Una tarde de "Sofá" ( Sex cinema Benidorm )


Ni este era el cántabro y tampoco este era el sofá ;-)


Tocaba un rato de sofá.
Sin posibilidad de ir a la playa y a muchas horas vista de que abrieran los clubs nocturnos, era la mejor opción para una tarde gris y fresca.
No me apetecía ir a la sauna, pues ya había estado el día anterior y si no hubiera sido por Andy, muy posiblemente me hubiera muerto de aburrimiento.

Así que me presenté en el sex shop cine El sofá.
A primera vista, al menos había un poco de mas variedad de gente que el dia anterior, que también me había pasado un rato para acabar de rematar la tarde.

Comencé con un tonteo con dos que estaban ya en faena, a nivel de pezoneo.
Uno de ellos, al poco se retiró, y el que se quedó se situó junto a mí, pero sin hacerme nada, sólo se tocaba asimismo. 
No me convencía, así que lo dejé justo en el momento que apareció un tipo mayor, más de rostro que de cuerpo y ganas, que cada año me encontraba en mis visitas al local.
Me agaché enseguida a mamársela, cosa que pareció entusiasmarle.
Supongo que por no ser común una actitud tan decidida y rápida.

Al poco me indicó de ponerme detrá de una de las paredes de contrachapado de madera con glory hole para seguir mamándosela a través de él. Seguía entusiasmado.
Después de hacerme parar, me llevó hacia la zona más iluminada, donde hinqué las rodillas y seguí trabajándole bucalmente su capullo como si nada.
Hubo una pausa en la que aprovechó para corresponderme de la misma manera, con algún tocamiento y pezoneo.
Cuando se cansó, se fue sin más, dejándome con los pantalones bajados hasta el suelo.

Un rato más tarde, el tiempo de dar un par de vueltas, el mismo tío me vió meterme en la cabina de múltiples glory holes y aprovechó para meter su ya conocida polla a través de uno de ellos.

- Que, ¿Qué hice?... Pues lo obvio. 
Abrir la boca y zampármela, eso sí, hasta que me dijo que la metiera yo.
Seguimos un rato, y luego, otro pequeño cambio de posiciones.
Esta vez, en el quicio de la puerta, a vista de terceros.
Cuando se cansó, se fue sin más, dejándome otra vez con los pantalones por los suelos.

Después de una pequeña vuelta, de nuevo en la cabina de los multiagujeros, un tío titubeaba en si entrar o no. Le quité la tontería cuando le metí mano, y una vez dentro, comenzamos. El tío era de Cantabria, según lo poco que hablamos.
Su polla no se adivinaba ni grande ni gorda y, como pude comprobar, sin llegar a agacharme del todo, no le olía precisamente bien así que simplemente me esmeré en pajearle y comerle los pezones.
El hizo lo mismo, pero también iba mamando de tanto en tanto mi polla y besaba.

Me saqué totalmente la camisa y seguimos.
El calor, no solo por lo encerrados que estábamos en la cabina, iba en aumento.
Comenzó a entusiasmarse tocándome el culo, masajeando suavemente el ano hasta que un distraido y travieso dedo se escabulló por las profundidades del mismo.
Tras varias lamidas y metidas de lengua en el oscuro y bien trabajado orificio le pregunté si quería follarme.

- Sí - contestó.
- Pues espera un segundo que te dé un condón.
- No hay prisa. Más tarde- replicó

Bien cierto, no había prisa alguna.
Y seguimos.

Por la puerta entreabierta, tanto para que corriera un poco en aire, como para dejar ver a algún curioso, acabó entrando un treintañero que, viéndome medio inclinado hacia delante recibiendo los dedos del cántabro por el culo pensó que sería buena posición para mí y oportunidad para él sacarse la polla y darme de mamar.

Mientras ellos se enrollaban un poco, yo seguí con lo mío, pero el tío no tardó mucho que, de tanto mamar, acabara retirando la polla, y ladearse para correrse.
Supongo, porque aunque tuvo las típicas convulsiones, yo leche no ví.
Y satisfecho y bien servido se marchó. 

Luego entró un tipo joven veintipocos, cachitas y buenorro, seguramente con novia, que se subió la camisa para poder yo chuparles los pezones.
Seguidamente se bajó los pantalones lo justo para asomar polla larga y delgada y unos huevos pelados, dejando entrever un poco de culín. 
Poco me duró el chaval, que se corrió enseguida y se fue.
Todo esto con la inestimable ayuda del cántabro.

Hubo un rato para repetir pezoneo con el tío mayor del principio, que volvió a entrar en la cabina.
Mamada al tío mayor a dúo compartiendo su polla entre el cántabro y yo, y besos a tres bandas

Luego entró un tío alto, rubio, cuarentón de buen, delgado pero un pelín fofo.
Se adivinaba pasivo. Nos mamó un ratillo a los dos, pues el mayor ya se había marchado. Yo, brevemente también, pero el quería que nos los follaramos.
Mal asunto por mi parte, pues por un lado no me apetecía y por otro lado resultaba demasiado alto para mí.
Así que un buen pezoneo y pajoteo a cuatro manos, se acabó corriendo.
Nos volvimos a quedar solos el cántabro yo.

- Quiero correrme ya, tío - le digo, con cierta urgencia.
Pero no le hago saber quem a pesr de todo el perrerío que levo estos dos días, aún no me había corrido.
No faltó muchos estímulos.
Un buen pajore y su dedo en mi culo fueron suficientes.

-Tío, que bueno estás - comenta.
- Gracias, eso debe ser por la poca luz - le digo, y me rio.

Mientras se va, me limpio y me visto.
Luego nos cruzamos en el lavabo. Sonreímos.
Al salir a la calle, fumando un cigarrillo, un nuevo cruce, una sonrisa y una despedida.

Aquella tarde nos dimos un largo momento bonito y morboso.
Con todo, sólo había pasado hora y media

(Octubre 2015)




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