Tres polvazos en el sling ( Relato completo )


 


Más que personita parecía un chimpancé por la cantidad de pelo que cubría mi cuerpo. Hacia meses que no me los había recortado y, por ello ciertamente, hasta me daba apuro ir a la sauna.
Sé que a mucha gente le da morbo un tío peludo, o muy peludo, y a mí normalmente también. 
Pero en mí me gusta llevarlos "controlados", al menos los de culo y espalda.

Era un día lluvioso y frío de noviembre, jueves mediodía, para ser más exactos.
Y a priori no parecía ser el mejor día ni hora de acudir a disfrutar de una sauna. 
Bueno, de las instalaciones sí, eso cualquier día es bueno, pero dudaba de poder gozar de, no ya buenas, sino suficientes oportunidades de distracciones carnales.
Pero así lo había decidido.

Pero no había probado bocado todavía y tenía el estómago vacío, así que después de desvestirme y tomar una ducha ( y un rápido volteo de reconocimiento ) me pasé por el bar de la sauna a tomarme un bocadillo de jamón y una cerveza.
Los "puros", los dejaba para luego.


Con el gusanillo del hambre satisfecho, ya me puse en la labor de buscar satisfacción al gusanillo del placer.

Y no tarde mucho en enrollarme con un tipo que me sonaba de haber tenido algo con él en alguna de mis escapadas a la sauna, pero me era imposible precisar quién era ni cuando fué... ni lo que pasó, si es que llegó a pasar en su momento. 

Aunque tenía claro que no era uno de mis "habituales".

Me pilló en la sauna de vapor, en uno de esos días y momentos en que la nieblina no es muy densa y los cálidos vapores que se me hacen soportable. 
Tras unos suaves toqueteos y una breve mamada por su parte me pidió de ir a una cabina.

Quién me conoce por mi blog bien sabe que no es mi opción favorita encerrarme con alguien de buenas a primeras.
Primero porque le resta morbo. Prefiero los lugares donde pueden incorporarse posibles terceros, y luego porque también para decidirme necesito algo más de meneo para asegurarme que el encierro llevará a buen puerto. 
Pero supongo que el hecho que el tipo me sonara para que aceptara sin muchos reparos a acompañarle a una cabina para intimar con más tranquilidad.

El seguía tomando la iniciativa y yo, simplemente, me dejaba hacer.

- Anda, siéntate - me dijo nada más entrar en la cabina "Lisboa", en esta ocasión vacía, y la más próxima a la sauna de vapor.

Se puso a mamar polla, lamer huevos, mientras iba acariciando con sus manos mis velludo pecho, o las no menos peludas piernas. A ratos se entretenía con los pezones.

- Túmbate - sugirió más que ordenó, mientras me pasaba la botellita de popper y comenzaba a desenfundar un condón, sin dejar en ningún momento de mamar y lamer.
Reconozco que no era lo que más me apetecía en ese momento, pero el tío se lo estaba currando, y bien.

Ya tumbado boca arriba me dispuse espatarrado esperando a recibir sus embistes.
Pero como en un déjà vu, su polla, no con la dureza necesaria y mi mala posición, muy pegado a la pared sin margen para que cualquier movimiento, mi cabeza chocara con la pared no daba mucho pie a un buen empotramiento. 
Recordaba que en la misma salita casi acabé con la cabeza como el culo de un mandril.

Aparte, el calor, la cerveza, el popper más el esfuerzo me estaban mareando.

- ¿Paramos un rato? - le pregunté, casi en un ruego.

Pasamos a un estado más relajado.
Se acosté a mi lado, toqueteando y siguiendo jugueteando con mis huevos, polla y ano, al cual no descuidaba.

Lo intentamos de nuevo, al cabo de un rato, pero si bien tuve la precaución de la distancia de mi cabeza con la pared, su cipote seguía sin la firmeza y solidez imprescindible para poder follar.

Y al final, desistimos.

Pero la tarde apenas había comenzado.
Al salir de la cabina, mis pies se dirigieron hacia la cabina Sitges, la del sling...

--- x ---

Así que patiabierto, casi de la única manera que se puede estar cómodo en un sling, no tuve que esperar más que unos pocos minutos para que se acercaran e interesaran por mí.

Lo habitual, en mis experiencias, las esperas suelen ser largas, todo hay que decirlo.
Normalmente suele pasar bastante rato. Pasan y ni miran, o miran rápido de soslayo y siguen su camino. Pocos paran a mirar, y menos se deciden a entrar.
El tipo, que entró sin titubear, era un auténtico machote treintañero, musculitos, buenorro, calvete sin vello corporal pero con barba.

Sin parar de juguetear con su polla, comenzó a toquetear e inspeccionar la flexibilidad de mi ano, primero con un dedo, luego con dos, y luego introdujo apenas la punta de su capullo, sin escatimar saliva en ningún momento.  

La metía y sacaba, follándome a medio gas, o más bien a media polla, eso sí, también con abundante lubricante. El tío parecía saber bien lo que hacía.

Fue cuando le pareció que aquello estaba bien trabajado y lubricado cuando se enfundó la polla con un condón y me comenzó larga y plenamente a follarme el trasero con un viavén rítmico sin fín.

Follaba y follaba sin parar de acaririar mis nalgas y mis peludas piernas, que se mantenían a banda y banda sobre su pecho.

Se le veía disfrutar de sus artes de buen empotrador.

Y yo, que decir!. Estaba en el séptimo cielo!. 

Aguante como un campeón hasta que se cansó, o considero que estaba suficientemente entrenado para seguir follando otros culos sauneros, no lo sé. 

Yo, al menos, me quedé con esa sensación. Culo ansioso y totalmente trabajado, relajado y preparado para lo que tenga que venir! 

Me quedé solo, otra vez apenas unos minutos en el sling cuando apareció un tipo joven, lampiño que, sin pensárselo dos veces ( ni una creo ) fue directo a follarme el abierto agujero. 

¿Se habría cruzado con el anterior follador y este le habría dicho... ¡ahí dentro tienes a uno listo!? - pensé, porque tanta determinación y rapidez me pareció, cuanto menos, curioso.

Lo primero que hizo, eso sí, fue quitar el altillo de madera que sirve para que bajitos y paticortos folladores se suban y lleguen honrosamente sin problemas al agujerito follable.

Todo un detalle el altillo, pues he comprobado en otros locales que como no midas por o menos más de 1.80 cm te quedas sin follar. O lo haces de puntillas, que debe resultar muy incómodo. Bueno, no es mi problema porque yo soy el que pone el culo.

Luego, el buen mozo se untó bien la polla de lubricante, sin olvidar mi  preciado agujero. 

Trabajado como estaba del anterior empotrador no le costó ni lo más mínimo, e inicio un folleteo sin descansos de  muy variados de ritmos e intensidades, cosa de agradecer pues te mantiene más en estado de alerta y excitación.

Toma un poco del poppers que llevaba y me ofreció.

No me negué, pues en aquella postura, no me daba apuro que me mareara, como a veces me ha pasado.  

El tío follaba y follaba sin descanos. Me recordaba al conejo Duracell.

- Una tarde un tanto "furry"- pensé, sin llegar a soltar un risita. 

Yo, que me veía como un chimpancé que temía que me dejaran la cabeza como el culo de un mandril ( ver principio del post anterior ).  Y ahora este, con su folleteo leporino. 

Después de un buen rato de febril mete-saca intenté frenarle el ritmo.

- Tío, que me vas a hacer correr!- le dije intentando apartarlo suavemente con la mano.
Pero me la apartó si siguió. 
Al final tuve que insistir y decirle que parara, que necesita descansar. No tanto porque me cansaba del folleteo en si, sino que en cualquier momento iba a reventar de placer... y no quería todavía.

Para no desanimarle, le dije que aquello era FOLLAR, en mayúsculas, y lo demás, tonterías.

En realidad pienso que cada uno tiene su estilo, y si uno, o mejor los dos disfrutan, pues ya esta bien.

Me bajé del sling, una vez había marchado mi buen follador, que no había salido de la cabina, en unos segundos volvía a estar patiabierto sobre el columpio ...


--- x ---


... Cuando me bajé del sling y mientras recogía los bártulos, en la entrada del cuarto, un tipo alto, cuarentañero, guapete y de buen cuerpo se magreaba descaradamento el paquete.

Me moló que estuviera ahí provocando. No suele ser muy normal.
Paré de recoger y me quedé mirando. Acerqué la mano a su paquete para comprobar que tenía una polla más bien pequeña.

- ¡Que bien!- pensé- mi culo bien podría resistir todavía con esa medida.

Mientras me subía de nuevo als sling, él cerró la puerta...y sin más demora comenzó a follar.


Este no duró tanto, ni la cuarta parte que los otros. 
Y tampoco resultó nada especial el folleteo en sí. Sólo por ser otro tío buenorro y ser el tercero de la tarde, y sobre el sling, que me folla. 
Cuando acabó y me quedé solo, apenas acompañado por el suave balanceo del columpio.

¿Que tenía yo de especial aquella tarde para que me pasara algo tan inhabitual como un casi polvo en la sala "Lisboa" y tres polvazos de buenos ejemplares de empotradores?
¿O lo especial lo tenía la tarde que coincidieron los tres?.

Son de estos misterios que me sorprenden, pero que no me dejo comer el tarro dándole vueltas. Ocurre y punto. Y si lo que sucede es bueno, mejor. Como fue el caso.
Al tiempo que cavilaba, me percaté, cosa que es también poco frecuente, de la música que esos momentos sonaba y no pude evitar una amplia sonrisa.

"Si. Mi corazón siempre estará
Donde este tu corazón si tu no dejas de luchar
Y nunca pierdas la ilusión
Nunca olvides que al final habrá un lugar para el amor... "
La vida es bella. Que adecuada coincidencia !.

Y más curiosamente, luego me enteraría que esa misma noche en La Paloma, Noa, la cantante israelí estrenaba la versión en catalán de la canción para La Marató de TV3.

Ya os podéis imaginar a mí, patiabierto, trifollado, con cara de perra satisfecha, balanceándome en sling cual Heidi entre las nubes y con esta música de fondo.

--- 

- Ahora si que me voy a tomar una ducha - pensé, cuando acabé de deleitarme con el momento.

Tras la misma, entré y salí varias veces de las saunas.

No había mucho movimiento, si bien era cierto que cada vez iba llegando más gente.

Una de las veces que fuí a la Big Sex Room ( tal como se conocía a la actual Sweet Room ), mientras yo subía por los escalones ví que bajaba mientras me daba un buen repaso, un tío alto, también cuarentón, buenorro y guapete, muy del estilo del anterior que me había follado en el sling, 

Nada más traspasar la cortinilla que separaba las escaleras del cuarto oscuro, vi por el rabillo del ojo como se había dado la vuelta y me seguía.

Me pilló allí mismo, y se me erizaron todos los pelillos cuando comenzó a besuquear suavemente mi nuca.

Desde atrás siguió con caricias en mi peludo pecho, y durante un buen rato nos dedicamos a un erótico baile lento de caricias, respiraciones a piel, mordisquillos y suave pezoneo.


Fue cuando le metí mano a su paquete que palpé una polla que, al tacto, no me gustó nada.De tamaño era estándar, o sea que en ese aspecto bien pues así las prefiero, pero tendía a gordita que, en este caso, no me desagradaba especialmente ya que tenía el culito bien trabajado de las anteriores folladas.
Pero de forma parecía un garfio retorcido, con las que mis ganas de mamar desaparecieron totalmente.
Y yo, sin mamar, no soy nadie.

Debió de leer mis pensamientos porque, al momento, se sentó sobre la cama y fue él quien comenzó a regalarme una suave y dulce mamada.
No lo ví muy claro cuando me invitó a seguir en una cabina, y tan pronto me negué como ipso facto me desdije.

Y fuimos, pero no duramos ni cinco minutos.
El tío se tendió directamente sobre la cama en posición ahí me las den todas.
Con lo que mi destrempe fui inmediato.
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De prólogo, un buen rollete que empezó en la sauna de vapor y siguió en la cabina "Lisboa", tres polvazos en el sling... Bueno, en realidad dos polvazos y uno normal, y un epílogo agradable pero con un final un poco tonto fue lo que dió de aquellas tres horas de tarde que estuve en la sauna.
Bastante más del tiempo que suelo estar, resultó en este caso bien aprovechado.

Me quedé unos veinte minutillos más encerrado en una de las cabinas, donde me puse crema con permetrina antiladillas, a modo preventivo en tanto que no fuera a ser que con tanto roce se me hubiera pegado alguna, ya que como comentaba a principios del relato estaba en uno de esos días muy peludo.

La había comprado antes de entrar en la sauna, y curiosamente, dentro de una de las cabinas me encontré un frasco casi lleno, que fue el que acabé usando.

Me duché y me fui a casa más contento que unas pascuas.

Fin

(14 noviembre 2019 )



Comentarios

  1. Me gustó el relato. ¡Gracias por compartir!

    Las tres horas estuvieron bien aprovechadas. Leo que esta crónica es antes de la pandemia. ¡Tiempos aquelllos!

    Un abrazo, macho.

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    Respuestas
    1. Gracias por estar ahi, siempre presente ! :-)
      Si, fue uno de esos días intensos, de la salida larga y toda bien aprovechada. Da gusto salir así !
      Si, colgados por narrar aún me quedan los últimos relatos de 2019 y los primeros de 2020. Y luego, putisemana 2023 aparte que aún está por suceder y narrar, saltaríamos ya a las pocas experiencias del 2022.

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