Fantasía de un lector ( ¡O no! )




Aquel día los astros se alinearon...

Aquel día los astros se alinearon correctamente. Inesperadamente aquella tarde salí antes del curro. Tenía pocas ganas de ir a casa...

Paseando tranquilamente por las calles de Eixample pasé por delante de un sex shop. Cuando iba a pasar de largo cambié de opinión y decidí entrar.

No tenía claro si era curiosidad o un súbito calentón, pero allí estaba.

El local tenía dos espacios diferenciados. La más cercana a la entrada era la destinada a tienda. Un vistazo rápido me informó de los diferentes juguetes sexuales, videos y toda clase de cremas, lubricantes...

Por estar cerca de la persona que atendía a la caja y a los clientes tenían expuestos en una vitrina una colección de penes de diferentes tamaños de látex que imitaban a la perfección el pene de un tío.

Aquella colección seguro que satisfacía a los más exigentes compradores que, a mi entender, serían hombres gay como yo. Aunque a esa hora solo estaba yo y el cajero. Un chico de veintitantos, un poco anodino que estaba más pendiente de su móvil que de mi.

Tras un repaso rápido, por timidez y porque me sentía un poco un pez fuera del agua, me acerqué al joven cajero y le pregunté si tenía que pagar una entrada para pasar más a dentro.

- Sí - me contestó secamente.

Mientras le daba el dinero me di cuenta lo abultado que tenía su paquete. Nos cruzamos la mirada y él se puso como un tomate,  y nerviosamente, me devolvió el cambio al mismo tiempo que de manera poco audible me señaló unas taquillas donde dejar mis cosas.

Hacia allí fui pensando que el muy cabrón lo que estaba viendo en el móvil era algo, porno quizás,  que le estaba poniendo muy cachondo..

Una vez dejadas mis cosas, quitarme la ropa y quedarme con el pantalón pasé dentro.

Súbitamente la luz se volvió tenue, como azulada. Casi si no veía, pero solo era una sensación pues una vez acomodado a la poca luz podía ver lo que allí había.

Cabinas dispuestas de forma circular en el centro. Algunas con la puerta cerrada y otras abiertas.
En las cerradas pensé: habrá  gente dentro. Las que tenía la puerta abierta o no había nadie o algún tío apoyado en el quicio en aptitud observadora, pocos eran que los que hacían un gesto claro como tocarse el paquete. Había uno que tenía el miembro fuera con los pantalones bajados.
Pero su aspecto no invitaba a acercarse.

En mi recorrido de inspección vi otros espacios: pequeñas salas con sofá, otra con una especie  hamaca colgada en el centro.

Cuando pensaba que llegaba al final de mi paseo vi una especie de habitación. Esta tenía la puerta entreabierta. Alrededor no había nadie que mirase, así que me acerqué y pude oír una voces y una especie de gemido que en aquel momento se me antojó lastimero.

La curiosidad pudo más que mi pudor o vergüenza. Lo que vi era como si contemplase una escena de sado de un video como los que acostumbro a ver para pajearme:

En el centro había un chaval de unos veinte y tantos años, delgado que estaba atado de muñecas y tobillos mediante unas cuerdas. Los brazos casi extendidos, sus piernas abiertas. Su piel brillaba producto del calor que allí hacía o por lo que estaba viviendo. Su boca amordazada

En cuanto entré él dirigió su mirada hacia mí y creyendo que me pedía ayuda, me acerqué..
Cuando fuí a preguntar si podía ayudarlo, unos brazos me cogieron por espalda, y una boca me mordió la oreja.

Sin tiempo a reaccionar una mano que no sé muy de donde salió me tapó la boca. 
Inmovilizado me quitaron las  bambas, y en un tris tras me ví sin pantalones ni boxers.

Fui sobado en esa guisa un tiempo, lo cual, a pesar del temor que tenía provocó en mi una erección, que aquellos que tenía a su merced interpretaron que me iba el rollo.

Cuando creía que la mano que me tapaba la boca se iba, para sorpresa mía, fue sustituida por una especie de mordaza como la que tenía el que estaba colgado. Aquellos dos me ataron con fuerza las manos detrás de la espalda y sin contemplaciones me pusieron de rodillas.
Uno de ellos me puso su enorme verga a la altura de mi cara, la restregó por toda la cara al mismo tiempo que me dio dos sonoras hostias

Sin tiempo a reaccionar me aupó del suelo y me puso de cara a la pared, me sujetaba la cabeza contra la pared, tuve que poner mi cara de lado si quería respirar.
Sentí como con uno de sus pies me obligó a abrirme de piernas

Inspeccionó sin miramientos el ojete con sus dedos. Me sondeaba con uno mientras alternaba con palmetazos en mis nalgas.

Así un buen rato hasta que sin previo aviso me introdujo la verga. El dolor fue intenso, casi sentí desfallecer, pero las sucesivas investidas curiosamente ya no dolían sino que me proporcionaban  placer.
Cuando creí por sus jadeos que el tío se me iba a correr dentro saco su verga, me dió la vuelta , y quitándome la mordaza me la metió en la boca, reiniciando de nuevo el bombeo.

Mientras me comía aquello el otro se follaba al que estaba colgado. Mientras le masturbaba, le retorcia los pezones.

Cuando quise darme cuenta mi cara era regada por un chorro de semen caliente y los otros llegaban al clímax.

El silencio, las respiraciones, el sudor se apoderaron de la sala...

Todo lo que pasó a continuación transcurrió muy rápidamente, el chaval fue descolgado, nos vestimos y salimos de allí como si lo vivido dentro no hubiera pasado jamás


( Febrero 12 - 2020 )

Este es un relato de un feisamigo y lector que me invitó a publicarlo.
Fantasía o hecho verídico, sólo él lo sabe.





Comentarios

  1. Wow. Comparto esa fantasia

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  2. ¡Joder. qué morbo! ¡Gracias al asiduo lector por compartir la experiencia!

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    Respuestas
    1. Te doy las gracias de su parte. Bueno, no me las ha dado, pero seguro que te las daría ;-)

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