El polvazo de Darío.

¡Me había cogido por la espalda !.
Sabía quien era porque lo había visto anteriormente echarme un par de miradas que mostraban cierto interés por mí.
También me había parecido ver un par de veces que me seguía, como buscando el momento y lugar apropiado para abordarme
Por otra parte el tío me sonaba, es más, creía recordar quien era, si bien podía estar equivocado, así que no quise dar más vueltas a la cabeza, y esperaría en su caso a que se me acercara y dijera algo.


Y ahí estaba, abordándome por la espalda e iniciando desde atrás un suave pezoneo, dándome unos besos en la nuca y un leve frotamiento de sus nobles partes, en mi trasero, que sentía por debajo de la toalla.
Bien, eso no demostraba que por su parte me conociera, sino sólo su interés por mí.


Como me observó buen receptor de sus atenciones, me dio la vuelta para ponerme frente a él y comenzó tanto a besarme en la boca, como a me meterme mano al paquete que aún seguía protegido por el paño que colgaba alrededor de mi cintura.
Al poco de pajearnos, ya que fui recíproco, y comernos la boca, bajó a comerme la polla.


Cuando mi polla quedó liberada, hice lo propio, y nos fuimos alternando en las mamadas, si bien sus ratos de mamada eran considerablemente más largos e intensos que los míos, e iban siempre acompañados de un dedo de una de sus manos metido en mi culo, y los restantes de la otra jugueteaba con uno de mis pezones libres.

Era un momento de multiestimulación, pues tenía atendidos a la vez, polla, ojete y pezones.

No sabía exactamente que quería.
Tanta intensidad en la mamada, ¿Era para prepararme para que me lo follara o el trabajito anal era para prepararme para recibirlo?.
Con tanta calentura, no podía pensar bien.
Pero, que importaba pensar bien, si era un momento para dejarse llevar y disfrutar.

En el transcurso de la acción, en varios momentos se nos puso algún tío a tiro de mano, tíos que solo esperaban un gesto de invitación para participar de nuestro frenesí, pero me daba la sensación, que por su posicionamiento y miradas, mi partenaire no quería interferencias de terceros.
No había palabras entre nosotros, pero lo intuía, y por respeto tampoco hice muestra alguna de acercamiento.
Aunque no por falta de ganas.

Frenéticamente me mamaba, de manera que se pudiera pensar que quisiera que me corriera.
El donde también era un misterio.
Al final, después de tanto trajín, comentó de descansar un rato.

Esto, la mayor parte de las veces, es un "ya me he cansado y quiero probar con otro".
Pero en esta ocasión, y después de dar un par de putivueltas y una minisauna de vapor de unos minutos, volvimos a comenzar exactamente donde lo dejamos, en el mismo rincón y con la misma pasión.
Algo realmente nada, nada habitual.

Pero no estuvimos mucho rato.
Perraco, un habitual de cine Arenas y de la sauna Bruc, se había situado junto a nosotros, pero sus complacientes atenciones  las recibió un voyeur que tuvimos al lado durante un rato.

-¿Quieres que te penetre?, pregunto de repente mi partenaire interruptus de la tarde.
- Si, claro! - contesté, con cierto evidente regocijo.
Se enfundó, pues. el preservativo que tenía y comenzó.

Entró bien, si bien, me rozaba un poco.
Ya hacía bastante rato que me había lubricado el ojete, y con el roce de sus dedos, algo ya se había desgastado.
Pero no dije nada, pues al fin y al cabo, lo estaba disfrutando.

- ¡Ven !- dijo de repente, interrumpiendo la follada.

Todo indicaba que quería más intimidad.

Se dirigió hacia una de las habitaciones que daban a la sala egipcia, y yo le seguí.
Nada más llegar aproveché  para lubricarme un poco.

Casi gritamos al unisono cuando se quitó la toalla y apareció su polla de color rojo sangre.
- ¡Anda!- dijo sorprendido, después de la primera impresión.
- Ahora los hacen de colores - continuó, refiriéndose al condón rojo que tenía enfundado en su polla.
Obviamente eso ya lo sabíamos los dos, pero no esperábamos que fuera de color el que previamente había cogido en la entrada de la sauna, según comentó.

Me incliné sobre el camastro y continuamos con el interrumpido polvo iniciado en la sex room.
Resultaba delicioso sentir de nuevo sus embestidas, el roce de su cuerpo sobre el mío y sus nalgadas que, de tanto en tanto, me propinaba con alguna de sus manos.
Luego cambiamos de posición y me folló tumbado yo de espalda, a cara vista.

Otra gozada.
Así penetra más profundamente, o cuanto menos, más se sentía.
Aunque no es que tuviera un pollón, ni mucho menos. Pero si él tamaño ideal, lo suficientemente para disfrutarla al mamarla, como había hecho antes, y con un buen uso, como era el caso, de un buen polvazo.

Se desenfundó el condón para pensar ya en correrse, después de una mamada que le hice.
- ¿Donde quieres?- preguntó.
- Donde quieras. Cara, pecho...- respondí, dándole a elegir.
Y lo recibí en el pecho.

Él prosiguió, comiéndomela, e hice el esfuerzo y concentración para regalarle también mi corrida.
Eso le entusiasmó.
-¿Donde quieres?- pregunté.
Y también sobre el pecho le leché.

Mientras nos limpiábamos, nos intercambiamos los nombres.
-¿Como te llamas, medio-desconocido?- dijo.
Me reí. El daba clara señal que le sonaba, lo que confirmaba también me sospecha.
- ¿Habíamos estado alguna vez juntos antes, verdad?
- Sí, por lo menos una vez antes del verano - le contesté con total seguridad.

Cuatro veces había ido a la sauna desde junio a octubre.
En dos me había muerto de aburrimiento, la otra fue el encuentro con Bearman y la otra el triple polvo que comentaba tres publicaciones justo antes.
Así que, a la fuerza, debía de haber sido antes.
Cuando llegué a casa comprobé que había sido en abril.(Post.: Si quieres follar, sonríe).

- ¡Estás muy bien! - decía.
- ¿Y tú, que?- le contesté - ya muchos quisieran ese cuerpito y pecho bien formado, cintura de avispa y culo prieto - le dije mientras le daba una palmada en el trasero y se lo apretaba.
- Si supiera el próximo día que vinieras, vendría seguro - me dijo.
- Ya, pero eso nunca lo sé. Muchas veces lo decido en el último momento.

No fuimos a duchar.
Él se marchó y yo me quedé a ver que quedaba por la sauna.
Pero solo era curiosidad, sin intención de quedarme más rato, pues ya llegaba un poco tarde a mi próximo destino.

(Finales de octubre 2018)