Cruising en Cabrera de Mar
Lo publico tal cual, integro sin correcciones de ningún tipo.
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Bueno, esto ha ido tomando forma, aunque a la vez ha quedado bastante más extenso, ahora te toca a ti quitar la paja (con perdón), partirlo en dos o más, o desestimarlo, lo que veas más oportuno.
Personajes por orden de aparición, aparte de yo mismo:
El primer automovilista
El joven
El animador/director de escena
El de la gran polla
Por orden de tamaño de polla, de menor a mayor:
El joven y el animador/director de escena, ex-aequo, menor que la media
El primer automovilista, más o menos en la media
Un servidor, más o menos en la media tirando a gordita
El de la gran polla, lo que su propio nombre indica
Tiempo real aproximado, unos veinte minutos
Fecha y hora: 7 de febrero de 2016, a partir de las 6:15 de la mañana.
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Aquella mañana de principios de febrero, al llegar sobre las seis y cuarto al cruising de Cabrera de Mar la lluvia estaba dando una tregua y solamente había un coche, que se marchó cuando yo me acercaba a él caminando.
Casi simultáneamente llegó otro coche cuyo conductor, calvo, con barba y de una estatura y edad similares a las mías, bajó y se dirigió a las escaleras de acceso al túnel, al tiempo que yo bajaba por la rampa del lado opuesto, sorteando la multitud de inmundicias que desde hace tiempo se acumulan en rampa, escaleras y túnel gracias al incivismo de muchos y a la desidia municipal, a partes iguales. Cuando nos encontramos abajo y mientras nos tanteábamos con la mirada, se encendió dentro del túnel la luz de una linterna que llevaba un chico de unos veinte años que no habíamos visto hasta ese momento, el cual se dirigió a mí preguntándome si quería que me la chupara.
En un primer momento no le contesté ni sí ni no porque, por lo directo de la pregunta y la juventud del chico, pensé que quizá era un chapero, aunque reconozco que casi nunca he encontrado chaperos en ese sitio y la hora tampoco parecía la más propicia para ello, pero el hecho de que me superara ampliamente en estatura no ayudaba a aliviar mi inquietud. No obstante, al estar ya tan cerca, pude detectar un inconfundible olor a alcohol en su aliento lo que, aunque no me tranquilizó del todo pues podía ser igualmente un chapero bebido, me hizo concluir en que parecía más probable que fuera un chico que estaba muy caliente después de una noche sin mucho éxito (o con poco éxito para lo que necesitaba su cuerpo serrano) y tenía ganas de rematar la fiesta antes de que amaneciera del todo.
De hecho, a todo esto el chico ya me estaba magreando con ganas el paquete y, aunque me hubiera gustado morrearlo, el mencionado olor a alcohol surtió al principio cierto efecto disuasorio que, cosa rara en mí, me hizo desistir de una de las cosas que más me gustan. Quizá si hubiera tenido la serenidad suficiente para poder pensarlo, habría pasado por alto el secundario detalle del alcohol y me habría dedicado a comerle la boca, pero ya no tuve esa opción pues el chico mientras tanto no había perdido el tiempo y había conseguido que se me fuera poniendo dura, cosa que debido a mi edad me cuesta algo al principio. Yo también le sobaba a él que, sin esperar a más, al notar ya unos indicios de rigidez en mi polla hizo ademán de sacármela, cosa en la que le ayudé de inmediato por lo que en menos tiempo del que se tarda en contarlo ya me estaba haciendo una mamada bastante experta, ante lo cual el automovilista que había bajado conmigo al túnel se marchó, momentáneamente por lo que pude comprobar luego.
No tardó mucho en llegar otro partícipe que enseguida asumió el papel de animador, es decir, animaba al chico a comerla bien, toda entera como yo le pedía, mientras le iba desnudando de cintura para abajo para magrearle el culo. La aparición de este nuevo participante le dio bastante más morbo y cierta alegría a la situación, pues verbalizando en voz alta tanto mis deseos como los suyos (supongo) en forma de instrucciones y frases de ánimo al chico joven, que se estaba esmerando con ganas, rompió el típico silencio de estos encuentros que no estoy acostumbrado a que se rompa más que por algún quedo murmullo, lo cual fue un cambio bastante excitante de la rutina habitual en estos trances. Al poco tiempo nos indicó a los dos que subiéramos por la rampa hasta la mitad de la misma, no sé muy bien con qué objeto, quizá para que yo quedara algo más alto que el chico y así facilitarle la mamada o para salir del campo visual de posibles observadores que pudiera haber a nivel de calle, no sé.
Así estuvimos un ratito, mientras él le calentaba el culo al joven con mano y dedo o dedos. El chico interrumpió momentáneamente la mamada para decirle que se pusiera preservativo, quizá pensando que se lo estaba follando, pero él le tranquilizó diciendo que no se preocupara, que no le estaba metiendo nada que necesitara preservativo, pero al mismo tiempo preguntándole si llevaba alguno para que yo me lo follara, según él para darle más gusto porque era el que la tenía más gorda de los dos, cosa cierta aunque eso no signifique que la mía vaya mucho más allá de la media habitual. Ese aparente altruismo a mi favor creo que más bien se debía a que probablemente sus preferencias personales estuvieran más del lado de la pasividad que de la actividad, como luego se pudo comprobar.
No se aclaró si el chico llevaba o no preservativo pero mientras tanto, como afortunadamente la temperatura no era muy baja, el animador además de bajarle los pantalones, también le había levantado jersey y camisa con lo que mostraba un delgado y desnudo cuerpo muy apetecible y seguía inclinado sobre mi polla devorándola, mientras el animador también se había descubierto el pecho así como se había sacado la polla. Esto nos permitía a los dos gozar táctilmente del chico, dándole gusto asimismo a sus pezones, a su espalda y a su culo, a la vez que el animador recibía placer por mi magreo de sus pezones, alternado de vez en cuando con chupadas y algún mordisco. Yo seguía recibiendo placer en la polla, pausado de vez en cuando para que el chico también se la pudiera chupar al animador y así, todos contentos.
Seguimos durante unos pocos minutos, el chico mamando incansablemente y los demás también a lo nuestro, y cuando ya estaba pensando en darle la vuelta al chico para follar con él, mientras mentalmente me preguntaba si alguno de ellos llevaría algún preservativo, pues yo no llevaba, hete aquí que llegó un cuarto, que hizo que cambiara totalmente el argumento de la obra.
El recién llegado era un chico treintañero, con gafas, al que ya había visto en otras ocasiones, una a solas con él y otra inmerso en otra orgía tres meses atrás en la que no me dejó participar mucho. Este chico está agraciado con una polla de reglamento, más grande que la mía y que provoca en todo el que la ve unas ganas irrefrenables de comérsela y/o metérsela por el culo. Nada más llegar se la sacó gloriosamente erecta y esplendorosa, lo que provocó la habitual expectación a la que supongo que ya está acostumbrado, con el resultado de que mi polla empezó a compartir los honores de la boca del chico con la suya, mientras el animador jaleaba al chico, primero para que se metiera aquel prodigio natural en la boca junto con la mía, cosa imposible, por lo que tuvo que alternarlas al principio para, al poco rato, ante la evidencia de que aquella polla necesitaba dedicación exclusiva, dejar relegada la mía a un segundo término, pajeada por el animador, mientras la otra recibía todos los merecidos cuidados y zalemas de la boca del chico.
No tardó mucho el animador en preguntarle al recién llegado si traía algún preservativo, la respuesta fue afirmativa y en cuanto apareció el sobrecito le dijo al chico que se diera la vuelta para recibir la gran polla (yo ya había perdido toda opción, lo comprendo). Al ver el color rosado del preservativo, el animador dedujo, supongo que correctamente, que el preservativo era de fresa lo que le comunicó al chico para que esperara y se dedicara de nuevo a mamarla con el condón puesto y, a la vez, lo lubricara más con su saliva para facilitar lo que le esperaba. Luego, el chico no dudó en volverse y situarse bien para empezar a recibir aquella polla de campeonato, lo que redundó en que la mamada volviera a mi polla y con total comodidad al no tener que compartir boca. Pero por poco rato porque, mientras tanto, había bajado el automovilista con el que me había encontrado al principio. Cuando el joven se dio la vuelta y dedicó su boca a mi polla mientras ofrecía su culo a la otra, el recién llegado le dio también de mamar, pero esta vez le resultó más fácil al chico contentar a dos pollas a la vez. El de la polla grande, apoyado de espaldas en la pared, en la posición que parecía ser la suya habitual por lo que yo ya había observado otras veces, consiguió metérsela al joven hasta el fondo y así estuvimos un rato, mientras el animador nos iba metiendo mano a todos, yo le chupaba las tetas, etc. y los folladores seguían con lo suyo, más gracias al trabajo denodado del chico que del follador, que según me pareció se contentaba con que el chico le diera gusto con sus movimientos sin hacer él gran cosa más por su parte que poner la polla, lo que dada la envergadura de la misma no era poco.
En un momento dado, el chico debió considerar que ya tenía bastante (ignoro si se había corrido o no, aunque diría que no), se incorporó, se recompuso la ropa y se fue. Entonces, viendo que aquel gran pedazo de carne se había quedado huérfano, tras tener un diálogo conmigo y con el propietario de la polla para expresar sus dudas sobre si sería capaz de alojarla toda en su culo y tomando como excusa mis palabras animándole a intentarlo para aprovechar una ocasión que no suele presentarse todos los días, hizo como que solamente quería probar que tal iba y, ni corto ni perezoso, se aplicó la polla a su culo, al principio con algo de trabajo y un par de intentos fallidos, pero al final, sin prisa pero sin pausa, pude ver como se iba introduciendo inexorablemente hasta conseguir calzársela toda completamente hasta los huevos. Los gritos que daba eran memorables y casi daban envidia, así como verle culear entre ansioso y temeroso. El último que se había incorporado al grupo le metió también su polla en la boca, pero no duró mucho porque tras unos pocos lametones, la sacó para terminar manualmente el trabajo bucal, por lo que también se fue, en ambos sentidos. Yo aproveché la boca libre del animador que no dejaba de decir, entre jadeo y jadeo, lo mucho que disfrutaba y le amordacé con mi polla, con lo que los gritos del animador quedaron como en sordina, lo que daba aún mucho más morbo a la situación. Como era de esperar con tanto morbo, el animador acabó corriéndose. Como su macho no se corría, le quitó el preservativo para seguir con una mamada mientras yo también me corría. Los dejé con la mamada, el animador pidiéndole al otro que se corriera de una vez porque se cansaba de tanto trajín, el otro con la polla dura que dura asegurando que se correría y deseándoles por mi parte que todo acabara bien, me marché.
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A ver si con esto puedes hacer algo. Aunque el relato original estaba en presente porque lo escribí poco después de que hubiera ocurrido, al ampliarlo he unificado el tiempo verbal a pasado para que quede más homogéneo, pues supongo que es lo que corresponde para publicarlo un tiempo después, sin que tenga el valor real de la inmediatez que tenía aquel primer relato en facebook. Siéntete totalmente libre para quitar, cambiar o añadir lo que quieras, así como para preguntar cualquier detalle que te interese.
Espero tu crítica.
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me he dado cuenta que se han perdido unas palabras del principio del último párrafo que definían al protagonista de un fragmento. Aunque con poca imaginación se puede deducir de quién se trata, te lo adjunto de nuevo con la corrección incluida:
"En un momento dado, el chico debió considerar que ya tenía bastante (ignoro si se había corrido o no, aunque diría que no), se incorporó, se recompuso la ropa y se fue. Entonces el animador, viendo que aquel gran pedazo de carne se había quedado huérfano, tras tener un diálogo conmigo y con el propietario de la polla para expresar sus dudas sobre si sería capaz de alojarla toda en su culo y tomando como excusa mis palabras animándole a intentarlo para aprovechar una ocasión que no suele presentarse todos los días, ...".
Disculpa el despiste.
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(2016)
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