mucho que había estado y el resultado fue bastante decepcionante (Post: Una tarde aburrida) y a la sauna, creo que la última vez que fuí fue hace casi un año (Post: Una semana extraña).
Así que decidí pasarme un rato por la sauna, aunque no estaba yo especialmente caliente, con lo que mi intención inicial era más estar a gusto al calorcito de los vapores y entre las burbujas del jacuzzi, que la de estar deambulando arriba y abajo por el local o sentarme o tumbarme en cualquiera de las cabinas a ver un video y esperar que llegara alguien que se interesara por mí.
Al poco de entrar, después del paseíllo inicial y de rigor por el local y de un breve, insulso e intranscendente escarceo en la sauna de vapor me subí al piso donde está el jacuzzi.
Justo antes de entrar, un tío joven, guapo y de muy buen cuerpo me paró.
- Qué tal ?, - me preguntó .
- Pues bien, - le respondí, entre sorprendido, ya que no me lo esperaba al no conocerlo de nada, y admirado del porte del chaval.
- Qué te gusta? - continuó- Yo soy pasivo.
Y mi gozo, en un pozo... "Joer", pues yo también, lo siento, - le contesté muy a mi pesar y prosiguiendo mi camido.
Así que me metí en el jacuzzi, que en ese momento estaba ocupado por dos tíos. Al entrar yo, salió uno. Y unos minutos más tarde entró otro, que se sentó enfrente.
Este tenía una mirada curiosa y no tardó en meter mano al otro tío, y meter pie a mí.
Parecía que el otro tío se acabaría enrollando antes que yo, pero se marchó, dejándonos solos.
Él siguió tanteándome el ojete con el pie, y yo me dejaba hacer, hasta que me acerqué un poquito más a él y me coloqué delante de él, pero de espaldas.
Comenzó a recorrer con sus manos mis hombros, mis brazos, el pecho, casi con una caricia que apenas rozaba mi piel. Me ponía los pelos como escarpias.
Si se me ocurría tocarme, me apartaba con delicadeza mi mano.
De vez en cuando su dedo indice bajaba hasta los límites de mi decencia y se quedaba allí, tanteando, acariciando, masajeando, presionando, pero a la vez, como tímido sin querer traspasar la puerta de la perdición.
Siguió acariciando mi piel con su aliento, y de vez en cuando, depositaba un delicado beso que parecía más bien un contenido suspiro.
Me estaba llevando al cielo con tanta sensualidad.
-Vamos a una cabina,- me dijo,- más que preguntarme.
Pero aún pasaron varios minutos hasta que decidimos salir de aquellas cálidas y burbujeantes aguas.
Una vez dentro de la cabina, me indicó como quería que me pusiera, tendido de lado, de espaldas a él.
Y ese mismo baile de dedos, esa misma danza nupcial o de cortejo, de nuevo envolvió todos y cada uno de mis más intimos rincones de mi cuerpo.
A una breve pausa para abrir un sobre de crema le siguió el encuentro de esta con el orificio de mis profundidades.
Lenta, suave, tímida pero reiteradamente se iban introduciendo, primero uno, luego dos dedos.
Entraban y salían, investigando el camino.
Luego vino el hermano mayor encapuchado, que allanado como debía ser el sendero de la lujuria, no encontró ni recelos, ni obstáculos ni impedimentos para deslizarse en mis oscuros y cálidos interiores.
Un suave vaivén fue acariciando mis entrañas hasta que en una explosión de placer me desparramé por todo lo largo de la colchoneta.
Descansamos, hablamos.
Me preguntó mi nombre. Le dí uno.
Me dió el suyo, pero era demasiado poco corriente para decirlo aquí, que unido a su origen y una característica curiosa de su físico le harían demasiado identificable. Y uno es muy discreto.
Me pidió el teléfono. Le dije que no.
Lo comprendió
Que el destino sea el que decida si nos encontramos de nuevo o no.
Fue un placer.
Para el también.

Comentarios

  1. Hola majo,

    Enhorabuena por u blog. Lo descubrí hace unos meses, y desde entonces siempre siempre entro por si hay alguna novedad. Siempre te leo con gran interés. No son solamente las historias morbosas que cuentes, sino la manera de escribirlas y expresarte.

    Soy un chico griego, pero voy muy a menudo a Barcelona. Siempre que voy a Bcn visito la Sauna Bruc y el cine Arenas, ya que soy un adicto a los hombres maduros-fornidos y velludos. Sobre todo soy un ¨aficionado¨ de la Bruc. Aunque la nueva Bruc no la conozco, pero pronto la visitare.

    Sigue con tu gran labor, informativo-morboso jeje

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  2. Σας ευχαριστώ πολύ, φίλο ;-)
    Me alegra saber que tengo lectores más allá de mi ciudad y que se den a conocer a través de sus comentarios.
    Como ya he dicho en alguna ocasión, eso es un gran estimulo para continuar escribiendo.

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