Cambio a fase Zen




Después de un triple polvazo de los que hacen historia y se recuerdan durante mucho tiempo, si bien no contado en el post anterior con la suficiente pasión que tal hecho merecía, entré en los días posteriores en un estado de tranquilidad, paz interior, soseigo, armonía, ...
Vamos, un estado un tanto zen.

No resultó un hecho extraño.
Suele pasarme después de una experiencia excepcionalmente satisfactoria, como fue el caso.
Si a eso le añadimos que durante los dos últimos meses la norma había sido una concatenación de experiencias positivas ( Por saturación y falta de tiempo, no todas contadas ), el estado de plenitud estaba más que justificado.

Y eso que comenzaban las putas navidades, que te quitan todo el tiempo y la energía para lo que no sea pensar en que comprar, buscar donde comprar, comprar y compromisos familiares. Y ese año parecía que lo llevaba bien.

El caso es que pensé que durante una temporada de duración imprecisa, aunque pensaba que no inferior a tres o cuatro meses mínimo, iba a dejar de hacer escapadas tras mi horario laboral, y antes de llegar a casa. En los primeros días, las fiestas ayudarían.

Por otra parte, una decisión de tal calibre, por mucho que uno simplemente se lo proponga, para que tenga éxito necesita de algún tipo de incentivo o estimulo suplementario que lo afiance.
No siempre con el simple querer, se consiguen los objetivos.
Y el estimulo fue el factor económico.

Cierto que, si es una visita puntal en el tiempo, a uno no le va de pagar los 12.8 euros que cuesta la entrada a la sauna. Esto lo pongo como ejemplo. Quien dice este importe de la sauna Bruc en concreto, básicamente por ser el lugar que más frecuento, puede decir los 18 euros que puede costar la sauna Condal (excepto los días con rebaja), o los 5, 6 o 7 euros pueda costar entrar en la zona de cruising de algún sexshop.

Y si al precio de la entrada al local, se le añade el hipotético consumo que se pueda hacer en su interior, más en mi caso, de manera fija, sí o sí, tomarme siquiera un café con leche y un sandwich, antes de entrar o al salir, y si esto lo multiplicamos por una media de 6 visitas al mes, algún mes más, algún mes menos, pues solo hay que echar cuentas para hacerse idea del dispendio.

Si me abstenía de acudir a ningún lugar de cancaneo, al cabo de unos meses, casi tendría para pagarme mi putisemana del verano, al menos, viaje y hotel.

Así, de paso, no tener experiencias conllevaría a no escribir nuevos post ni acumular borradores a medio escribir, con lo que, a la par, también dispondría de más tiempo para ir actualizando el blog y ponerme al día con todos los post retrasados.

Eso pensaba.

¿Llevaría a cabo mis intenciones?
¿Tendría éxito?

Como muchas veces suele pasar, un pequeño e inesperado detalle lo iba a alterar todo.

Y no.
Para el confinamiento por la pandemia del coronavirus aún faltaba un año y tres meses.

(Final de diciembre 2018)





Comentarios

  1. Sigo siempre tus relatos, saludos y cuidemosnos

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    1. Muchas gracias!
      Yo también voy siguiendo tus relatos ;-)

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  2. Sí, a veces a uno le queda ese gusto, esa sensación de placer cuando se la ha pasado bien.

    Oye, que somos varios quienes esperamos tus aventuras de verano 2019. ¿Ya las publicaste? Reviso tu blog.

    Besos

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    1. Jeje... Pues no. Aún no las he publicado. Solo publiqué el "prólogo", como cada año, pero luego me lié con los pendientes y se me fue de las manos.
      Justo ayer comencé a revisar los borradores de los post de la putisemana del 2019, y en cosa de 20 días aprox. comienzo a publicarlos.

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  3. Pues aquí estaremos,con ganas de leerte.
    Un abrazo, Perrete,
    Hotdardo ��

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