Los polvos de Luís.




¿Y quién es Luís? Habría que preguntarse primero.
Luís fue un habitual de mis visitas al malogrado cine Arenas de Barcelona, desaparecido hace ya casi cuatro años, si no me falla la memoria.
Un tipo bajito, calvo, velludo, varonil, de edad similar a la mía, tal vez un poco más joven, con quién cuando coincidiamos, siempre me buscaba para interactuar conmigo a base de prolongados pezoneos en el gran cuarto oscuro del cine, aderezados de tanto en tanto, con mamadas por ambas partes y siempre con predisposición a que se uniera algún tercero un tanto más activo que nos diera más "caña".
Pero nunca follábamos entre nosotros, ni en simulacros, ni por equivocación.
Siempre era lo mismo, con pocas sorpresas, pero encontrarnos ya era garantía que, al menos esa tarde, que saldríamos cuanto menos, algo satisfechos.

Cuando el cine cerró, perdimos el contacto, hasta que un día casualmente nos reencontramos en la sauna Bruc, en la cual, si bien ya no con tanta asiduidad, cuando nos encontramos nos liamos de la misma manera, con pezoneo, alguna mamada y amplio interés por terceros.
Aunque ya digo desde ahora, que esto último no siempre sucede.

Aquella tarde, Luis me pilló por primera vez en la sauna de vapor, pero se limitó a un suave pezoneo, mientras un tío me comenzaba a mamar el rabo, justo después que este dejara a otro.
Estaba yo ansiando que el mamador en cuestión acabara su mamada para tomarle el relevo, cuando el tipo fue más rápido que yo y se amorró a mi pitorro.
De estar en modo espera pasé, en un segundo, a tener polla asistida por el mamador y los pezones activados por Luis.

Pero no se quedo la cosa así.

Cuando hay tres en juego, resulta relativamente fácil que se añada un cuarto y sea aceptado.
O que al entrar en el juego, este se rompa.
Así, un tío alto, joven, sobre los veintitantos años según me parecía entrever entre los vapores, peludete y con barba, que estaba junto a nosotros, alargó su brazo para tomarme y llevarme hacia él.
Ya mejor a su alcance, fue directo al culo, para palparlo y tantea el ojete.
Viendo que me dejaba, rápidamente pasó al entusiasmo y enseguida quiso ya follar.
Luis y el mamador desaparecieron.

Pero había una descompensación de alturas para una fructífera penetración en aquel lugar y circunstancias, y cuando para salvar la situación pretendí mamársela, me apartó repentinamente.
Cuando fui a meterle mano para por lo menos disfrutar manualmente de las partes nobles de mi convulso y espontáneo admirador, noté como su cipote, que por cierto no hacía honor al tamaño del muchacho, estaba todo pringado de su propia leche.
Las ansias le hicieron correrse prematuramente.

No me equivoqué cuando, tras seguirle discretamente hasta los vestuarios, sobre su juventud y pude comprobar visualmente su poca dotación.

Luis me pilló por segunda vez en el cuarto oscuro pequeño.
Nada más entrar, le ví, se me acercó por la espalda, comenzó a pezonear como era lo habitual, y aprovechando que me incliné intencionadamente sobre el camastro, me folló.
Lo de la intencionalidad no iba dirigido a él, obviamente, si no a terceros, de ahí mi gran sorpresa cuando noté que desatendía mis pezones, para dedicarse a tantearme el ojete para follar y proceder a ello.
Por un momento pensé que no era él.

La follada fue breve.
Enseguida que un tercero se acercó, dejó el camino al recién llegado.
Se quedó a un lado mirando como este, aprovechando mi dilatación, en vez de empotrarme con la polla, se dedicaba a follarme con sus dedos.

- Mira, tengo un dedo dentro, ¿te gusta? - decía.
- Si - respondía entre jadeos, más por el morbo de ser usado por dos, bueno... aunque Luis estaba de mirón, que por el placer de sentir un dedo, después de haber tenido una polla.
No había comparación.
-Mira, ahora tengo dos - continuó.
-Y ahora tres !- prosiguió entusiasmado.
-Ya, vale - confirmándole que los sentía - pero no sigas. Prefiero que me folles con la polla.
Me había cansado de los dedos y ansiaba su polla, la de Luis, que ya había marchado, o de cualquier otro.

Bien, fue un tanto aventurado decir la suya o desear la de otro, pues si bien tenía el ojete bien dilatado, no por ello acepto calibres excesivos, al menos para mí.
No soy admirador de los grandes cipotes, al menos para follar o mamar.
Para tocar y juguetear van bien. Para mamoneo o folleteo es otra historia.
Y desconocía el tamaño de su miembro.

Y no lo llegué comprobarlo, pues pareció que no estaba por la labor. Se marchó, dejándome con el culo abierto.

Al poco, con el hambre atroz que uno siente cuando tiene el culo recién vacío, me fui para la Sex Room.
Y allí me pilló Luis, de nuevo con pezoneo por la espalda, con el mismo proceder de siempre, y tras ponerme a cuatro patas sobre la cama central comenzó a follarme como un poseso, intensamente y durante un buen rato.

Un intento de un tercero de darme de mamar mientras era follado no tuvo éxito.
Demasiado movimiento de vaivén.
En aquellos minutos, me folló todo lo que se retuvo de hacerlo en años.

Ojala se convierta en un follador habitual - pensé.
Tal como había sido un calentador y pezoneador habitual durante años, que nos calentábamos y nos dejábamos hacer por terceros, esperaba que esta nueva y desconocida faceta de activo tuviera repetición.

Y meses más tarde, en otro encuentro en la sauna, hubo repetición.
Por cierto que con un doble morbo añadido.
Pero eso será relato de otro post.







Comentarios

  1. Vaya con el Luís, que ha ampliado su repertorio y lo bien que te lo pasas con el. Mejor que mejor.
    Esperando próxima entrada.
    Un abrazo,
    Hotdardo 🎯
    (y tan Hot, con la dichosa ola de calor...)

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    1. Pues si, mira, cosas que pasan ;-)
      Gracias por comentar.

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  2. Pues sí había leído lo de Luis en tus otros posts. Qué terrible cuando nos dejan con el culo abierto.

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    1. Y es curioso que, siendo el habitual más habitual, desconozco prácticamente todo de él, incluso su verdadero nombre. Sólo se la población donde vive, porque un día, allí me lo crucé.
      Terrible y desesperante diría yo esa sensación si, encima, no la puedes contrarrestar ni saciar, jeje ;-)

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