Una visita al sex shop Cupido - (PS-7 x 03)

 



Aquella tarde me había pasado por la cabeza improvisar una sauna, pero cambié rápidamente de opinión.

Ganas no me faltaban, pero la idea me hace muy inalcanzable.
Se ve antojaba bastante cuesta arriba tener que desplazarme tan lejos, cansarme más que disfrutar y luego tener que volver al hotel.

Prefería poco trote. 

Así que sobre las cinco y media de la tarde me presenté en la sex shop cupido, a apenas 10 minutos andando desde el hotel, para hacer uso de la zona cruising, zona que compartida por las noches con el Exxxtreme Cruising club.
Aunque la ambientación entre día y noche no tiene absolutamente nada que ver.

Gente random, entre cuatro y siete personas fue lo que fui encontrando en la hora que estuve, en disminución a cada putivuelta y a las seis y media ya no quedaba nadie.

Un tipo de cabello rizado, uno con gafas o uno bajito con el que tal vez me hubiera enrollado si no hubiera desaparecido tan rápidamente. Igual ya estaba bien servido.

O el tipo del teléfono móvil que estaba desnudo de cintura para abajo, con los pantalones doblados sobre el sling. Desde que lo vi nada más llegar apenas estuvo 10 minutos. La mitad hablando por el móvil y luego de dos vueltas, se puso los pantalones y se fue, tirando a la papelera el preservativo que le habían dado en la entrada.

Personalmente, yo lo hubiera dejado en cualquier asiento para que lo hubiera podido aprovechar otra persona.

También había un tipo gordete, de muy amplias carnes, que acabó mamándosela a un turista de camiseta naranja y pantalones cortos estrechos con botella de 1/2 litro de agua en mano, y otra de licor en la taquilla.

Así estaba el panorama aquella tarde.

Solo me acabé enrollándome un par de veces con un tío mayor de buena y dura tranca via glory hole.

La primera lo acabé dejando porque me resultaba muy incómoda la postura. También me molestaba en la nariz el marco de la ventanilla del glory hole. El tío no la metía del todo y yo tenía que esforzarme a asomar el morro a través del glory hole.

La segunda vez comenzó igual, pero cuando le fui a dejar oí que abría la puerta de la cabina, salió y se metió en la mía, que siempre suelo dejarla abierta, y ya se la pude mamar como Dios manda.

Aunque nunca he tenido noticias que hubiera mandamiento sobre ello.

Acabada la mamada, diez minutos más tarde ya no quedaba nadie.

Y me fuí.

Tarde aburrida, incluso para el poco trote que quería.
No todas las salidas pueden resultar satisfactorias.

(Junio 2024)



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