Reencuentros en la sauna Bruc
Casi dos meses sin ir a la sauna, y ya me apetecía.
Pero no porque tuviera una ganas locas de sexo, sino más bien de disfrutar de la sensualidad y erotismo del entorno. O sea, no iba en plan muy guerrero, sino más bien de tranqui.
No me apetecía recibir ninguna mamada. La última vez, si bien salí contento tras la fantástica mamada que me hicieron, también salí escocido.
No me apetecía que me follaran. Bueno, si... pero tenía el estómago un ponto tonto y podría ocurrir cualquier desgracia.
Tampoco me sobraba el tiempo, pero había conseguido organizarme la tarde para poder estar más o menos una hora y cuarto, o y media.
Y era el primer día que, oficialmente, se podía entrar en los locales cerrados sin mascarilla, después de dos años, y la sauna no iba a ser menos. Si bien yo aún tenía mis reparos.
A los diez minutos salía de la sauna de vapor con dos pollas comidas. No estaba mal. Y casi me corro!
Aunque el cartelillo de límite de ocupación a cinco personas aún estaba puesto, dentro eramos al menos una docena de tíos.
Me encaminé hacía el fondo y enseguida fue tentado por un tío que desde detrás comenzó a tantearme pezones y ano Si directamente, sin comprobar texturas ni firmezas. Quería follar, estaba claro, pero faltaba que su polla consiguiera la dureza adecuada para tal labor, que no conseguí ni con mi artes manuales ni bucales, ahora bien, si que se corrió, cuando de repente se apartó de mi boca y comenzó con espasmos y gemidos.
La otra polla en cuestión era una de un tipo que estaba al lado y con la que iba alternando la mamada.
Al lado de este, dos osetes montándoselo y el más cercano, de paso pezoneándome.
Salí casi mareado del calor y de la emoción de que nada más entrar tuviera tanta movida.
Tras pasar unos segundos por la sauna seca, que también pasaba de largo el cupo de las cinco personas, al salir me encontré con Tomás.
Holaaaa... - me saludó alegremente alargando la última vocal
-¿Aún escribes en el blog? - continuó. Me hizo gracia porque la última vez que lo había visto meses atrás en una de mis escasas salidas a la sauna, me había hecho el mismo comentario nada más vernos. Parecía tener serios problemas de memoria.
-Si, sigo en ello, pero últimamente tengo pocas entradas- le contesté.
-Estás más delgado- comentó, mientras señalaba el perfil de su cara.
-Te queda bien- continuó.
-¿Te acuerdas de lo bien que lo pasábamos en el ...?
- El Erotixx - le recordé al ver que su memoria le fallaba. Allí fue donde le conocí, y las historias que tuvimos los podéis leer en los primeros relatos del blog.
-¿Ya no vas por la Condal?
-¿Quieres que hagamos algo?
Yo le iba contestando. Se le veía contento y parlanchín.
Acabo de llegar y aún no me situado. No era del todo cierto, pero realmente no había comenzado mi primera putivuelta.
No había pasado ni diez minutos que, en la sauna seca, le propiné una buena mamada.
Entré y había menos gente, y lo más importante, sitio para sentarse.
Elegí el rincón de la banqueta más corta, y al poco, entró él, me vió, se acercó y esta vez sin preguntar, se quito el paño y me dió de mamar su rico pollón. Porque las cosas como son, está bien dotado.
Mientras, veía de reojo que enfrente había un tipo alto, delgado, peludo, con corta barba y amplio bigote, que me miraba con sumo interés.
La mamada acabo minutos después , cuando negué a Tomás la posibilidad de ir a una cabina. Prefería quedarme allí y mamar a la vista de todos.
Cuando salí ví que el tipo alto, delgado me seguía.
Me pilló entrando en el cuarto oscuro pequeño y tras un suave, pero muy gustoso pezoneo, y un jugoso morreo me hizo acompañarle, según todo parecía indicar mientras caminaba e iba girando para ver si le seguía y haciendo señal con la mano de seguirle, a una cabina.
Entramos y nos despojamos de las toallas quedándonos de pie, desnudos, donde proseguimos con el pezoneo y el intenso morreo.
Besaba bien, por eso continué.
Sacó una botellita de un suave poppers y comenzó a toquetear mi culo y lubricar con su saliva el ojete.
Bajé un ratillo a mamarle la polla, que para lo largo y alto que era él, desentonaba. Era más pequeña que la mía. Teníamos las proporciones intercambiadas.
En un momento, mientras volvía a lubricarme, entre besos y pezoneos, levantó el dedo y dijo: Una pausa. Cogió su toalla y se marchó.
Si bien nos cruzamos en varias ocasiones, no me volvió a hacer caso alguno.
En un cruce junto al minicine de nuevo con Tomás, se me acercó al oido y comentó a media voz... Se me había olvidado de lo bien que la mamas.
Estaba claro que, aquella tarde, quería más de mí.
(20/4/2022) - Borrador inacabado
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