Lovers is in... the beginning

... Y el blog retrocede seis años... y pico.

Exactamente a principios de octubre del 2015.

Sí. Al final me he decidido a recuperar los borradores de aquellos días que me quedaron colgados, que narran mi putisemana en Benidorm, si bien por aquel entonces, a esos días de cierto despendole aún no le llamaba de esa manera,

Tanto retraso no se debe más que a la pereza de ponerme a ello. Por aquellos días ya llevaba un considerable retraso entre el post que publicaba y cuando había ocurrido los hechos narrados.

Por el afán de contar lo más retrasado y luego contar aventuras de las putisemanas más recientes fueron llevando poco a poco el bloque de relatos de aquellos días al baúl del olvido.

Pero ya está. Ya ha llegado el día.

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Allí estaba de nuevo, frente al Lovers.

Mi tradición mandaba empezar las vacaciones con la visita a este bar musical. 

No había más motivo que fue el primer local que visité la primera vez que estuve en la ciudad, tres años antes.

Y cabe decir que, como anécdota, aquella ocasión fue la vez que me mejor lo pasé.

Aquel primer año, julio del 2012, la ciudad y los locales bullían de animación. Los dos años siguientes, para las mismas fechas, la ciudad no daba la sensación de estar tan llena de visitantes y los locales estaban medio vacíos.

No obstante, ni de lejos nada comparable con las putisemanas del 2016 al 2019, como los relatos atestiguan, algunas aventuras o momentos interesantes si que había llegado a tener.

Pero en esta ocasión, mi putiescapada ocurría durante la primera semana de octubre. 

Fijo que nada iba a ser lo mismo.  

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- Una cerveza, porfa! - pedí en la barra del Lovers.

Eran las primeras palabras que decía en mis vacaciones, aparte de las que fueron necesarias al llegar para las gestiones en el hotel.

Mientras me servían y picaba de los frutos secos a disposición de los clientes me dediqué a observar el público que esa noche frecuentaba el local.

Destacaba una decena de personas de considerable edad, cosa que, fuera de temporada veraniega como era, bien podría ser una avanzadilla pre-imserso.

Ya con la cerveza en mano, estuve entrando y saliendo entre la zona intermedia del local, donde había unos taburetes, una barra y una pantalla de video a un lado, y enfrente unas cabinas con gloryholes, y la zona final del local donde están los lavabos y el cuarto oscuro.

-Ups!- pensé, mientras me sobresaltaba cuando noté que de repente me palpaban el trasero.

Esto ocurría en mi primera incursión a la zona del cuarto oscuro. Todavía no tenía la vista acostumbrada a la penumbra y no había visto venir la mano culpable. 

Enseguida pasó del trasero al paquete, sacándome la polla sin más dilación y comenzando un suave pajeo con una de sus manos, mientras la otra se entretenía con mis tetillas, a las que pezoneaba con la misma delicada intensidad.

Unos segundos más tarde se inclinó sobre mi verga y comenzó a mamar.

La vista comenzaba a acostumbrase a la poca luz y fue cuando me dí cuenta que se trataba de uno de los del imserso. Aunque por la lentitud de movimientos y acción ya me lo imaginaba.

Al cabo de unos segundos me hizo acercarme a la banqueta acolchada del cuarto oscuro y allí, en mejor posición con la espalda doblada como estaba, sentado continuó con la mamada.

Pero poco rato.

Me parecía excesivamente suave y lo dejé.

Después de campear un rato por la sala principal del local y sentarme en uno de los taburetes de la sala media y observar la personal mientras me tomaba mi cerveza, decidí una segunda incursión en la zona semioscura.

No tardó un tipo alto y delgado, que bien me sobrepasaba dos palmos, me atrapara también en aquellas penumbras y que desde su altura se inclinara hacia mí para iniciar un buen morreo.
Sin mucho pudor ni reparos, también nos sacamos allí mismo las pollas, pero a esta ocasión y por razones prácticas fui yo quien estuvo mamando la pedazo de tranca de la que seguramente se enorgullecía. Y sin necesidad apenas de agacharme demasiado.

Tardó lo que se tarda en hacer una mamada en una zona de paso y a media luz.

Siempre se intuía algunas esquivas sombras, pero poca acción.

Aunque una casi fija sobresalía  entre el resto. La de un tío joven, creo, casi en bolas, todo el rato inclinado sobre la banqueta, con el culo a disposición de la clientela.

Siempre he sentido una sana envidia cuando me he encontrado a un tipo así. 

Un intento de comer pollas en la zona de cabinas con gloryholes resultó totalmente decepcionante.

Me metí en uno de ellos y viendo que no entraba nadie en las cabinas contiguas, cuando fui a salir, vi a través del agujero de la puerta de salida como dos tipos se habían instalado a charlar apoyados en la misma. Será que no había sitio!.

Me daba mucho corte salir de allí, (ya ves!, pienso ahora) pero al final, viendo que no se movían tuve que forzar la situación.

Salí del Lovers relativamente satisfecho, pues algo de sexo hubo. 

Mamadas olvidabls si no fuera porque las dejé plasmadas en el borrador del post. 

Aunque sirvió como un pequeño aperitivo para empezar la noche. Que no harta ni empacha, pero abre el apetito de querer más.

Como siempre, el Lovers está al principio de la noche, pero salvo el primer año, nunca me salen historias memorables.

Continuará...

(Octubre 2015)