Polvos caribeños en la sauna Bruc





Entre medio de mis bien abiertas piernas, sobre el sling, delante mío, tenía a un bello y joven ejemplar de macho que iba follándome el culo a ritmos variables, apenas sin pausas.

Ahora, con sus manos me cogía de la cadera, como para controlar el correcto metesaca de su polla por mi esfinter. Ahora, se agarraba fuertemente de las cadenas del sling tal vez para limitar el vaivén de este.

Y seguidamente, con sus manos en su cintura, el único contacto piel a piel era su polla en mi ano y en cada embiste solo dependía de la fuerza de sus caderas y de la oscilación de retorno del sling.

No daba crédito de la suerte que había tenido.

Toda la aquella tarde el culo me había estado pidiendo comer.
Y yo, buenamente, me veía en la necesidad de intentar contentarle.
No era una mera sensación. Realmente tenía hambre. ¿O era más bien gula?
Creo que más bien lo segundo.

Había estado barajando la idea de ir a la sauna Condal para satisfacer el apetito y compensar tal vez  la experiencia un tanto extraña de la semana anterior.
Pero desistí en favor de la sauna Bruc por el simple y determinante detalle que la altura del sling era más óptimo en esta segunda, y además de disponer de una pequeña tarima que facilita la labor a bajitos o paticortos, en caso de necesidad.

Y allí estaba aquel tío, ventiañero, bajito, macizote aunque sin llegar a estar lo que se dice musculado, moreno, de piel suave y color tostado caribeño.

-¿Son buenos? - me preguntó, cuando nada más haberse decidido a entrar, miró los preservativos que tenía preparados para su uso encima del taburete.
Fue una de las pocas veces que oí su voz.
La otra fue cuando dijo - Bueno, me voy a recuperar fuerzas -, después de correrse y arrojar el condón en la papelera.

Al principio, cuando entró, dejó la puerta entornada, no sabía si por despiste o intencionadamente, desde la cual otro tío de características muy similares a él se quedó observando, sin decidirse a entrar o no.
Pensé que eran colegas, pero a los pocos segundos, el que había entrado cerró la puerta, confirmando con ello que debía de haber sido un descuido por su parte.
Y una desilusión para mí.

Pero nada más pensar eso, cambié de chip mental y me propuse disfrutar del momento.
No iba a tener a los dos entre mis piernas, así que intentaría gozar por lo menos de lo se me presentaba, como así fue.

Sin embargo, a veces, el destino tiene reservadas sorpresas.

Al salir de la cabina mi follador de piel tostada, allí en la puerta parecía estar esperando el otro que me había parecido su colega.
Bien. Seguramente no estaba esperando que el otro acabara, si no que pasaba por ahí de nuevo en ese precisamente momento.
Que coincidencia !
Y apenas se paró a comprobar que el sling estaba ocupado para entrar, cerrar tras de sí la puerta, coger un preservativo y como en cualquier self-service, servirse a gusto.

A diferencia del primero, no hizo ninguna pregunta respecto a los condones.
Se lo puso, lubricó mi ojete con el lubricante del dispensador y se dispuso a follarme.

A pesar de ser muy parecidos, ambos guapetes, de tono de piel tostado, de muy posible origen latinoamericano, este sin embargo era un poco más alto, más definido de cuerpo al punto de marcársele un poco las abdominales, de polla un poco más larga y delgada, y poco más mayor de edad, tal vez ya en la treintena.
Otra delicia.

También coincidían en su fogosidad y su concentración en el folleteo.
No habían caricias fuera de las nalgas, ni atenciones a mi polla. Y ni mucho menos, cruce de miradas.
Estaban exclusivamente por la labor de sacar el máximo placer del ojete.

Este segundo era de ritmos más lentos y estáticos, como más estudiados, supongo que la experiencia de esos pocos años de diferencia se hacía evidente.

Follaba.
Se inclinaba sobre mi al punto de rozar la piel de su abdomen sobre el mío, en casi un abrazo, mientras se sujetaba de mi hombros.
Su discreto vello púbico se mezclaba con el recortado y escaso mío.
-Ojalá no tenga ninguna puta ladilla - recuerdo que pensé- maldita la gracia que me haría.
Y volvía a su posición normal.

El polvo no fue ni corto ni interminable.
Ignoro lo que duró. Me sucede que cuando disfruto, tiendo a perder la noción del tiempo.
Como el primero tal vez, y de la misma manera, cuando llegó a su climax, se corrió encima mío.
No me sorprendía que no tuviera el culo escaldado, ni escocido, pues a la mínima molestia les sugería lubricarme, pero si me llamaba la atención es, que con tanto frenesí, aún no me hubiera apetecido, o al menos pasado por la cabeza, la idea de correrme.
También estaba por sacar el máximo placer del momento.

Cuando se marchó, me quedé un rato a solas hasta que, de nuevo, alguien entró por puerta.

No podía dar crédito a lo que veían mis ojos, cuando lo ví entrar, sin dejar de fijarse en mi culo abierto, poniendo lubricante en el objeto del deseo, enfundarse un condón y comenzar a follar... de nuevo.

Si, de nuevo.
Y por segunda vez en esa misma tarde.
Con un intermedio de un polvo ajeno.

- ¿Ya te has recuperado? - le pregunté, hasta cierto punto un poco perplejo.
- Sí. En quince o veinte minutos puedo recobrar las fuerzas para seguir follando.
- Las fuerzas, porque las ganas no se me han ido - añadió.

En este tercer polvo de la tarde, segunda parte del primero, si que acabé llegando al éxtasis del orgasmo.

Una tarde memorable, sin duda.
Una tarde que recordaría mucho tiempo, y no sólo por lo bien que me lo había pasado.

(Diciembre 2018)





Comentarios

  1. Excelente relato, siempre es un gusto leerte aunque no siempre tengo tiempo de dejar un comentario por aquí.

    Abrazos

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  2. Bueno, bueno.Tres polvazos. El tercero, un polvo de repetición. Desde luego que esa tarde es para recordarla.
    Un beso

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    1. Si. Tarde memorable e inesperada ;-)
      Gracias por leer y comentar

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  3. Sabes la sensación de que esten comiendo delante de ti y no poder comer, aggg pues eso tengo yo ahora jaja, que ganas de ir a una sauna. Me alegro por esos terceros y esos cuartos

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    1. Te comprendo, jajaja... Estoy en las mismas.
      Tercer polvo y último. No hubo más.
      Gracias por comentar.

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  4. Buena tarde si señor!, espero que ya hayas podido salir de la "cuarentena".
    Yo me he estado volviendo loco...

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    1. Que va !
      Ya llevo, justo hoy, 99 días sin "mojar".
      Hoy se puede salir un poco más, pero ¿a donde?, si todo sigue cerrado.
      En fin, paciencia ;-)

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  5. Hay que tirar de agenda, que ellos también han estado en cuarentena jeje
    Tendrías que haber visto al macho al que alivie despues de dos meses, no me he encontrado a uno mas salido y eso que he visto muchos..

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  6. Relato sublime, soberbio como lo que viviste aquella tarde!!
    Un saludo
    Pere Barcino

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