Y al tercer día... tres polvos !






Tras aquella última visita de principios de agosto, casi por pura necesidad, y no por motivos sexuales sino desestresantes, no había vuelto a ir a la sauna.
A la sauna ni a ningún otro lugar de cancaneo.
Ya me suele pasar que en verano, desde mediados de julio a finales de septiembre entro en una fase de apatía, en la que influye poderosamente los forzados cambios de rutina y el insoportable bochorno que sufrimos los que nos quedamos en Barcelona para esas fechas.
Aquel año, en ese sentido, no había sido diferente.

Y la rentrée en la cotidianeidad de las escapadas y escarceos no siempre vienen acompañados de momentos memorables.
De hecho, las dos primeras salidas después de aquella tarde de agosto, ya en un incipiente otoño fueron de lo más aburridas.
Tanto que no merecieron ni unos tristes apuntes para posts futuros.

Pero dicen que a la tercera va la vencida.
Y algo así fue.
Tres polvos.

El primer polvo.

Tras el ritual y recorrido inicial de siempre, un día hablaré exclusivamente de ella, la primera putivuelta acaba con la entrada en la Big Sex Room de la sauna.

No siempre ocurre que en este primer volteo suceda algo, pero en esta ocasión si.
Nada más entrar en la Sex Room y quitarme el paño de alrededor de la cintura para dejarme "las cosas" más a mano, se me situó detrás mío un tipo que comenzó a toquetear suavemente mi recién expuesto trasero, y que este, sin quitarse la toalla, se frotaba suavemente sobre él.
Noté y vi al mismo tiempo que detrás del tipo, otro más grandote que hacía lo mismo, pero con el rabo suelto.

Se podrían intercambiar, pensé. El grandote de rabo suelto pegado a mí, y el otro más atrás.
¿Sería un incipiente trenecito?,- me pregunté a mi mismo.
En eso que se acercó por delante un tipo mayor que se situó junto a nosotros, el del medio, el que me tocaba optó por marcharse, y el vejete como si hubiera leído mi pensamiento, nos aproximó y abrió con sus manos mi culo para ofrecérselo al tipo grandote del rabo suelto.
El tipo, al ver que no había ningún acto de rechazo ante esa situación, se colocó un condón y comenzó a follarme.
Debido al tamaño palpado del cipote, temí que me produjera dolor y tirara por tierra la morbosa situación que se estaba dando, pero con afortunado tacto por su parte y el lubricante que ya me había puesto durante el ritual de la primera putivuelta, que todo hay que decirlo, ese temor desapareció en cuanto el pollón penetró mi hambriento y ansioso ojete, y ni la mínima molestia apareció.

El polvo duró un largo rato, o así me lo pareció.
Mientras, algún voyeur se acercó, y como mirón que se precie, miró pero no participó.
Segundos después de acabar de follarme, si no sé el observador de antes u otro nuevo, me dio de mamar su buen pollón durante un ratito.

Un polvo de estos, de un pollón y larga duración, y sobre todo si es el primero, me deja con una gran sensación de vacío. De un apetito sexual voraz de querer más.

El segundo polvo.

Ya era tarde avanzada. Esa hora que claramente el ambiente va a menos, y apenas me quedaba media hora de putivoltear por la sauna, por lo que no tenía mucha esperanza en encontrar un nuevo polvazo que me satisfaciera, en tiempo y dedicación.

Tras dudar un rato, hice acopio de realismo y decidí descansar plácidamente sobre el sling.
No me iba a quemar para luego no conseguir más, y si algo tenía que suceder, ya sucedería.

Con la puerta abierta, vi como transitaban tranquila y discretamente varios tíos que apenas si repararon en mi.
Hasta que, más bien por sorpresa, entró sin ápice de duda y comenzó a tocar sin reparos ni vergüenzas, los muslos y el ojete.

De hecho, esa es la actitud esperable y deseada.
Un tío sobre un sling, patiabierto, enseñando todo sin recato, es una invitación muy directa a la acción, debiendo quedar los pudores en la puerta.
Eso no quiere decir que uno acepte a cualquiera, ni cualquier práctica, pero si hay una gran probabilidad de ser aceptado.

El caso que el tipo en cuestión entró de esa manera, y tras el sobeo y toqueteo, se agachó a lamerme deliciosamente el ojete, a modo de lubricación para que, cuando se incorporó, comenzó una larga y morbosísima follada a puerta abierta.

Apenas comenzó el empotramiento, un mulato que correteaba esa tarde por la sauna, entró para compartir el momento, si bien sólo con un toqueteo de pezones.
Por una parte, una lástima que no se animara a más, pero por otra parte, aliñó con su exotismo la escena.
El follador permaneció con un rostro inmutable desde el principio, si una mueca de placer ni un atisbo de sonrisa.
Y ni una palabra ni al entrar, ni en el durante, ni cuando marchó.
Me daba un poco igual.
Disfruté como un perraco, sintiéndome como un objeto de dar placer.
Y sin apenas esfuerzos.

El tercer polvo.

Me quedé un ratito solo.
Nadie pasaba por delante de la cabina. Comenzaba a ser tarde y a escasear la gente.
Realmente tampoco quería más. Me había quedado satisfecho.
Antes de dirigirme a la ducha, volví a dar un último volteo por la sauna, bueno, principalmente echar un vistazo y asegurarme del ambiente que quedaba.

Realmente no quedaba mucho.
Y casi todo, en el entorno de la salita del cine.
Un tío guapetón, un osete treintañero, un tío superpollón que mamaba a otro y el inglés poppero (uno que frecuentaba el Arenas Cinema y habitual ahora de la sauna) estaban de toqueteos y carantoñas.
Y tres o cuatro tíos rondando la zona.

Era hora de irme.
Me duché tranquilamente y al volver camino de las taquillas, al pasar junto al minicine, la curiosidad me pudo y asomé mi naricilla para ver si aquellos ya habían acabado de sus escarceos.

Y no más lejos de acabar!.
El superpollón se estaba follando al guapetón, y el inglés poppero se la mamaba al osete treintañero, que estaba de pie sobre el banco de obra, y los otros, mirando o revoloteando para pillar cacho.
Me acerqué y me pilló un argentino, de mediana edad, no guapete pero que descubrí buen mamador.

El inglés que me vió, me hizo compartir la polla del osete, así que mientras mamaba yo al osete, me mamaba el argentino agachado.

En un momento que tomé del popper que me ofreció el inglés, de ahí el sobrenombre "el poppero", el osete se bajó del banco y comenzó a palparme el culo con e inspeccionar el ojete, con toda la intencionalidad de follar.

Propósito que se evidenció cuando comenzó a desenfundar un condón.
Mientras, me puse a mamar el buen pollón del inglés.
Y cuando comenzó a follarme el osete, el inglés se cambió por otro de los que allí estaban.
No sé en que momento desapareció el argentino.

Cuando el osete se corrió, yo ya no sabía que hacer.
Bueno, sí.
Me sentía plenamente satisfecho, y para no tentar a la suerte, en tanto que no me diera por tener más hambre, me marché.

Tengo el culo contento. Y hasta ahí puedo leer. No me tiréis de... la lengua, dejé escrito en el facebook, nada más salir, mientras volvía en metro a casa.

(18-Octubre-2018)





Comentarios

  1. Uau, menudo récord! Tres veces en una tarde... El tercero es el que más me ha gustado, con más gente implicada. Qué calentón!

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    1. Bueno, las cosas van como van. Desde luego no es lo normal. No me suele ocurrir tres polvos en una sola tarde, pero en alguna ocasión ya me había pasado. Pero es muy díficil y encima que los tres resulten, cuanto menos, satisfactorios.
      Los tres tuvieron su puntito de morbo.
      El primero, el anonimato y el ofrecimiento de uno de mi culo por un tercero. El segundo, por el sling ya en si y el polvo largo de usar y tirar, y el tercero obviamente porque hubo más participantes en la acción ( si bien solo me follo el osete ) y se hicieron más cosas: mamadas, toqueteos, sobeos, intercambios, popper, ...
      Gracias por comentar :-)

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  2. Ufff qué gustazo que nos toquen y nos trabajen el culo antes de penetrarnos.Pero tres veces seguidas es mucho, no?. El último polvo te debió dejar bien a gusto!!. Un abrazo.

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    1. Ya te digo el gustazo y lo bien que me quedé.
      No te sabría decir si tres seguidos son muchos. Ten en cuenta que no me corrí, o sea, que de haber podido y querido, y se hubiera dado la ocasión, quien no te dice que podrían haber sido más.
      Pero no importa la cantidad, sino la calidad. O mejor dicho, el disfrute de cada uno de ellos.
      Los polvos-colibrí tienen su gracia pero son terriblemente frustrantes. Y fijate si en una tarde se podrían hacer, jaja ;-)
      Tuve la suerte que de tres, los tres los disfruté.
      Muchas gracias por comentar ;-)

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  3. Tardes como esa compensan otras menos provechosas.
    Me alegro que disfrutaras y que nos hagas disfrutar a nosotros con tu relato.
    Un abrazo perrete!
    Hotdardo 🎯

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    1. Totalmente de acuerdo.
      ¿Pero como se hacen de rogar!, jaja
      Gracias por tu comentario!

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  4. ..."el culo contento"...¡No es para menos!
    ¿Por qué tantas veces cuando uno ya se va aparece algo interesante? De todos modos, si eso sucede hay que aprovecharlo.
    Un abrazo.

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    1. Es curioso pero es lo que más veces me sucede.
      Venga! Última putivuelta a ver que encuentro y me salva la tarde !
      Y toma ;-).

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  5. Genial, como tu dices poder ser un objeto de dar placer es lo que nos encanta, 3 o las veces que sea...

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    1. Las veces que sea no, fill meu, que uno tiene que descansar y reponer fuerzas, jajaja ;-)

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  6. Excelente post. Es bueno tener el culo contento porque es jodido satisfacerlo.

    Abrazos

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    1. Disculpa... se me había olvidado contestarte.
      Si, es cierto. No es estrictamente lo mismo, jajaja ;-)

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