Doble trío en el sling y una follada de campeonato
Me sorprendió, que para ser una hora muy temprana e inusual para mí, las 2 del mediodía, encontrarme a unos cuantos tíos habituales de la sauna, al menos de vista, que además un par de días antes, en mi hora, esa vez sí acostumbrada, también habían estado allí.
- Veo que los hay muchos más asiduos que yoy. Y a cualquier hora !- pensé - .
Claro que, en mi caso, suelo ir una vez a la semana, si bien, dependiendo de la época del año, puede ser más o menos.
Y eso sí, entre 1 hora o 1 hora y media, como bien sabéis.
Días atrás me había llamado la atención en varias ocasiones los comentarios que me llegaban de otras gentes, que cuando van a la sauna, no suelen estar menos de cuatro horas.
- ¡Cuatro horas!- me medio escandalizaba.
Básicamente porque me es imposible estar tanto tiempo, y de poder, en mis putisemanas o contadisímas escapadas de noviembre/diciembre a medio día, nunca se me había ocurrido estar más de un par de horas.
Pero ese día, era un mediodía de noviembre, y pensé: ¿porque no lo intento lo de estar cuatro horas?
Realmente me suponía un reto.
No siempre uno se encuentra con la gente, ánimo o predisposición adecuada, para una hora.
Pues para cuatro, ya me contaréis.
Allí y a esas horas me encontré a José, uno de mis más habituales del desaparecido cine Arenas, y con el cual desde entonces, me lo había encontrado muy esporádicamente.
Y esas escasos encuentros nuestra acción en común en la sauna, aparte de saludarnos, había sido unos toques y pezoneo.
Y así como mi primera sorpresa, pues, fue encontrármelo ese día, por lo peculiar de la hora, la segunda sorpresa fue qe se metiera en el cuarto del sling, donde allí me había yo aposentado, no sólo a juguetear con mis tetilla, a puerta abierta para atraer público, sino animándose también a juguetear con mi ojete, algo que no hacía desde tiempo inmemorial.
Supongo que mi posición tan dispuesta lo fomentaba.
A ver, para eso uno se tumba patiabierto sobre el columpio de cuero y cadenas.
Para incitar a la acción.
Estaba hablándome y recordando nuestras tardes en el Arenas mientras jugueteaban sus dedos con mi culo cuando por la puerta apareció Joaquín, al que para mis afueros apodaba "El plasta", si bien de últimas ya no daba razones para ello.
Joaquín consiguió follarme una vez, después eso sí, de insistir bastante.
Me parecía demasiado adulador y empalagoso, y eso me retraía.
Después de aquel polvo, quiso repetir más veces, pero siempre lo esquivaba.
De últimas, cuando nos encontrábamos sólo nos saludábamos.
Y me sorprendió que entrara, saludara, acariciara mis extendidas patorras, y después de alabarme y contar como le ponía el verme tan expuesto y disponible, se agachó a comerme largamente el culo.
- No lo cierres, déjalo abierto - decía Joaquin, cuando involuntariamente se me contraía.
- ¡Que abierto lo tienes ! - comentaba José, mientras seguía cooperando con el otro en mi estimulación anal, sin cesar en ningún momento en su experto pezoneo.
- ¡Fóllatelo, tío! - sugirió Joaquin a José - ya está más que listo y seguro que lo está deseando - decía mientras me miraba pícaramente.
- Sí, lo tienes claro - pensé - intentando recordar la última vez que eso ocurrió con José, años ha, pues a lo último que se dedicaba en aquella época del Arenas era, después del pezoneo y algo de pajeo, ofrecer mi culo a terceros, no siempre con resultados satisfactorios. Si hubo una temporada que, de tanto en tanto me follaba, pero fue al principio de conocernos en el cine.
Y al cabo de un ratito vino la tercera sorpresa, cuando José, sin apenas dudarlo, y tras cerrar la puerta, se desplazó hacia entremedio de mis piernas, y tras untarme bien con un poco más de lubricante, comenzó a follarme.
A varios ritmos, ya no cesó hasta que decidió al cabo de 10 o 15 minutos de constante mete-saca, con aquella polla suya, de tamaño standar, tan perfecta para mamar como para follar.
Parecía que hubiera estando acumulando toda la energía durante estos últimos para esta ocasión.
Joaquín, presente en todo momento, pasó a mamarme la polla desde mi costado, besando y toqueteando los pezones que, puntualmente, José dejaba libre.
Realmente me ví en el séptimo cielo con tanta estimulación simultánea.
- Descansamos un rato, y si un caso, luego seguimos - dijo José, mientras sacaba la polla de mi trabajado ojete.
- Y de paso voy a ver si ya ha venido mi amigo - prosiguió.
Se refería al compañero con el que suele acudir a la sauna, que hace más o menos, obviamente con diferencias, el papel que hacía yo en los encuentros del Arenas. Pillan a un tercero, lo estimulan con pezoneo de José y mamoneo del amigo, y luego este se ofrece a ser follado.
Ambos, Jose y Joaquín se fueron de la cabina, dejándome solo durante unos 15 o 20 minutos, durante los cuales alguna anónima cabeza se asomaba por la puerta, pero nadie se atrevía a entrar a juguetear conmigo.
Estaba ya por bajarme del sling, cuando de nuevo apareció José, esta vez con su amigo, pero sin Joaquín.
Todo ocurrió de una manera muy similar a la anterior vez, con la salvedad que el amigo estuvo más por la labor de mamarme.
- Fóllatelo - decía esta vez José a su amigo.
- Cada uno hace lo que le gusta y se le da mejor - replicaba el amigo.
- A que sí - me interpelaba este.
Pero después de insistir bastante, el amigo accedió a follarme, excusándose de antemano si no lo hacía tan bien como José y de su pequeña polla, que si bien no se la llegué a ver, si lo pude comprobar.
Y fue cierto, pero no lo lamenté.
Al cabo de un rato, en que José estuvo entretenido pezoneando y animando a su amigo en la labor del folleteo, se excito lo suficiente para suplantarlo e iniciando la que sería la segunda memorable e intensa follada de la tarde, en la que no sé si me lo pasé mejor yo, José o su amigo, pues por mi parte no paraba de gemir y retorcerme de placer, en la medida del escaso movimiento que permite el columpio, y ellos parecían que no hubieran conocido culo o polla con anterioridad.
No obstante, cuando lo dejamos al cabo de mucho rato, ninguno se había corrido.
Ellos desaparecieron y yo me quedé tumbado en el sling, pues aquella tarde disponía de mucho más tiempo que lo habitual.
Nadie entró, así que decidí que ya era hora de estirar un poco las patas, pero en posición bípeda.
Bueno, si entró un tío que comenzó a retorcerme los pezones y darme nalgadas, y si bien apenas por unos segundos me puso perra perdida, se fue tan rápido que me dejó con al aire entrecortado de la brusca excitación.
-¡Mira que hay gente rara, rara!, pensé.
Me bajé del sling, con cierto dolor por un leve calambre que me dió, pero no pasó de ahí.
En la puerta parecía que me observaba me un tipo alto, delgado, ligeramente peludete con gafillas, no sabía si era porque quería ocupar mi lugar sobre el columpio o simplemente me observaba.
Al salir me pareció que me seguía, cosa que pude corroborar cuando nada más entrar en la Big Sex room, y noté que desde atrás alcanzaba suavemente mis pezones.
De espalda palpé un pollon nada despreciable aún en su consistencia morcillona.
Así que me di la vuelta y tras juguetear también con sus discretas tetillas, me agaché para darle más robustez a aquel rico manjar que colgaba de su entrepierna.
La disfruté durante un rato largo, en la que ninguno parecía cansarse, al menos por el efecto en sí de la mamada, otra cosa era mi postura, simplemente agachado a ratos, a otros arrodillado.
De tanto en tanto, el tío marcaba el ritmo, siempre suave, de la mamada.
En una de esas veces en que la necesidad de estirar la patas apremiaba, el muchacho, aprovechando la cercanía de mis nalgas, me ladeo y comenzó a palparlas, para pasar seguidamente a inclinar me el cuerpo hacia adelante mostrando con ello su disposición a follarme.
Afortunadamente, aquella tarde mi ojete ya había sido trabajado concienzudamente en dos ocasiones por José y su amigo, con lo que lo tenía más que preparado para recibirlo.
No así habría sido, si hubiese sido pollón de primer plato.
Me preparé de nuevo el ojete aplicando un poco de lubricante que llevaba, y abrí bien el culete para recibirlo.
Comenzamos yo reclinado sobre la cama, para pasar de rodillas sobre esta.
Si la mamada había sido estupenda, la follada que le siguió resultó gloriosa.
Nada como el buen "savoir faire".
Amenizada por un momento con una polla que espontáneamente me ofrecieron, la follada fue, al igual que la mamada, larga y marcada con varios ritmos, hasta que finalmente el muchacho se corrió en el suelo.
Una tarde más que intensa y bien aprovechada.
(15 Noviembre 2018)
Desde luego, una tarde muy bien aprovechada. Puestos a pedir más, "disfrutar" de la corrida del muchacho...
ResponderEliminarBueno, perrete, te deseo una feliz navidad!
Si, cundió. Al menos en la parte central de la tarde.
EliminarLuego estuve más de tranqui y no pasó nada destacado, al menos en comparación.
Felices fiestas, guapo :-*
Para mi el final sería las dos pollas llenandome la boca de leche y la cara
ResponderEliminarCierto que hubiera sido un mejor final, jeje...
EliminarPero no fue así como ocurrió.
Una pena ;-)
Buena visita, todos contentos, sobretodo ellos que es lo importante...
ResponderEliminarTodos, todos :-D
EliminarMuy excitante, Perro, especialmente el último acto con el chico de gafas. No hay nada como la estimulación suave y prolongada, sin prisas. Y ese pezoneo viniendo por detrás... Qué maravilla. Gracias, como siempre. Buenas fiestas y buen año cargado de experiencias similares, guapetón!
ResponderEliminarGracias por comentar, George.
EliminarSi, el pezoneo por detrás me vuelve loco, directamente, porque a la par sientes la respiración del otro en la nuca y el roce de su polla en el culo. Uff..Solo de pensarlo me pongo malo, jajaja ;-)
Buenos dias
ResponderEliminarHoy nada más llegar al trabajo he encendido el ordenador con el firme proposito de leer un nuevo post tuyo. Por cierto que llevo cierto retraso en su lectura. Y he tropezado con este post.
¿Qué decir? Leyendolo está claro que aquella tarde lo pasaste muy bien. Leerte es excitante y estimulante a partes iguales. La imaginación me vuela a la velocidad del rayo. Te veo ahí tumbado en el sling ése, abierto de piernas ofreciendo al visitante tu ojete, tu miembro y tus bolas...uffff me pongo a cien!!!
Jose, Joaquin, el chico delgado con gafitas se lo pasarón pipa contigo y tú con ellos.
Como en uno de los comentarios que te han dejado, yo hubiera deseado que el chaval se hubiese vaciado en la cara en lugar del suelo, pero eso amigo mio va gustos.
Un cordial saludo,
Feisamigo
Si, fue una tarde increíble.
EliminarSiempre es mejor una lechada en la cara, que tirarla al suelo, pero en fin, no controlé la situación, que a veces se trata también de eso, que el/los otros sean lo más espontáneos posible ;-)