Gutiérrez . Diamante en bruto.


Después de la salida del sex shop Cupido del sábado por la tarde, nada particularmente destacable en plan putiaventura había ocurrido.

Básicamente porque aquel sábado noche no había salido a ningún sitio de ambiente.

¿Y como que en la semana putisemana, el día de más ambientación, no salí?. Os podríais preguntar.

No salir en uno de esos días de las semanas no era algo inusual. No era la primera vez que pasaba. En alguna ocasión había sido porque no me encontraba bien. En otras por tomarme un descanso y recuperar sueño y fuerzas, y en otras porque tenía que levantarme muy temprano para el viaje de regreso.

Pero esta vez había por mis pajas mentales. Por precaución y miedo a contagiarme de Covid (Relativamente, porque llevaba mis tres dosis de vacunas y daba ya por hecho que iba a pillarlo en esos días) o de la viruela del mono (mpox), en aquellos días en pleno apogeo.

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Comenzaba la tarde de domingo, y tras volver de un agradable paseo por la ciudad vieja de Málaga, de visitar el Museo Thyssen y de una sabrosa comida ya de vuelta a Torremolinos, con los calores de esas horas del día me cogió la tontería que me puso lo suficientemente caliente para que, en vez de ir al hotel a hacer una buena siesta, dirigirme al sex shop Cupido. 

A ver... una cosa tenía clara. Al menos iba a estar fresquito en el momento más caluroso del día.

Eran las cuatro de la tarde, domingo y el precio de entrada reducido ( 5 euros ). Seguro que habría más gente que el día anterior, sábado ( 7 euros ).

Y muy posiblemente me iba a encontrar a Gutiérrez allí, pues dando vueltas por la zona antes de comer lo vi en la barra de un bar tal vez haciendo tiempo para entrar en el Cupido, pensé.

En el momento que lo vi, no había pensado todavía en acudir al sex shop aquella tarde. Eso se me ocurrió después de comer.

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Apenas había ocho tíos dando vueltas por el local. Un poco menos que el día anterior.

Lo que me preocupaba era que nadie me llamaba esta vez especialmente la atención como para liarme a hacer algo con ellos, salvo un tipo buenorro.

Pero estaba ocupado.

La primera vez que lo ví estaba siendo follado manualmente en el sling por un tipo bajito y regordete.
La segunda vez que, esta vez oí, que no ví, estaba de follamienta en la cabina de la cama. Pero no con el tipo anterior, que ya estaba de nuevo de putivolteo. 

¿Como se lo hace uno para llevarse a todos los empotradores del local? La tarde anterior había sido el francés, y hoy este.

Estuve, pues, bastante aburrido hasta que vi aparecer a Gutiérrez.

- Que bien - pensé, en un principio, porque luego pasó por delante de mi varias veces sin prácticamente mirarme, Supongo que no se había acostumbrado todavía a la poca luz reinante.
Pero cuando me vió y reconoció la cosa cambió.

Ya me coloqué estratégicamente en el mismo rincón que me pilló las dos veces el dia anterior. Y en esta ocasión volvió a ocurrir.

Si se alegró de verme o no no lo sé pues ninguna sonrisa se dibujó en sus labios. Seguía igual de serio.

Comenzó con el pezoneo suave conocido, y poco a poco le fue imprimiendo intensidad. Y junto con sus besos en cuello y hombros, hoy añadía besos en boca.

La mamada que siguió fue intensa pero relativamente breve, pues Gutiérrez marchó.

Junto a nosotros se pusieron un par de mirones, cosa que le incomodó bastante, según me explicó posteriormente. No dejó de sorprenderme un poco pues montárselo en medio de un pasillo de un local de ambiente conlleva sí o sí, que en algún momento haya mirones. 

El segundo encuentro ocurrió en el mismo sitio, pero esta vez el que le rompió la magia ( a mi no porque me gusta ) fue un tipo que se quedó a nuestro lado enseñando su tremendo pollón por si yo me animaba a mamárselo conjuntamente. Gutiérrez volvió a irse y el del pollón se quedó con las ganas, pues la tenía demasiado grande para mi gusto.

De esas pollas que desencajan mandíbulas y revientan culos solo de mirarlas.

El tercer encuentro, esta vez, ya fue dentro de una cabina.
Pasó por delante,miró, pero no se decidía.

- Que hombre más tímido ! - pensé . Ya me conoce, nos hemos besado y sabe como la mamo.

No fue hasta que le reclamé con un gesto para que entrara que no pasó.

Enseguida me ofreció poppers, mientras me despojaba de los pantalones cortos y el suspensorio. Me agaché y comencé de nuevo a mamar aquella bonita y rica polla, que se mostraba más alegre que su dueño.

Siguieron más besos y caricias, alguna de las cuales llegaron tímidamente al ojete.

-Seguro que esa timidez le impide, no solamente follarme, si no incluso sugerírmelo, aún queriendo - pensé. Si a mi ya me pasa muchas veces siendo más resuelto que él, como no le iba a pasar a él siendo mucho más cohibido que yo.

Y en una de las veces que me incorporé, se lo pregunté.

-¿Quieres follarme?. 
- Sí, pero tendrás que ensalivar el ojete - me dijo.
- Mejor que eso - le contesté.

Saque el lubricante que días antes había comprado en la misma tienda.
Y en la cabina, fuera de ocasionales mirones, me folló bien follado.

- Diamante en bruto por la puta timidez - pensé. 

Y no da para nada el aspecto de macho empotrador, más bien de hetero casado, serio, resignado y tímido.

Su corrida fue discreta, pero la mía fue ESPECTACULAR !!! .

Y lo pongo en mayúsculas porque así lo fue.

Un buen broche final para una extraña putisemana, de pocas y  no demasiado intensas o morbosas historias .

(Julio 2022)


Epilogo: Pero ¿Quién es Gutiérrez?

Su cara me sonaba, Me resultaba un tanto familiar. ¿Había tenido alguna historia con él en alguna de mis putisemanas de años anteriores?, ¿Lo tenía visto de algún sitio? ¿Tal vez de la sauna Bruc?¿ O de  mi barrio? ¿O un viejo amigo de mi infancia o juventud?...

Esto era lo que pensaba cuando descansaba en la cabina del sexshop, el primer día que me lo encontré. Y fue pensar en infancia, relacionarlo con su aspecto que el post anterior comenta que tenía un cierto aire años 70, para que me viniera de repente el nombre de "Gutiérrez".

Como cuando en la EGB éramos, tranquilamente, 50, 60 o incluso 70 alumnos en cada clase, y el profesor de turno pasaba lista cada mañana mencionándonos por nuestro apellido y que, al final, era como la mayoría nos conocíamos.

Pero no. No lo visualizaba. A mi "Gutierrez" de ahora no lo conocía de nada. Estaba seguro.

Aunque no fue hasta varias semanas más tarde, ya de nuevo en mi rutina diaria, que me vino la imagen de alguien que me cuadró con él.

Era la de un señor que conocí, que habré visto 4 o 5 veces, en nada relacionado con el ambiente y que perfectamente podría por ser el hermano mayor, aunque este último ya bastante achacoso. Y que por cierto no se llama Gutiérrez, sino Benítez.  

¿Encontraré a mi Gutierrez en mi próxima putiweek?.

Y ahora sí, fin del post y de la putisemana.

Comentarios

  1. Pues que esta historia de Gutierrez me ha gustao. Voy a releer cuando te lo encontraste la primera vez.

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    1. A mi también, porque sin ser una gran historia/aventura tiene, creo, un punto de ternura, no?

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