Buscando simetrías... entre polvos y mamadas.





- ¿Alhambra, Mahou o San Miguel? - Me preguntó el camarero tras pedirle una cerveza.
-San Miguel, porfa - le contesté.
- Pues llegas tarde - prosiguió, sin saber yo muy bien a que se refería.
- ¿Tarde a que?, ¿A la cerveza porque no te quedan o a la fiesta?.

Era domingo y se celebraba el día sin camiseta, que puede que para muchos sea lo más, pero para mí era lo menos. Pero sabía que, para las horas de la fiesta, ese día el local se llenaba. Y eso me compensaba.

- Esto se empieza a poner a tope a las 8 de la tarde, pero a las 10 cae en picado- me respondió..
- Y eran las 10.30 !!!. Otro episodio de mala suerte, pensé, aunque sin llegar a ponerme melodramático.
Justo al entrar, salían media docena de osos de edad variada, y en la zona de bar ya únicamente quedaban 4 tíos.
- Espero que quede más gente abajo - pensé.
Pues ni eso !. Dos se acababan de dar el lote y se estaban acicalando para subir, y sólo quedaba un tío, majete, eso sí, totalmente en pelotas bolas sentado en el taburete viendo el video porno.

Se le veía tranquilo y relajado, sin hacer más caso que a la pantalla, tal vez porque habría tenido ya su dosis de sexo y morbo, y simplemente, allí en la soledad del momento habría decidido a disfrutar de un poco de tranquilidad.

Y me sabía mal molestarle, pero era él único que tenía a mano, así que, tras dudarlo considerablemente, me atreví a echarle mano del paquete que se manoseaba mientras veía a los actores de la pantalla dándose el lote padre.

Pues mirad que, no sólo se dejó manosear, sino que no tuvo ningún reparo a que le mamara el buen cipotón que lucía en la entrepierna.
No tenía ni idea de lo que había hecho antes, realmente, pero quedaba claro que seguía caliente.

Tanto por lo visto, que cuando se bajó del taburete, fue para ponerme inclinado y apoyado sobre él, para follarme el culete.
Así, sin más, sin palabras. Sin decir ni mu.
Pensé que era extranjero, pero tampoco resultaba necesario hablar, si con gestos se hace entender uno.
Paró al cabo de un rato, me cambió de posición, poniéndome esta vez de cara hacia la pantalla, y prosiguió con el polvo.
¿O se podría considerar como uno nuevo?.
El asunto de los cuentapolvos se complicó cuando por segunda vez se detuvo y me hizo apoyar sobre la valla metálica que servía de decoración, cabe decir que yo ya no llevaba puestos ni los jockstrap, y continuó con el tercer polvo, o la tercera parte del polvo discontinuo.

Cuando terminamos, se le soltó la lengua (resultó ser lugareño) y no paró de hablar del hotel tal, del restaurante cual, de su apartamento que tenía allí, que si eso, que si lo otro, así hasta que subimos y marchamos.
No me molestó, pero tanta información me abrumó un poco.

La tradicional y rutinaria visita al Men's después del Free Eagle fue más corta que lo que se tarda en leer este párrafo. Poco ambiente arriba y nada abajo. No pasó nada y me fui pronto.
Y no era ni las 12 de la noche cuando entraba en el Exxxtreme.

A pesar de ver poca gente y menos movimiento en relación a los dos día anteriores, pensé sin embargo, que algo provechoso saldría.

Por de pronto, en una de mis primeras putivueltas, en la zona de cabinas un tipaco mayor, alto, buenorro y pollón me dio largo rato de comer en una de ellas, a puerta abierta y que al poco de comenzar se unió un treintañero velludete, con la que también me fui alternando.
Pero el asunto no pasó de la doble mamada.

No fue hasta poco después de estar un buen rato descansando en el sling de unos de los cuartos, que comenzó lo más interesante de la visita al Exxxtreme de esa noche.
Y cuando digo descansando fue realmente así, muy a mi pesar, ya que de los 15 o 20 minutos que estuve allí, sólo dos tíos corrieron la cortinilla y asomaron la cabeza y un tercero entró a tocarme las piernas e irse.

Cuando salí, decepcionado del nulo movimiento me encontré con una bella estampa.
En medio de uno de los cuartos de paso, un bello ejemplar de macho, alto, fornido y velludo, se estaba follando de pie a otro tipo más normal, el cual permanecía inclinado hacia adelante en perfecto ángulo recto, y frente a ellos el italiano de polla fina y larga que, un par de días antes, me había echado un par de polvos, prácticamente allí mismo, mirándoselos sin nada más que hacer.

- A esta escena le falta simetría - pensé.

E instintivamente, sin pensarlo dos veces, me coloqué en el vacío del cuadro, entre el pasivo y el observador, y me inserté la delgada polla del italiano que, para grata sorpresa entró hasta el fondo sin la más mínima dificultad, adoptando la misma postura en ángulo del que sería mi reflejo.

Por la decidida y rapidez de la acción, el italiano no comenzó a bombearme el culo de manera inmediata, hasta que comencé a morrearme con el otro pasivo. 
Los otros acabaron demasiado pronto, la simetría se rompió y la escena desapareció.

No sería hasta un poco más tarde que el italiano me follaría de nuevo, esta vez por su propia iniciativa.
Y me pilló en un momento, digamos que crítico.

Teniendo la líbido muy subida y encontrándome en uno de los cuartitos, sobre un camastro, un culito respingón, bien puesto y dispuesto para ser follado, me entró la vena solidaria con mis compañeros de rol y quise darle lo que necesitaba, así que saqué un condón y me propuse ponérmelo sin tener la polla no bien dura del todo.
Entre eso y que el condón resulto ser más bien pequeño, el cipote me quedó como un pequeño globo hinchado.
Al intentar poner algún remedio, se me cayó junto con el lubricante, y si bien lo encontré tanteando entre los huevos del paciente pasivo, el 'lubri' no volví a encontrarlo.
Fue en ese momento de apuro, búsqueda y confusión, cuando el italiano que pasaba por allí, aprovechó para metérmela bien hasta el fondo, esta vez sí, en una follada más larga que la anterior.
El otro, pobre, se quedó con el ojete abierto, pero sin nada que meter.

Después de esto, y tras un par de vueltas, viendo que ya eran las dos y no me apetecía quedarme más rato, me marché de nuevo al Men's, que me pillaba de paso y caso de no entrar ambiente, seguiría camino del hotel.

Poco movimiento y el que había, huidizo.
- ¿Porque será que lo que funciona un año, otro deja de hacerlo, si el local, las horas y el tipo de gente es aparentemente el mismo? - me preguntaba.
Dos años atrás, la zona de cruising solía estar muy ambientada, al punto de que, en algunos momentos resultaba agobiante de la aglomeración de gente y de calor.
Y este año estaba resultando, poco más o menos, como el anterior. Poco ambiente y poco enrollado.
Me resultaba muy curioso.
La única diferencia que encontré fue que, dos años atrás era mediados de septiembre, y en las otras ocasiones, principios de julio.

Para no dar vueltas tontamente, decidí meterme en una de las cabinas, con la puerta abierta, y agachadito, en posición bastante explicita de "entra, que te hago una mamada".
Iban pasando y alguno miraba.
Otros ralentizaban el paso para observar y alguno paraba, incluso había que se palpaba el paquete, pero indecisos, se iban.

- Pues no será porque se lo pongo en bandeja ! - pensaba.

Una pareja, de unos 35 y 45 años respectivamente, por decir algo, pero lo que quedaba claro era que eran de edad dispar, se detuvieron en la puerta.
El joven estiraba hacía sí del brazo del mayor para entrar, mientras algo le comentaba para convencerlo, el otro se quedaba unos segundos mirando e intentaba marchar. Así varias veces, y al final no entraron, pero me mantuvieron a la espectativa dándome un poco de espectáculo.

Sí que entró, unos minutos antes que la pareja anterior apareciera, un tipo de edad imprecisa, ya que una barba cana y larga le envejecía más de lo que el rostro aparentaba.

- Mira, se la voy a comer al "follet tortuga", aunque sin caparazón - pensé, mientras este entraba y decidido se sacaba la polla. Al menos ambos sabíamos lo que queríamos.

Una polla normal que me folló bien la boca y acabó corriéndose sobre mi barba, si bien no muy abundantemente.

Cinco minutos antes de cerrar, un joven regordete que también sabía lo que quería, se la sacó mientras entraba en la cabina y me dió de mamar.

- ¿Quieres que te follé? - preguntó.

Le dí un condón, se lo puso, me ensalivé el ojete, pues como comenté anteriormente, había perdido mi tubo de lubricante en el Exxxtreme, me folló brevemente, pero lo suficiente para correrse justo en el momento que se abrieron las luces, en señal que cerraban ya el local.
Mientras el tío salía, aproveché para correrme.

Unos minutos más tarde recibía en la cara el fresco de la noche, mientras me dirigía al hotel, ya a descansar




Comentarios

  1. Aprovechando hasta última hora. Jeje.
    Me das envidia. Ufff

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    1. Pues claro, jeje...
      Ten en cuenta que solo durante mi putisemana puedo ir de "caza" nocturna, por lo que intento aprovechar hasta el último minuto, siempre que el cuerpo aguante, pues a veces me dice "para", y entonces paro ;-)

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  2. Que noche la de aquel dia.!! Por lo que he leído tuviste sexo a tope. Sana envidia. Me encanta leerte. Y mas me encantaria hacerte lo que te hacen por ahi...
    Un saludo
    Tu Feisamigo

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    1. Si, estuvo entretenida y variada, llena de pequeñas escenas, no me puedo quejar ;-)
      Gracias por estar ahí, leer y comentar.

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  3. ¡La simetría! ¡Importante factor para los griegos! Y con los tubos de lubri, ¡vayan que pasan cosas! A mí se me han perdido hasta en habitaciones de hotel que no hay nada y que es fácil de conseguir. Es un enigma eso, al menos para mí. ¡Y vaya noche que tuviste!

    Abrazos

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    1. Hasta a mí me sorprendió pensar en eso cuando ví la escena, y más me sorprendió cuando le puse solución, jajaja... Es lo que tiene ser espontáneo ( que en absoluto lo soy, sino más bien del tipo "cagadubtes" )

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