Del "Pues vamos bien" a un pintoresco momento dominante




Si.
Había pasado la última noche de zorreo de la putisemana, si bien, en verdad, aún me quedaba por pasar un día entero con su noche respectiva en Torremolinos.

Normalmente tengo por costumbre dedicar el último día a cosas más tranquilas y a descansar.
Acabar borradores de futuros post, o al menos intentarlo, preparar la maleta para el viaje de vuelta, un poco de playa, siesta y paseo como cada día, todo más relajado que el resto de la semana, que estás más atento a la tarde/noche que al día. Me sirve también para prepararse de nuevo a los horarios y rutinas diarios.
Además, no me podía tomar el lujo de trasnochar ya que debía de dejar el hotel muy temprano para poder coger el tren de vuelta.

Con todo, si podía aprovechar un poco la tarde, y dudaba entre ir a la Sauna Apolo Cabaret, pero me daba pereza desplazarme 'tan lejos', o ir al sex shop Cupido, que aún estaba yo un poco escamado por la tarde del viernes anterior.

Opté finalmente por el sex shop, ya que, consultando el post del último día de la pasada putiweek, (Por cierto, una excepción a esa normalidad que hablaba), que también fue lunes, releí que algo de ambientillo había habido y que algo en bueno saqué.



Aparecían y desaparecían, pero más o menos había una constante de entre siete y ocho personas en el local, al menos, que se dejaran ver.

Un tio bueno, alto, fornido y cachas con arnés que no se que pintaba allí, y que no llegué a ver hacer nada con nadie, y otro buenorro que mostraba pecho descubierto con tatuajes, ambos en la treintena-cuarenta eran los tipos que más destacaban y morbo visual aportaban.
El resto, un tio mayor ostensiblemente más allá de los 70, y unos cuantos en el amplio espectro de la  mediana edad pero que me provocaban morbo alguno, ni por físico, que era lo de menos, ni por la actitud aparente, que aunque se quedara en eso ya sería un qué.

No había pasado ni 10 minutos, pues aún no me había acostumbrado todavía a la poca luz reinante, que en un cruce de pasillo con uno de estos tipos, nos metimos mano, dijo de entrar en cabina y quiso cerrar puerta, pero para mi alegría, no cerraba.´

Sin demora alguna se bajó los pantalones y se sentó, cosa que me dió por entender que se me iba a poner a mamar, dado que la altura de su cabeza quedaba a  nivel de mi vientre y distancia cómoda de mi polla. 
Pero no. Fui yo quien se puso a mamar, tras bajarme yo los míos y ver que él no se amorraba.

- ¿Tienes sitio?- me preguntó. Se me hizo extraño sentir aquellas palabras. Solía ser más habitual que como primera pregunta fuera si tenía poppers. Hacia tiempo que no me las decían, cosa en parte normal si los locales que frecuentaba ya era sitios en los que pudieran "hacer cositas". 
- No - le mentí. Podía haberle dicho que disponía de la habitación de mi hotel, pero nunca suelo llevar a mis ligues ocasionales.
- Pues vamos bien. ¿Te gusta follar? - prosiguió.
- Prefiero que me follen.
- Pues seguimos bien  - añadió, sin yo saber muy bien lo que realmente le parecía,

-Pónmela bien tiesa, que te voy a follar.
-¿Tienes condón?- siguió preguntando.
- Si.
- Bien
Y le segui mamando unos minutos hasta quiso pasar a mayores.

Mientras el se entretenía en abrir el sobre y colocarse el preservativo yo me entretuve con lubricarme el ojete.
Con el culo bien dispuesto, me incliné hacia adelante, agarrándome al quicio de la puerta, que se había quedado abierta, y con la cabeza afuera del cabina, en el pasillo. 
Y comenzó a follar.

Pero toda la calentura que me entraba por el culo, se me iba por la nuca y cabeza, pues me estaba dando de lleno el chorro del potente aire acondicionado de uno de los apartatos del local.
Resultaba muy incómodo y poco prudente ser follado con tanto viento y frio. 

Cambiamos de postura, ya con todo el cuerpo dentro de la cabina, de cara a la pared, e inclinado con los brazos apoyados en el asiento.
Y siguió y siguió follando.

- Dame tu leche. Córrete - decía sucesiva e insistentemente.

Y yo, si bien estaba muy a gusto con el placer que me estaba proporcionando y pudiendo aguantar un buen rato más, también soy muy obediente y decidí fluir con una gran corrida sobre el asiento que, en cuanto se marchó, limpié.

¿Y ahora que? - me preguntaba a mí mismo una vez ya me había quedado solo.
Con todo, habrian pasado 20 o 25 minutos. No más.
En resultado sí, pero en tiempo no creia haber amortizado los siete euros que me había costado la entrada. El panorama que quedaba en el local no resultaba muy alentador.
Habría que currarselo, pero con la energia baja después de correrme, el poco morbo y poca estimulacion lo veia muy dificil.
Para cuando me vinieran ganas de nuevo, igual ya me habría quedado solo.


Pero de repente salió de unas de las cabinas, un tipo que lo primero que pensé que, por su vestimenta, había salido de alguna escena de lucha mexicana o de algún cómic de superhéroes.
Me quedé atónito.

Despues de ir a dejar la bolsa con la ropa de calle que llevaba en ella en una taquilla, se metió en la cabina con cama de la zona de cabinas del sexshop.
Se quedó allí, tumbado boca arriba.

Luego ya pude precisar que llevaba una máscara negra de látex que sólo dejaba ver ojos y boca por tres agujeros, y el resto del cuerpo iba enfundado en un traje ceñido de tela de varias piezas. Un tipo body que le cubría todo el tronco (con dos agujeros que dejaban a la vista los pezones), la parte superior del brazo y hasta un poco por encima de las rodillas.
Para el resto del brazo usaba unos guantes largos y para las piernas unos pantys.
Sólo le faltaba una capa.
Todo en un combinado de negros y rojos, o tonos aproximados pues la poca luz del local no permite precisar con tanto detalle. Igual era azul o verde oscuro lo que me parecía negro, o marrón claro lo que me parecía rojo.

Pasé varias por delante de su cabina y en cada ocasión me indicaba con la mano que pasara. Pero no me decidía.
Sabía que tendría que tomar una actitud activa y dominante y eso me tiraba para atrás. No está en mi zona de confort. 
Pero pensé en que tampoco tenía nada que perder y hasta me daba cierta cosilla que el tío se hubiera tomado tantas molestias para tampoco conseguir nada. 
Se despertó mi vena solidiaria.
Entré y le dí de largamente de mamar, yo de pie y él tal cual se hallaba tumbado boca arriba. O restregándole de vez en cuando mis huevos por su cara, mientras él aprovechaba para lamerlos con su húmeda y viciosa lengua. Yo marcaba el movimiento, la velocidad y el ritmo. Él solo tenía que abrir la boca y usar la sin hueso.
No le dejaba tocarse, para que no se distrajera de sus atenciones y le mantenía las muñecas agarradas.
Le propiné un buen pezoneo, con diferentes intensidades, buscando su límite y aguante.
 
Duró un buen rato hasta que la envidia que sentía hacía él superó el gusto que me daba.
Al fin y al cabo, yo, bien encapuchado aunque en cueros, era como me hubiera gustado estar allí tumbado a la merced de un buen dominante para servirlo en sus caprichos.

No lo pasé mal, pero tampoco especialmente bien.
Dejémoslo en que fue un momento pintoresco.
El último de zorreo de mi putisemana.

(15 de julio de 2019)



 

Comentarios

  1. Uffff quiero contigo!!!

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  2. Me encanta como comentas temas de salud como el uso del preservativo.

    Y desde luego la forma como escribes. En este tiempo de confinamientos, leerte es como casi estar en esos lugares. Es genial. Gracias por esas ventanas de aire fresco.

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  3. Muy bueno como siempre
    Un besazo!! José discreto

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