De fase Zen al Caos

¡Una puta ladilla!.
Me acababa de encontrar una puta ladilla al rascarme junto al ombligo.
-¿De donde coño habrá salido?- fue mi primer pensamiento, antes de entrar en un círculo de pura paranoia.
- De ningún coño seguro - eso lo tenía claro.
-Y el último roce íntimo que tuve fue hacía ya casi 15 días - recordé pensando en aquellos polvos caribeños, y más concretamente, aquel preciso momento en el que pensé "Ojalá no tenga ninguna puta ladilla, pues maldita la gracia que me haría".
Pero no daba crédito. Ahí tenía una. Y habían pasado quince días !.

Quince días y una ladilla. ¿Sólo una en quince días?. Seguramente fue solo una liendre que quedaría pegada en aquel contacto. Si no fuera así, estaría infestado de ellas. Y ya habría localizado más. Y tenía el vello suficientemente recortado para evitarlo en la medida de lo posible. Y uno de los caribeños tenía muy poco vello en el pubis, y el otro, ni siquiera un triste pelo.
Una liendre tarda entre seis y ocho días en salir una vez que la ladilla hembra los deposita. Y cada una pone entre diez y quince.
Y cada una se mueve un centímetro al día. Y no viven en la piel, sino agarrado entre los pelos. Y bajan a comer cada 6 horas, que es cuando pican. Mi cabeza era un torbellino de números, cálculos y probabilidades.

Me había estado duchando como cada día, pero claro, sin ningún producto pediculicida. Y no tenía en casa. ¿Quién iba a pensar!.  Y no recordaba como se llamaba el último que compré. Y tendré que pasar por la farmacia. Y hasta el miércoles no podría. Y era muy tarde. Y al día siguiente estaba cerrada.
Las últimas ropas utilizadas en esos días estaban controladas y las lavadoras se habían hecho en su momento. Podría volverlas a lavar y ponerlas en cuarentena. Sí, eso haría. La cabeza me iba a estallar.

Llegado el día, tras salir del trabajo y pasar por la farmacia, me metí en la sauna Bruc.
Tras cambiarme, fui directo a encerrarme en una cabina (Roma), me embadurné cada centímetro de piel candidata a alojar liendres y ladillas, y estuve todo el tiempo estipulado en el prospecto y más, esperando a que surgiera su efecto.
Mientras, me entretuve haciendo ejercicios de estiramientos y relajación, que buena falta me hacía.
Había pasado de un estado zen a un estado de caos ( al menos mental ) en un par de días.

Al cabo de unos pocos días, procedí de la misma manera.
Cabina, tratamiento, espera, estiramientos, relajación, ducha...

Comentaba lo del caos al menos mental porque a nivel sexual seguía en plan zen. Y supongo que se le añadió cierta inapetencia por el rechazo que sentía solo de pensar en el roce con cualquiera.
Al tiempo se produjeron dos paradojas. Una, que sentía más que nunca la necesidad de acudir a la sauna, ducharme varias veces si fuera necesario, sudar en la saunas de vapor o seca sin rozarme con nadie,eso sí, y meterme en una cabina a relajarme y meditar, cuando días antes había decidido estarme unos meses sin ir a ninguna.
Y la otra, que de tanto reflexionar y meditar, acabé entrando en un bucle de pensamientos, planes de futuro y planteamientos existenciales, por llamarlo de alguna manera que me duró meses.
Aunque nada que ver con el sexo, vida sexual o saunas.

Y así estuve de enero a mayo, yendo más que nunca a la sauna. 25 veces ! Adiós ahorro (ver post anterior).
Los dos primeros meses fueron así, de enclaustramiento, duchas y meditaciones. De marzo a mayo, comencé a atreverme con roces limitados, tocamientos insinuantes, pero sin llegar a absolutamente nada más.

Sin embargo en Junio, julio y agosto, ya conseguí cumplir casi con mi inicial objetivo, pues solo fui 1 vez cada mes. Y si bien en junio un día me atreví a algo hacer algo más (toqueteos y mamada en la big sex room), el resto del tiempo, nada interesante. Putivolteos sin apenas intención puti, y sin llegar a encerrarme.
Hasta bien entrado octubre, o sea, nueve meses y medio, ninguna experiencia a contar que se traduce a ningún post escrito en esas fechas, aunque el blog no se ha resentido en tanto que he podido ir tirando de borradores de posts pendientes.

Una larga, larguísima sequía, únicamente rota por el oasis que supuso la putisemana de julio en Torremolinos, a la que no renuncié, y pude disfrutar como debía, y la cual comenzaré a relatar en un par de semanas, como mucho.

(Enero/Septiembre 2019)