El tío cerdo - You´re my pig

Otra tarde gris sin saber mucho que hacer.

Y entre sauna y cruising en sexshop opto por este último.

Un tío medio en bolas mirando un video en un sofá y otro dos en la zona más hetero del local, liados también semidesnudos, fue lo primero que presencio aquella tarde.

Me voy hacia la zona de videos gay, que me motivan más y allí, en el sofá rinconera me tumbo con la camiseta bien abierta mostrando pechera peluda y los pantalones bajados enseñando el herramienta.

 

No es muy entrada la tarde y las lentejas estofadas que me he zampado y el vino que le ha acompañado comienzas a hacer efecto. 

Sopor y adormecimiento.

Voy viendo como alguno entra, mira y se va. Lo típico y más corriente que ocurra.

Pero finalmente, un tipo alto, delgados e inglés de Birmingham se sienta a mi lado, me mira, remira, me mete mano, me hace una minimamada y me pone a trabajar.

Lo que sea de Birmingham lo sé bastante después, claro.

Primero le mamo el pezón de su pecho desnudo, y luego, la polla, que pronto la deja en libertad.

No la tiene muy grande para lo largo que es él.

De hecho, es más pequeña que la mía.

Su par de huevos bien gordotes que lamo y relamo a gusto.

Se pone cachondo y, poco a poco se va posicionando para que pueda acceder a su culo.

Cuando me tiene comiéndole el pezón, de vez en cuando escupe sobre sí y me hacer lamer sobre su piel la saliva.

Me mete un dedo en la nariz. Doy fe, pues, que debe de estar de moda, al menos, en su tierra.

Me meto un dedo en la boca.

Luego dos.

Más tarde tres...

Me mete un dedo en el culo. Dedo bien lubricado.

Me mete dos... lubricados entran mejor.

También lubrica su polla, que va pajeando continuamente.

Salvo al principio, es lo único que ya no lamo.

Me trabaja bien el culo, tal vez para preparármelo y pasar a mayores.

Me azota el trasero con fuertes nalgadas que me ponen muy perra.

Muy yo.

O Pig, como me va diciendo de tanto en tanto: You are my pig.

A cuatro patas en el suelo, me hace lamer su culo, con sus piernas sobre mi espalda.

Apartó mis manos de mi rabo.

No me deja tocarme.

No me toca otra cosa que seguir lamiendo.

Me pone una cadena en el cuello para controlarme mejor.

Y por unos segundos, una pinza en un pezón.

Viene bien preparado, está claro.

Al otro extremo del sofá se instalan dos tíos. Uno cuarentón y el otro, como mucho, treintañero, guapo, alto, con un tatuaje en su nalga, con barba y gafas.

Veo de reojo, entre lamida y lamida, lo bien que se lo están montando.

Al poco se les añade un tipo más mayor que se acaba follando al joven.

Realmente los cinco estamos dando un espectáculo que ya quisiera parecerse el video de la pantalla.

Algún mirón se asoma, mira, pero no interviene.

Finalmente, el tío me indica más por señas que de palabra que me corra encima suyo.

Me da que, hoy también, me quedo sin follada.

Obedezco.

Tras correrse sobre su barriga me dice que me siente a su lado.

- Tú muy sexy - comenta en un español con un muy marcado acento inglés.

- Buen culo.

- Bueno...- le digo - al tiempo que con los dedos hago el gesto de estrecho.

Asiente con la cabeza.

Y añade: it needs work - refiriéndose a mi culo.

- Yes, yes.

Le limpio la corrida, me visto y me voy.

Para lo que iba a ser una tarde gris, ha acabado con un poco de color y semen.

(Octubre 2015)