Sauna con mascarilla

 


Había conseguido encontrar una excusa para tener la tarde libre y poder desplazarme expresamente al centro de Barcelona.

Desde que habían desconfinado apresuradamente a finales de junio por la pandema del covid, esta iba a ser mi segunda escapada a una sauna. A la Bruc, para ser más concreto.
Aunque tenía muchas dudas, pues si bien era principios ya de septiembre, se empezaba a hablar que una seguna ola de la pandemia estaba a punto de llegar.
Si ya la primera ola había sido terrible, miedo me daba pensar siquiera en una segunda, a puertas del otoño, del comienzo escolar y la vuelta general al trabajo, de los resfriados, de la tradicional epidemia de gripe estacional, etc...

Así que fuí, pero bien armado con mi mascarilla de tela de triple capa y filtro, decidido a no quitámerla en la sauna, salvo que me ahogara y pasando de lo que fuera a pensar la gente.
Por si acaso, también llevaba la mascarilla FFP2, la que tiene cierta forma de pico de pato, y la quirúrgica.

Me puse contento cuando me vi que todas las medidas de higiene y seguridad seguían vigentes y me avisaron ya en taquilla que ahora era obligatorio llevar la mascarilla en todo el local, excepto piscina e interior de saunas de vapor y seca.

- Que bien y que alivio !- pensé - ya no me sentiría como un bicho raro.

Observé en mi primera putivuelta que, efectivamente todo el mundo la llevaba, salvo en estos lugares indicados, a la par que poco frecuentados.
Obviamente porque en piscina y jacuzzi era impracticable y en las saunas lo más seguro es que mueras por asfixia.
Solo vi un tipo, bastante más tarde que no la llevaba ni puesta, ni colgando del brazo y en la mano, que debia pensar que no iba con él la cosa. Pobre imbécil.

La Big sex room seguía cerrada, y todas las cortinillas separadoras de pasillos y espacios seguían desaparecidas, lo cual daba sensación de más espacio, pero a la vez de menos intimidad.

No tardé en tumbarme sobre el sling.
Una vez todo bien dispuesto, condones a mano sobre el taburete, papel para limpiarse luego, solo tuve que ponerme el lubricante, subir al columpio y esperar que algún buen samaritano se aprovechara de mí.

Tenía claro lo que me apetecía. Básicamente, que me follaran.
Ya llevaba demasiado tiempo sin que una polla me penetrara y satisficiera esa imperiosa necesidad.
Si quisieran juguetear con el ojete con dedos y lengua, lamerme el culo, acariciarme o pezonear, par nada lo iba a rechazar, es más siempre resulta un estímulo.

En los primeros cinco minutos, pasaron tres tíos.
Uno, muy mayor, que solo me hizo una presión en cada uno de mis jamones, como queriendo palpar la consistencia de los mismos, y se fue. Y los otros dos se asomaron y posicionaron hasta tenerlos prácticamente entre mis piernas para, únicamente, mirarme.
No iban a ver más de lo que se suele ver cuando uno va sin mascarilla. Desde luego.

Y no fue hasta pasados los diez minutos, que entró un tio de mediana edad que comenzó a toquetearme la polla.
La fue amasando poco a poco para darle una consistencia apropiada y deseable, entre morcillona y dura.
Esperaba que con ello comenzara una mamada al menos igual de fantástica como el masajito que me estaba dando, pero no.
Siguió y siguió con el manoseo y agradable pajeo, pero mi culo seguía sin atención y hambriento.

Acabó cerrando la puerta, para penita mía, pues eso quería decir que excluía la participación de terceros, y fue cuando se quitó la mascarilla.
Se situó más para mi lado izquierdo para que, incómodamente, le fuera toqueteando su cipote.

-¿Me la quieres mamar? - me preguntó.
- No - le contesté. 

No le dije que no me apetecía bajarme del sling, primero porque ya estaba muy cómodo y bien manoseado, y para mamársela debía bajar sí o sí porque ni él poniéndose de puntillas llegaba a mi boca y yo forzando postura me desnucaba seguro. Además que no me quería quitar la mascarilla.
Segundo porque fue tocarle la polla y comenzar a babearle, y eso en boca no me gusta, y tercero es que la tenía muy chiquita. 

- Bueno, mientras me la sigas tocando... - me dijo a modo de resignación.

Y efectivamente, cuando me cansé de mantener la posición forzada del brazo y dejé de tocarsela, también paró.

- Te dejo, que seguro que esperas que pase alguien y te la meta - comentó, haciendo el gesto de meter el dedo por el ojete.

Ahí me dí cuenta que efecto del lubricante había desaparecido y volvía a tener el culo reseco.

- ¡Nos encontramos luego !, dijo. 

Obviamente cuando eso se dice, es un equivalente a un 'si te he visto, no me acuerdo'.
Bueno, a veces te saludan por los pasillos, pero rarísimamente se repite.
Al poco rato, viendo que no entraba nadie, opté por bajarme del sling y dar una putivuelta.

Vi a varios conocidos de antes de la covid, entre ellos el vejete follador. 

- Hoy creo que, finalmente, me follarán - pensé, mientras le saludaba.

Nos encontramos en el cuarto oscuro donde comenzamos a pajearnos, pero el no acababa de ponerse a tono. 

- Normal - me dice - apenas hace unos minutos que he entrado.
- Nos vemos luego - comenta al marchar.
- Con este seguro que sí - pensé. Si me reencuentra y la tiene dura, me folla fijo.


(Continuará)





Comentarios

  1. Desde que tengo marido no voy a las saunas, ni siquiera conozco la Bruc renovada, pero gracias a ti recuerdo lo bien que lo pasaba. Gracias ��

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    1. De nada. Siempre puedes ir con tu marido a disfrutar de las instalaciones.
      Nada que ver con la antigua Bruc del Carrer Bruc ;-)

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  2. Felicidades por lo de la mascarilla!, aqui en Madrid, me han comentado que tambien es obligatorio.

    En el sling te he imaginado con cuello de anaconda, alargandolo jaja

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    1. Jaja... Nada de alargarlo. De haberlo hecho, me habría desnucado fijo.
      La posición no hubiera sido nada cómoda ;-)

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  3. Uff no habría podido ir a un sitio así en aquellos momentos, cerrado y de tanto contacto, q rallada.
    Todavía falta el final feliz de esta historia, la desvirgación postpandémica.

    ¡Saludos!

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    1. También me rayé yo un poco, si bien era los momentos aún bajos aunque en ligera subida entre la primera y la segunda ola.
      La desvirgación postconfinamiento se quedó allí, porque desde entonces, nada de nada :-(

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  4. Aqui esperant la fi de la història

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  5. Soy Andrew.

    La espera en el sling suelen ser eternas y no sé por qué, pero en mi experiencia lo que abundan son machos que observan y poco hacen. Aunque también he de decir que hay nobles excepciones.

    Una vez me puse en un sling presto a que me fallaran. Llego un vejete con una polla maravillosa: dura, venosa, erecta. Me lubricó el culete durante quince externos minutos y cuando pensé que me la iba a meter me dice: "follaje". Le dije que el pasivo era yo y que estaba listo para que me diera caña a par culo...pero se fue y ahí quedé yo todo lubricado.

    Un gusto leerte

    Abrazos

    Andrew

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    1. Jaja... menudo frustre te cogería!
      Al menos te dejó bien calentito y lubricado para el siguiente, si es que hubo, claro. ;-)

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